La leche materna previene la deshidratación del bebé

La posibilidad de las mujeres de amamantar depende en gran medida de la relación con su bebé, para lo cual es fundamental el apoyo que reciba. Hay pocas limitaciones "técnicas": la mayoría son culturales y sociales. Cómo inciden el regreso de la mamá al trabajo y los tratamientos a que sea sometida.

La Organización Mundial de la Salud recomienda dar de mamar al bebé en forma exclusiva, sin ningún otro alimento, ni siquiera agua, los primeros seis meses, pero también apoya la lactancia materna hasta los dos años de vida del bebé. La razón de esto último -aunque en realidad es poco usual que las mamás den el pecho a sus hijos hasta esa edad- está en la cantidad de beneficios que les aporta la leche materna a los niños, y que puede ser capaz de compensar otras carencias nutricionales.

Una de esas ventajas es que previene la deshidratación del bebé, por lo que la Sociedad Argentina de Pediatría recomienda dar más frecuentemente el pecho a los lactantes durante los días de mucho calor.

Además, la leche materna ofrece al bebé los nutrientes que necesita en sus primeros meses de vida, inmunoglobulinas que constituirán su barrera inmunológica y factores de crecimiento.

Hay que aclarar sin embargo que el uso de suplementos dietarios específicos para lactantes -que se aplican por gotero en la boca- es casi una regla hoy entre las recomendaciones de los pediatras.

Especialmente el suplemento de hierro y el compuesto basado en las vitaminas A, C y D.

Luego de los primeros seis meses la lactancia puede continuar, aunque el bebé irá incorporando progresivamente alimentos semisólidos, y al año de vida comerá de todo. Pero no hay una fórmula matemática que diga cuándo un bebé debe ser destetado, y eso dependerá de la relación particular que tenga con su madre.

 

Una nueva realidad

 

La posibilidad de dar de mamar depende mucho del estado emocional de la mamá y de la relación que haya logrado establecer con su bebé. Justamente la causa más común de destete precoz por falta de leche, relata la licenciada Fabiana Quattrone, nutricionista asistente del área de Alimentación del hospital de Pediatría Juan Garrahan de Buenos Aires, se da cuando el estrés o la falta de contención hacen que la mujer no pueda sobreponerse al «corto circuito» emocional que suele darse, en especial en las mamás primerizas, cuando comprueban la diferencia entre la imagen de bebés sonrientes y mamás radiantes y embelesadas que promueve la publicidad, y la realidad del puerperio: crisis emocional, una necesaria reacomodación de la familia y de la pareja, la permanente demanda del bebé que por semanas y meses se vuelve el centro de gravitación, los llantos y la falta de descanso.

Volver al trabajo plantea dificultades, más aún cuando las licencias por maternidad son de apenas 45 días. Pero eso no debe necesariamente significar el fin de la lactancia. Según la presidenta de la Fun

dación Lacmat, María Inés Cotertari, eso es un mito y ni siquiera es el regreso al trabajo la principal razón por la que las madres dejan de amamantar: «Muchas veces es el consejo del médico, con argumentos tales como que si el bebé llora mucho es porque la leche de la mamá no sirve».

Al nacer, el bebé debe adaptarse al pezón y aprender a succionar. Puede haber problemas anatómicos -pezón hundido, por ejemplo- que en teoría deberían haber sido previstos en los controles del embarazo.

Las pezoneras pueden ser de gran utilidad, si bien no se aconseja usarlas sin motivo. La silicona es un material muy funcional que permite la esterilización casera.

El agrietamiento de los pezones es muy común: se puede tratar con la propia leche o con crema de caléndula, explica la especialista. Los protectores adhesivos mamarios descartables son una opción de prevención.

En principio la mamá debe simplemente satisfacer la demanda del recién nacido. Con el transcurso de los días las mamadas se vuelven más o menos periódicas para luego ir espaciándose a medida que el bebé succiona con más vigor y en cantidad.

Para ordeñarse los pechos hay sacaleches neumáticos, mecánicos y eléctricos, de diverso costo y funcionalidad. «Las que tienen voluntad de hacerlo, y un entorno que las ayude, lo logran», asegura la especialista del Garrahan.

Luego, guardar la leche en la heladera. La mamadera, siempre bajo esterilización casera -esto es, lavada con cepillo y detergente y luego hervida 3 minutos, según define la nutricionista- es la primera opción para eso. Luego está el freezer, pero las bolsitas que permiten «frizar» la leche materna son caras.

Y los recipientes descartables para análisis clínicos «no suelen ser aptos para la esterilización casera».

En cuanto a las leches maternizadas de uso comercial, las llamadas «fórmulas de inicio» reproducen el patrón de grasas, proteínas, vitaminas y minerales de la leche materna requeridos hasta los 6 meses, y las «fórmulas de continuación», que se aconsejan entre los 6 meses y el año de vida, incrementan gradualmente la cantidad de proteínas, que siempre es inferior a la de la leche de vaca.

Un estudio realizado en un hospital de la ciudad de Córdoba por el doctor Pedro Armelini, profesor de la Cátedra de Pediatría de la facultad de Medicina de la Universidad Católica de Córdoba, y publicado el año pasado, revelaba que un 22% de los bebés eran destetados precozmente al mes de vida, y que la mayoría de ellos recibía leche de vaca.

 

MARCELO RODRÍGUEZ

 


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