La inclusión, el principal objetivo albinegro

El Club Cipolletti tiene motivos de orgullo, no sólo por su trayectoria y constante crecimiento sino por su inserción y capacidad de generar bienestar social.

Vos vas a grandes clubes del interior del país y juegan en la B Nacional, incluso en Primera. Pero son pocos los que cuentan con la inserción social y la infraestructura de Cipolletti. Algunos funcionan en pequeñas casas al lado de estadios. Nuestro club tiene una fuerza social casi única”.

Aníbal Iachetti creció en los pasillos de la institución albinegra pronta a cumplir 90 años. Corrió por sus techos, mamó enseñanzas y fue capitán del equipo de fútbol durante largos y gloriosos años. Hoy transcurre su vida como secretario de Deportes de la ciudad y coordinador de la escuela de fútbol de la institución que le dio “todo”. Las palabras de “Lucho” sirven de alguna forma para entender la importancia de esta entidad deportiva para la ciudad. Y el trabajo a futuro que piensa la dirigencia.

Las estadísticas hablan. Son esclarecedores. Hay nada menos que 1.200 personas que practican natación en unas piletas que funcionan de 8 a 24. Por eso es que uno de los “grandes proyectos” de la dirigencia es techar la segunda pileta. “Eso sería mágico, único, porque hoy no podemos absorber la enorme demanda que hay en esta subcomisión”, explica el presidente Santiago Caldiero.

Más números: 250 niños en la escuelita de fútbol, 180 en divisiones inferiores, 180 en todas las categorías del básquet albinegro, 150 en hockey, 100 personas en tenis, 70 en pelota paleta, 35 en vóley, 30 en patín artístico, 40 en buceo, 30 en korfball y el mismo número en rugby. Todos son socios, al punto que la cuota la pagan asiduamente alrededor de 3.000 personas por mes.

Históricamente, con fundamentos o empujados por el prejuicio, muchos vecinos de Cipolletti miraron al club del mismo nombre con recelo. “Es un club de ricos”, decían. “Eso se viene cambiando, te puedo asegurar que es así”.

P- Pero siempre se lo apuntó a Cipolletti como un club elitista. Al menos para un sector…

R- Como todo paradigma social, no se revierte de un día para el otro, pero te puedo decir que ya no es así. De chico, me crié escuchando aquello de que jugaban siempre los hijos de los dirigentes, y hasta lo creía, pero hoy no es así. En el caso de la dirigencia actual del fútbol, ninguno de nuestros hijos juega en el club, incluso ni siquiera tienen edad para hacerlo. Desde ese lugar te digo que tenemos la libertad para tomar decisiones inclusivas sin afectar a nadie. En Fútbol no se paga para jugar, lógicamente hay cupos limitados por ser federado, pero las decisiones para conformar los planteles son deportivas. Una medida que no se discute es que los primeros en recibir indumentaria del club deben ser los chicos que no tienen para comprarla.

P- Ser socios es un paso inevitable para hacer algún deporte en Cipolletti.

R- Promovemos que todos los chicos sean socios del club, pero no con fines recaudatorios y sí de pertenencia e inclusión. Todos tienen que ser socios, amén de que puedan o no pagar la cuota, porque también becamos. Las disciplinas extra futbolísticas sí deben abonar, y eso puede limitar el acceso, pero también hay programas con municipalidad y provincia para dar acceso a niños que no pueden pagar.

P- ¿Cómo se le explica al hincha común que los dirigentes no van atrás de un objetivo personal, apuntalados por un club como Cipolletti?

R- Es la historia de nuestra sociedad, los prejuicios siempre están a la orden del día. No escondo lo que busco, no trabajo con un objetivo personal pero sí me alimenta la palmada en la espalda. No soy hipócrita, no es fácil estar acá, y a veces te lo preguntás. Por supuesto que una buena gestión, por la magnitud que tiene el club, podría proyectar a un dirigente a otra escena. En este caso a mí no me mueve en absoluto.

P- ¿Y qué te mueve?

R- Que estamos en un lugar donde, desde mi punto de vista, podemos mejorar realidades, aunque sea de manera circunstancial. Ganar un domingo y que la gente se vaya con una sonrisa a la casa te llena de placer. O que un domingo, haya un encuentro de mini hockey de 500 personas, cuando antes no existía… Lo que nos mueve es esa posibilidad indirecta de generar bienestar. Sabemos que si conseguimos alguna vez un resultado deportivo de trascendencia, vamos a quedar en la historia de la ciudad. Para eso, hay que saber todos los días que hiciste las cosas pensadas, ordenadas y con fundamentos.

P- O sea que la tabla de posiciones no puede ser la única realidad de un club.

R- Exacto. Hay parámetros que no están en la tabla de posiciones, que sitúan al club en otra posición. Te puedo asegurar que en infraestructura, comunicación, marca, la vara está puesta a nivel de clubes nacionales. Incluso, aunque suene raro, tenemos espejo en clubes internacionales, siempre salvando las grandísimas distancias. Igual, para crecer siempre faltan más recursos, económicos y humanos. Eso nos haría acortar los tiempos. Por eso, aclaro algo: no hace falta tener dinero para ser dirigente de Cipolletti. Yo no pongo un peso en el club, sí muchas horas, pero no plata. Acá hace falta gente responsable que asuma hasta donde pueda asumir.

P- ¿Se hace difícil tomar decisiones que dejen de lado el corazón del hincha?

R- El que tiene la responsabilidad de dirigir ve mucho más allá de los resultados deportivos. Por eso, los mayores logros son internos en cuanto a la gestión, a la tranquilidad de cumplir con los compromisos, a proyectar. Esos son los triunfos. No hay que tomar decisiones como hincha, aunque ese sentimiento es el que a diario tracciona para levantarte y seguir. Yo siento que si el club anda bien, influimos de manera positiva en la sociedad. Y eso me llena de orgullo. No tiene que ver solamente con el resultado deportivo. El hecho de que exista mayor acompañamiento tiene que ver con trabajar desde otro lado, en el orden de la institución, en crecer, en proyectos, en la inclusión de otras disciplinas, que todos se sientan representados y que ese trabajo sea sustentable en el tiempo.

Datos

“Nada está supeditado al tiempo del colaborador de turno, por esto de las estructuras sustentables en el tiempo”.
Santiago Caldiero, presidente del Club Cipolletti.
“Fui dirigente muchos años y no tenía ropa del club. Ahora tenemos una tienda donde comprarla. Eso nos identifica y es una fuente de recursos.”
Además de un cupo de becas, la institución tiene programas con la Municipalidad y la Provincia para dar acceso a los niños que no pueden pagar.

Vos vas a grandes clubes del interior del país y juegan en la B Nacional, incluso en Primera. Pero son pocos los que cuentan con la inserción social y la infraestructura de Cipolletti. Algunos funcionan en pequeñas casas al lado de estadios. Nuestro club tiene una fuerza social casi única”.

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