La inseguridad cambia los hábitos de los valletanos
Cada vez hay más gente que decide armarse. Muchos ni siquiera han tirado un solo tiro. Las armas son adquiridas especialmente por las mujeres, que optan por los calibres 22 ó 32. También buscan aerosoles con gases paralizantes que llevan en la cartera. Hay chacareros que duermen junto a una escopeta. Ya no hacen tiros al aire y no saben cómo frenar los robos.
• Diez de la noche. Un chacarero se está por acostar. Junto a su cama hay una escopeta de doble caño. Duerme «con un solo ojo», cansado de los robos. A las tres de la mañana los perros ladran, y el productor hace dos disparos desde su ventana. La escopeta retumba en el medio de la noche y se vuelve a acostar.
• Seis de la mañana. Una mujer se prepara para ir a su trabajo. En su cartera lleva un aerosol de gas paralizante y un revólver calibre 22, que desde hace unos meses la acompañan a todos lados.
• Cinco de la tarde. Un cliente llega a una armería. La vieja escopeta del abuelo estaba arrumbada en un ropero como recuerdo de las salidas a cazar perdices hace mucho tiempo. Hoy la hace limpiar y la deja en condiciones para volver a disparar, aunque sabe que no será justamente para salir de cacería.
La creciente inseguridad que se vive en el país, hizo que no pocos valletanos tomen algunos hábitos que hace diez o quince años ni soñaban.
El problema es que algunos compran un arma, y así como la adquieren la dejan en un ropero o en una mesa de luz. Sin la experiencia de alguien que tira habitualmente, puede ser peor el remedio que la enfermedad.
En los últimos meses, la venta de armas y proyectiles aumentó considerablemente en la región. Y un dato llamativo, es que en la mayoría de los casos son las mujeres quienes deciden comprar un arma por primera vez.
«Generalmente compran calibres 22 o 32 para defensa personal. Las cargan aquí mismo y las ponen en la cartera. La preocupación es tan grande, que se las ve más decididas que los hombres si llegado el momento tienen que sacarla y disparar», aseguró la vendedora de una armería.
El aumento de compra o recarga de proyectiles, también es un parámetro de la inseguridad. Los cartuchos de escopeta son lo que más salidas tienen, y quienes los adquieren son en la mayoría de los casos chacareros, que ya no saben qué hacer para frenar los robos en la zona de chacras.
Este sector es tal vez el más desprotegido. Los botines de los robos van desde herramientas hasta plantines, y los propios productores saben que ya no se hacen tiros de advertencia. «Ni vale la pena tirar al aire. El que entre a mi chacra de noche, queda adentro para siempre. Estoy cansado de los robos y la escopeta la usé varias veces», reconoce un productor que llegó desde Italia en el año «33 y toda su vida se dedicó a trabajar la tierra.
En el caso de los productores que están en mejor situación económica, utilizan otros métodos para evitar que le roben los plantines o herramientas.
Por ejemplo, hay empresas frutícolas que pagan policías adicionales para que se queden toda la noche en los cuadros recién plantados. Otras optan por los propios trabajadores rurales para que realicen la tarea, aunque aseguran que no están armados. De todos modos, se sabe que un arma cerca siempre hay, casi más a mano que una pala.
«El problema de los plantines es de nunca acabar. Están los que meten una camioneta y se llevan hasta mil plantas para revender a otros chacareros. Pero también está el pillaje. Los que roban cuatro o cinco y después los cambian por dos cajas de vino o dos cervezas», aseguran.
Un problema similar ocurre con los motores de bombeo. Los repuestos son cada vez más caros, y muchas veces se convierten en el blanco de los delincuentes, y que en la mayoría de los casos saben muy bien qué parte tienen que robar.
Primero se ponían candados en las casetas que los protegen, pero no pasó mucho tiempo para advertir que eran violentados sin mayores esfuerzos.
Luego se optó por poner un bins lleno de piedras, en la puerta de la caseta. La única forma de moverlo es con un tractoelevador, y para un delincuente ya la cosa es bastante más complicada.
De todos modos, se forma un círculo vicioso. Los repuestos o partes de motores de bombeo, sirven únicamente para este tipo de maquinarias. Es decir que los elementos robados, son comprados por otro chacarero, que el día de mañana puede ser víctima del robo de partes de su motor.
Mientras, las recorridas policiales son cada vez más escasas. Siguen teniendo prácticamente el mismo dinero para combustible, que antes de la suba del precio de la nafta y el gasoil. Las unidades policiales del Alto Valle tienen jurisdicciones muy grandes, y brindar seguridad a los chacareros es todo un tema.
Mientras, las escopetas siguen al pie de la cama y los chacareros durmiendo «con un solo ojo», aunque sospechan que después de cada disparo, puede ocurrir una desgracia.
Asesorarse antes de comprar
No siempre quien compra un arma por primera vez para defensa personal, sigue los pasos que los especialistas y entendidos sugieren.
En la mayoría de los casos, quien compra un arma le pide una opinión a un instructor de tiro, una vez que ya la adquirió. Y en varias ocasiones, resulta que la compra no fue buena, ya que el arma adquirida no sirve para lo que realmente el usuario la quería. Muchos piensan que comprar un arma más poderosa, es sinónimo de mayor seguridad, y no siempre es así.
El ejemplo es el de una persona que no es tirador habitual, y que compró para defensa personal un Magnum 357.
Los entendidos aseguran que tirar un tiro con un Magnum dentro de una casa, hace un estruendo tan grande que puede desencadenar una tragedia por el susto de quienes allí se encuentren. «Te queda un zumbido en la cabeza por dos semanas», aseguran.
Lo que aconsejan los instructores de tiro, es llegarse hasta un polígono antes de comprar. Allí se podrán probar distintas armas y ser aconsejado sobre la compra.
Para muchos, la escopeta resulta la mejor arma de defensa en una casa. Hay calibres que en una distancia de diez metros, tienen una «flor» (el diámetro de los perdigones al salir del cartucho), de un metro y medio. «Te barre con todo lo que encuentra en un pasillo», aseguran.
De todos modos, aconsejan «amigarse» con el arma en un polígono, donde además se puede corregir cualquier duda o «vicio» al tirar.
«Tener un arma nueva, y guardarla en un ropero, es más peligroso que no tenerla. Lamentablemente, menos del 10 por ciento de la gente que compra un arma, se acerca al polígono», aseguraron desde el Tiro Federal de Roca.
La crisis potencia el «mercado negro»
La recarga de proyectiles aumentó en forma considerable.
El armero Horacio Gianazi asegura que en mucho tiene que ver al aumento del precio de los proyectiles, aunque a su entender, quienes recargan con más frecuencia son los que practica tiro deportivo.
Pero además, los usuarios de escopetas suelen recurrir a este método para abaratar las cargas de las armas.
Una caja de balas calibre 22 puede llegar a los ocho pesos si las balas son de origen nacional, y cerca de de diez si son importadas. Los entendidos aseguran que por la diferencia convienen las importadas, ya que tienen mayor calidad.
Una situación similar se vive con las armas. Muchos prefieren comprar pistolas o revólveres usadas, y muchas veces sin papeles. Es en este punto cuando se empieza a activar el denominado «mercado negro».
Por este método, las armas se consiguen mucho más baratas, y hay casos en que un revólver que en una armería puede costar 200 o 300 pesos, se puede adquirir en 50 pesos o menos.
Sin embargo, la falta de papeles le puede traer más de un dolor de cabeza al usuario, y seguramente, con las citaciones judiciales, llegará el arrepentimiento de haber ahorrado cuando se hizo la compra.
En el ambiente delictivo, el precio de un arma no tiene un padrón a seguir. Generalmente se ofrecen a cambio de algún elemento -una video, un radiograbador, etc.- producto de algún robo.
Distinto es cuando el interesado va en busca de un arma para cometer un ilícito, aunque siempre el precio será mucho más barato que una nueva. Hay casos en que las armas se «alquilan» entre los delincuentes, aunque generalmente el pago se realiza con parte del botín.
En Argentina, y según las estadísticas del Registro Nacional de Armas, hay cerca de dos millones de armas registradas. En el caso de Río Negro, hasta fines del año pasado, se habían registrado 13.443 armas, aunque esta cifra aumentó sin que se tengan datos precisos.
De esa cifra, el 36 por ciento corresponden a fusiles y carabinas, el 33 por ciento a pistolas, el 18 por ciento a pistolas y el 12 por ciento a revólveres.
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