La historia que abrió el debate en Argentina

«Siento todo el tiempo el bebé y sé que va a morir». Esta fue la cruda declaración de Silvia Tanus ante la Justicia porteña cuando presentó el recurso de amparo para que la autorizaran a interrumpir su embarazo porque su hijo nacería sin cerebro.

La historia de esta mujer de 35 años, casada y con un hija de 12 partió desde su casa en Ingeniero Budge, partido de Lomas de Zamora, hasta los lugares más remotos de Argentina y otros países en medio de un debate bioético apasionante.

Con el dictamen de la Maternidad Sardá que confirmaba la anencefalia del feto, pero sin el aval de los médicos para inducir el nacimiento al quinto mes de embarazo, la mujer concurrió a la Justicia de Buenos Aires. Luego de que en primera y segunda instancia rechazaran el recurso de amparo, un fallo del Tribunal Superior de Justicia porteño avaló la práctica médica, decisión que 15 días más tarde (ya en el octavo mes de gestación) ratificó la Corte Suprema de Justicia de la Nación ante la apelación realizada por el asesor de incapaces de la ciudad autónoma.

Por seis votos contra dos, la máximo autoridad judicial autorizó la posibilidad de adelantar el alumbramiento y se encargó de aclarar que no se trataba de un aborto, aunque actualmente este aspecto todavía se discute.

Así fue que el 17 de enero de 2001 a las 9.35 nació la criatura anencefálica en la Maternidad Sardá. Fue mediante una cesárea y el bebé murió a las 10.50 por un paro cardiorrespiratorio.

En esa oportunidad, el subdirector del nosocomio porteño, Ricardo Illia, informó que el pequeño pesó 1.650 gramos y fue ubicado en una cuna «respetándose su dignidad humana, pero sin asistencia, esperando lo que inexorablemente ocurrirá». (AR)


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