La importancia de los «pibes»

En Cipolletti se van convenciendo de que deben priorizar a los valores del club

CIPOLLETTI (AC).- Habrá muchas causales que esgrimirán unos y otros tratando de explicar el porqué de este romance que acaba de nacer entre los «pibes» de Cipolletti y la gente. Dirán que dejan la vida en cada pelota, que son del club, que transmiten la frescura de quien juega por la camiseta y que además lo hacen bien.

No viene al caso analizar detalladamente todos estos argumentos y algunos más que podrán aparecer. Sí, en cambio, valdrá la pena detenerse un minuto para pensar y preguntarse por qué esto no se hizo mucho antes.

Las circunstancias por la que los «agrandaditos» debieron llegar a la primera división lejos estuvo de responder a un proceso ordenado. Todo lo contrario, luego de la salida traumática de muchos elementos, no quedó otro remedio que lanzarlos al ruedo con todos los riesgos que esto implica.

Sería innecesario y poco aportaría ahora saber por qué no tuvieron chance antes.

De todos modos, y más allá de lo que ocurra en el futuro, una de las sensaciones más fuertes es que la gente estaba cansada de «comprar» elementos que llegaban precedidos de muchos pergaminos pero al final de cada torneo quienes terminaban vistiendo la albinegra eran los «de acá».

Desde varios torneos atrás el equipo arrancaba jugando con minoría de representantes zonales. Esto es advertido por la parcialidad y es por eso que el respaldo desde hace algún tiempo no es el mismo.

Una frase común de escuchar por parte de los entrenadores fue que «en las inferiores hay muy buenos elementos pero todavía no es tiempo de ponerlos en primera. Le daremos la oportunidad su momento». Generalmente estas declamaciones contenían el implícito aval de los dirigentes que se adaptaban al molde del técnico de turno sea por complicidad o por desconocimiento.

Los simpatizantes de clubes en donde Cipolletti jugó con los chicos se asombraron por la calidad de los jugadores de las inferiores. Lo gracioso es que estos chicos tuvieron la fortuna de estar en el lugar preciso en el momento justo. De no haber sido así la pregunta debería ser: ¿Cuántos jugadores de jerarquía se perdieron por obedecer ciegamente a los técnicos que generalmente preferían -y es lógico- apostar por los muchachos que ellos mismos trajeron?

Es bueno que la gente vuelva a hablar de fútbol y de Cipolletti, pero más bueno sería que esta experiencia sirva para poner en marcha el «polo de desarrollo futbolístico del sur» que conforma el Alto Valle. De este modo se evitará contratar «chárters» con jugadores «salvadores» y técnicos «sabelotodos».

El sueño de que la base de los equipos sean conformados por elementos zonales parece haber dado un paso importante, si en definitiva, los jugadores y técnicos del sur son tan valiosos como aquellos, y además con menos «verso».

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