La hora de la verdad
La oposición, en cambio, tratará de que emerja hoy con claridad quien pueda aglutinar al resto.
Después de hoy se sabrá dónde y con qué capital de adhesiones estarán parados los actores políticos de cara a la renovación de octubre (con posibilidad estrecha a una segunda vuelta) en la que se dirimirá quién será presidente en el período 2011/15. En las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (Paso), convertidas en una gran encuesta nacional pues no hay competencia dentro de los principales partidos, Cristina Fernández acompañada por el ministro de Economía, Amado Boudou, va por la reelección. Enfrente tendrá una gama de opositores: desde el radical Ricardo Alfonsín (unido con el peronista Francisco De Narváez, que lucha por la gobernación bonaerense) hasta el justicialista disidente Eduardo Duhalde, pasando por el socialista Hermes Binner, la solitaria jefa de la Coalición Cívica Elisa Carrió y el gobernador Alberto Rodríguez Saá, quien abreva en la variante rebelde del PJ cuyano. La verdad la darán los números. Ver primero, actuar después, concluyeron referentes de todas las fuerzas que reconocen que en el oficialismo hay un liderazgo firme, no totalmente afianzado porque hay resistencias de la dirigencia ortodoxa, frontales o larvadas. No es extraño, por eso, escuchar a Duhalde asegurar que su única rival es Cristina, ni a Alfonsín hacer campaña para ubicarse en el segundo lugar, pivoteando en la inseguridad y la inflación. Gestores de ambos, tras corroborar los resultados de hoy (buscan una ventaja nítida, ya que un empate técnico los descolocaría), señalan que existen negociaciones subterráneas para concentrar energías en octubre y hacer hocicar al cristinismo. “Que no nos tenga que unir el espanto. Por única vez no le hagamos caso a Borges”, levantó su protesta anticipada “Lilita” Carrió, ante esa eventualidad. La confirmación o el nacimiento de un conductor no es un tema menor. Los peronistas pueden cuestionar y tramar las más tremendas trapisondas, pero olfatean dónde está el mando y terminan disciplinándose detrás de él. Los intendentes del Gran Buenos Aires, símbolo de estructuras en apariencia perennes, supieron jurar fidelidad a Carlos Menem, Duhalde y Néstor Kirch-ner, antes de subordinarse, quizá con un mohín de disgusto, a Daniel Scioli y, por extensión, a Cristina. Duhalde confía en horadar ese núcleo y atraer a desencantados a su redil. Habrá que ver si lo observan desde hoy como factor serio de recambio, montado en el péndulo de la centroderecha, con apoyo de sectores agropecuarios, enemistados sin retorno con el gobierno K. El ex presidente provisional se comporta a veces con dotes de estadista, sostenido por el plan estratégico del radical Rodolfo Terragno. Pero también cae en afirmaciones desmentidas por los hechos. Por ejemplo, ha dicho que imitaría a Lula y a “Pepe” Mujica, pero el brasileño acaba de confesarle en público a la presidenta que “votaría por vos” y el uruguayo, en una reciente visita, la invitó a “seguir juntos”, en medio del revuelo financiero internacional que irradian Estados Unidos y Europa. Dentro del kirchnerismo, se han escuchado voces descalificando el sectarismo de los más ultras y la propia incapacidad para generar un esquema de mejor diálogo e institucionalidad. Ése es uno de los principales reclamos del socialista Binner, quien si bien ha aprobado muchas de las leyes oficiales, se queja amargamente de la tonalidad de blanco o negro que da Cristina a su gestión. A raíz de la decisión de la Rosada de imponer los candidatos a legisladores nacionales, hubo chispazos fuertes con exponentes tradicionales. El pampeano Carlos Verna renunció a la postulación a la gobernación y el cordobés José Manuel de la Sota, tras imponerse contundentemente, ratificó un provincialismo equidistante de Cristina, Duhalde y Rodríguez Saá. Pero ninguno terminó de romper. Ojean las cartas que se destaparán este 14. En la CGT de Hugo Moyano –que dio la nota al recibir a Binner, el único presidenciable que pidió entrevista– tampoco ocultan cierto malestar con la Casa Rosada, pero ponen a resguardo los logros para la clase trabajadora desde mayo del 2003. Juan Carlos Schmidt contó a “Río Negro” que le advirtió al gobernador de Santa Fe que exponentes de la Internacional Socialista europea “están aplicando lo peor de las recetas de la derecha” y que eso no se aceptará en la Argentina. Binner se lo admitió y propuso explorar un programa para los próximos 20 años. “Apuntalamos a este gobierno, aunque también en nuestro seno hay matices y, si coincidimos en que en algunos puntos el modelo está agotado, debemos ponernos de acuerdo en cómo a partir de diciembre seguimos redistribuyendo la riqueza y aplicamos recetas anticíclicas frente a la incertidumbre mundial”, expuso el hombre de Moyano ante Binner. Cristina, pese a todo, no quiere perder la central obrera y menos seguir alejando con reyertas evitables a la clase media que le dio vuelta la cara en las elecciones de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. “Cristina va más a fondo que Néstor, es más de izquierda”, declaró el filósofo K José Pablo Feinmann, autor del libro “El flaco”, donde expone la teoría de manos sucias de Sartre. “Cristina parece más renuente a manejarse con el aparato. Ya le paró el carro, lo va a manejar desde más lejos. Néstor se metió mucho, pero lo tenía a Duhalde. Cristina también lo tiene, aunque más debilitado. De todos modos –se preocupó– este pueblo está en un estado tal de locura que es capaz de votar a Duhalde para presidente”.
de domingo a domingo
Arnaldo Paganetti arnaldopaganetti@rionegro.com.ar
Después de hoy se sabrá dónde y con qué capital de adhesiones estarán parados los actores políticos de cara a la renovación de octubre (con posibilidad estrecha a una segunda vuelta) en la que se dirimirá quién será presidente en el período 2011/15. En las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (Paso), convertidas en una gran encuesta nacional pues no hay competencia dentro de los principales partidos, Cristina Fernández acompañada por el ministro de Economía, Amado Boudou, va por la reelección. Enfrente tendrá una gama de opositores: desde el radical Ricardo Alfonsín (unido con el peronista Francisco De Narváez, que lucha por la gobernación bonaerense) hasta el justicialista disidente Eduardo Duhalde, pasando por el socialista Hermes Binner, la solitaria jefa de la Coalición Cívica Elisa Carrió y el gobernador Alberto Rodríguez Saá, quien abreva en la variante rebelde del PJ cuyano. La verdad la darán los números. Ver primero, actuar después, concluyeron referentes de todas las fuerzas que reconocen que en el oficialismo hay un liderazgo firme, no totalmente afianzado porque hay resistencias de la dirigencia ortodoxa, frontales o larvadas. No es extraño, por eso, escuchar a Duhalde asegurar que su única rival es Cristina, ni a Alfonsín hacer campaña para ubicarse en el segundo lugar, pivoteando en la inseguridad y la inflación. Gestores de ambos, tras corroborar los resultados de hoy (buscan una ventaja nítida, ya que un empate técnico los descolocaría), señalan que existen negociaciones subterráneas para concentrar energías en octubre y hacer hocicar al cristinismo. “Que no nos tenga que unir el espanto. Por única vez no le hagamos caso a Borges”, levantó su protesta anticipada “Lilita” Carrió, ante esa eventualidad. La confirmación o el nacimiento de un conductor no es un tema menor. Los peronistas pueden cuestionar y tramar las más tremendas trapisondas, pero olfatean dónde está el mando y terminan disciplinándose detrás de él. Los intendentes del Gran Buenos Aires, símbolo de estructuras en apariencia perennes, supieron jurar fidelidad a Carlos Menem, Duhalde y Néstor Kirch-ner, antes de subordinarse, quizá con un mohín de disgusto, a Daniel Scioli y, por extensión, a Cristina. Duhalde confía en horadar ese núcleo y atraer a desencantados a su redil. Habrá que ver si lo observan desde hoy como factor serio de recambio, montado en el péndulo de la centroderecha, con apoyo de sectores agropecuarios, enemistados sin retorno con el gobierno K. El ex presidente provisional se comporta a veces con dotes de estadista, sostenido por el plan estratégico del radical Rodolfo Terragno. Pero también cae en afirmaciones desmentidas por los hechos. Por ejemplo, ha dicho que imitaría a Lula y a “Pepe” Mujica, pero el brasileño acaba de confesarle en público a la presidenta que “votaría por vos” y el uruguayo, en una reciente visita, la invitó a “seguir juntos”, en medio del revuelo financiero internacional que irradian Estados Unidos y Europa. Dentro del kirchnerismo, se han escuchado voces descalificando el sectarismo de los más ultras y la propia incapacidad para generar un esquema de mejor diálogo e institucionalidad. Ése es uno de los principales reclamos del socialista Binner, quien si bien ha aprobado muchas de las leyes oficiales, se queja amargamente de la tonalidad de blanco o negro que da Cristina a su gestión. A raíz de la decisión de la Rosada de imponer los candidatos a legisladores nacionales, hubo chispazos fuertes con exponentes tradicionales. El pampeano Carlos Verna renunció a la postulación a la gobernación y el cordobés José Manuel de la Sota, tras imponerse contundentemente, ratificó un provincialismo equidistante de Cristina, Duhalde y Rodríguez Saá. Pero ninguno terminó de romper. Ojean las cartas que se destaparán este 14. En la CGT de Hugo Moyano –que dio la nota al recibir a Binner, el único presidenciable que pidió entrevista– tampoco ocultan cierto malestar con la Casa Rosada, pero ponen a resguardo los logros para la clase trabajadora desde mayo del 2003. Juan Carlos Schmidt contó a “Río Negro” que le advirtió al gobernador de Santa Fe que exponentes de la Internacional Socialista europea “están aplicando lo peor de las recetas de la derecha” y que eso no se aceptará en la Argentina. Binner se lo admitió y propuso explorar un programa para los próximos 20 años. “Apuntalamos a este gobierno, aunque también en nuestro seno hay matices y, si coincidimos en que en algunos puntos el modelo está agotado, debemos ponernos de acuerdo en cómo a partir de diciembre seguimos redistribuyendo la riqueza y aplicamos recetas anticíclicas frente a la incertidumbre mundial”, expuso el hombre de Moyano ante Binner. Cristina, pese a todo, no quiere perder la central obrera y menos seguir alejando con reyertas evitables a la clase media que le dio vuelta la cara en las elecciones de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. “Cristina va más a fondo que Néstor, es más de izquierda”, declaró el filósofo K José Pablo Feinmann, autor del libro “El flaco”, donde expone la teoría de manos sucias de Sartre. “Cristina parece más renuente a manejarse con el aparato. Ya le paró el carro, lo va a manejar desde más lejos. Néstor se metió mucho, pero lo tenía a Duhalde. Cristina también lo tiene, aunque más debilitado. De todos modos –se preocupó– este pueblo está en un estado tal de locura que es capaz de votar a Duhalde para presidente”.
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