La integración valoriza los precios en la comercialización de lana

Mejorar la presentación del producto es fundamental para defenderlo al momento de la venta, ya que permite obtener un mayor retorno monetario.

Experiencia en el valle conesino

Los productores ovinos del valle de Conesa orientan principalmente la actividad a la producción de carne, y con menor énfasis a la producción de lana. Las majadas son pequeñas, en promedio poseen unos ochenta animales y de razas cruzas. El sistema productivo les sirve a los productores principalmente como una “caja chica” para las urgencias del mes, recurriendo a la venta de algún corderito u oveja gorda que son muy bien comercializados en el mercado local, sobre todo para los días festivos.

Realizan esquila de tipo tradicional sin clasificación de la fibra y la venta históricamente la hacen a través de mercachifles o a pequeños acopiadores, recibiendo un precio no acorde al producto que entregan. Muchas veces la esquila se transforma en un mal momento, ya que hay que disponer del dinero para realizarla y obtener un producto que en muchas oportunidades queda arrumbado o es quemado. Esta situación determina que exista una brecha importante entre el precio obtenido por el productor, determinado por el comprador, y el precio obtenible en caso de llevar adelante un proceso de acondicionamiento y mejora que permita valorizar la fibra. Se considera que este bajo incentivo económico es determinante en la dedicación y expectativa de los productores respecto de la producción de fibras y en la adopción de tecnologías ya apropiadas en la región ovejera de nuestra provincia.

A pesar de los motivos expuestos, la labor realizada desde la Agencia de Extensión Rural del INTA permitió el nexo con los productores que obtuvo sus frutos en un trabajo que fue evolucionando, comenzando a plantearse los primeros desafíos durante el 2014.

Un grupo de productores inició el trabajo junto a la AER del INTA y a la Sociedad Rural de Conesa, con el apoyo del Prolana, conformando un centro de acopio en el cual acondicionaron sus lanas y consiguieron mejorar su comercialización.

Los desafíos que se identificaron en primera instancia se relacionaron con una mejora en la presentación de la lana, creyendo que ello luego daría pie para mejoras productivas tendientes a la organización del manejo de las majadas, aspectos genéticos, desarrollo de capacidades de integración y cooperación entre los productores, pensando sobre todo el aspecto comercial y sus consiguientes beneficios.

Para el desarrollo de esta alternativa se propuso trabajar con Prolana en su versión formulada en estos sistemas productivos de menor escala denominada “pequeños productores”. Este programa de alcance y reconocimiento nacional fue creado hace más de veinte años con el propósito de asistir al productor lanero de todo el país para el mejoramiento de la calidad de la lana, su presentación y condiciones de venta.

Para asegurar una correcta presentación del producto el programa exige la aplicación de varios protocolos que incluyen, entre otras, la técnica de esquila Tally-Hi. En este sistema el ovino no se manea, se esquila totalmente suelto, por lo que permite un mejor trato al animal y posiciones de trabajo más cómodas para el esquilador. Esta técnica también permite la obtención de un vellón entero, más fácil de desbordar, y disminuye la posibilidad de realizar “dobles cortes”, mejorando la presentación de las lanas.

Los requisitos mínimos de infraestructura que se solicitan al productor para realizar esquila Prolana Pequeños Productores son fundamentalmente un piso de material de fácil barrido y un techo tal que permita amortiguar tanto lluvias como la incidencia del sol.

Una vez realizada la esquila, la lana en bolsones es trasladada al centro de acopio para su acondicionamiento y clasificación. Al llegar al lugar es pesada para constatar la cantidad que aporta cada productor y a partir de allí se elimina la identificación, pasando a formar parte del lote general.

Durante el trabajo en el galpón, el acondicionador responsable pasa todos los vellones por la mesa, realiza el desborde y va armando los lotes para su posterior enfardado. En la experiencia de la temporada, la lana vellón se clasificó en una única categoría, pero para la próxima temporada se piensan esquilar en forma separada las ovejas cruzas de las Merino. Ello permitirá hacer un lote de lana fina con un mejor valor y otro cruza, para así disminuir la variación de finura en el lote general.

El enfardado se realiza en bolsones de polietileno de 200 micrones y con un mínimo de tres alambres. A cada fardo se le pone una tarjeta identificatoria y sobre esa base se llena la planilla de “romaneo”, donde se registran todos los datos referidos al lote.

Para que el lote salga a venta se deben conocer las características de la lana, para lo cual se realizan dos tipos de muestreos. La muestra “de puño”, con que se obtienen datos de largo de mecha, punto de rotura y resistencia a la tracción, y la de “calado” que arroja resultados de finura, rendimiento al lavado, color y porcentaje de materia vegetal. Esta información es considerada mínima e indispensable para valuar adecuadamente un lote de lana.

Con los análisis objetivos que fueron provistos por el Laboratorio de Fibras de INTA Bariloche y la cantidad total de lana acopiada, se procedió a realizar un concurso de precios a través de internet. Las firmas convocadas fueron las exportadoras, a través de los referentes regionales, y las condiciones de venta se estipularon en la solicitud de un precio barrer (todas las categorías, vellón, barriga y garra), en dólares, al cambio anunciado por el Banco de la Nación Argentina, la mitad a la firma del boleto y el resto a los treinta días.

Resultados

Participaron del proceso once productores del valle de General Conesa, que acopiaron 4.709 kg de lana y lograron comercializar 34 fardos acondicionados y analizados, con una pérdida mínima de 2% de lana durante todo el proceso. La financiación fue aportada por INTA y Prolana y esos fondos se utilizaron para gastos de funcionamiento del centro de acopio. La Sociedad Rural de Conesa contribuyó con las instalaciones para llevar adelante el proceso .

De los análisis respectivos se obtuvieron los siguientes datos: 24,4 micrones de finura (coeficiente de variación de 30%), 67,7% de rinde al lavado, 1,4% de materia vegetal, 103 mm de largo de mecha, 30 N/ktex de resistencia a la tracción y un punto de rotura ubicado 32% en la punta, 53% al medio y 15% en la base.

El precio de venta obtenido superó las expectativas (3.217 u$s/kg), alrededor de unos 27 pesos por kilo de lana barrer, que generó un ingreso alrededor del 60% mayor en comparación con la lana vendida por aquellos productores que realizaron sus ventas de manera individual y en forma tradicional.

La liquidación final a cada uno de los productores se realizó a base de los kilos entregados multiplicados por el valor obtenido libre de gastos. Si bien hubo algún perjuicio para aquellos productores que tenían mejor finura con respecto a aquellos que entregaron lanas cruza, los valores obtenidos fueron significativamente mayores a los precios que hubiesen tenido en una venta individual.

Como conclusión se puede decir que a partir de la experiencia los productores revalorizaron la producción de fibra como complemento de la producción de carne. Al momento de mejorar sus sistemas productivos, ésta pasará a ser una opción a tener en cuenta, tanto como las mejoras de infraestructura, genética, sanidad y recursos forrajeros.

Med. Vet. Mariana Dacal

Agr. Edgardo Tejeda

EEA Valle Inferior, Convenio Provincia de Río Negro-INTA


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