La Línea Sur se queda ahora sin atención médica hospitalaria

Un hospital en Sierra Colorada, que desde hace casi poco más de quince días dejó de atender mil consultas mensuales de los pobladores más alejados de Río Negrodesbordado por las deudas, y otro hospital en Jacobacci, que evidencia una extrema carencia instrumental para atender el cuidado de la salud de sus habitantes son sólo dos muestras de la crisis por la que atraviesa la salud pública en la Línea Sur, donde viven 30.000 rionegrinos.

ROCA (AR).- Algunas de ellas por primera vez en su vida se realizaban el examen mamario pese a contar con preocupantes antecedentes familiares. Otras, aunque ya habían controlado sus pechos tiempo atrás, era la primera vez que no tenían que esperar largos meses para conocer los resultados ni desembolsar sumas de dinero que no poseen para poder atender su salud.

Todas ellas son apenas una porción de aquellas mujeres que viven en la desolada y postergada Línea Sur rionegrina donde, a pesar de que el cáncer de mama es la primera causa de muerte entre las mujeres rionegrinas de 40 y 50 años, «los hospitales no tienen los aparatos necesarios y la mayoría de las mujeres ni siquiera sabe cómo hacer para detectar por cuenta propia un bulto en las mamas», admiten.

Esa es la realidad en la que viven las primeras catorce mujeres que ayer llegaron a Roca desde Jacobacci para cumplir con la etapa inicial de una campaña gratuita con la que el Ipross provincial pretende prevenir y detectar el cáncer de mama en las afiliadas de esa zona de la provincia.

«A pesar de recibir pacientes de los otros pueblos y de varios parajes rurales en nuestro hospital no tenemos mamógrafo», aseguró María Vargas, presidenta del Consejo de la Mujer de Jacobacci y una de las mujeres que ayer pasó el día en uno de los dos sanatorios privados de Roca en los que se practicaron los exámenes.

Los de Roca y Bariloche son los dos únicos hospitales de la provincia que cuentan con servicio gratuito de mamografía, lo que hace que aún sea más difícil mantener a toda la población controlada. A eso se suma que al menos en el Francisco López Lima de Roca no hay un mamografista que esté capacitado para hacerlo funcionar.

«Es preocupante sobre todo para las mujeres que viven en los parajes alejados, que no realizan prevención porque ni siquiera saben cómo hacerlo y que se enteran de que están enfermas una vez que ya es tarde. En mi familia hay varias mujeres sin obra social y por los antecedentes que tenemos es necesario prevenir la aparición de cualquier tumor con un chequeo previo, pero eso cuesta mucho dinero y hoy por hoy es imposible», confesó Vargas.

A la vez la precaria situación laboral en que se encuentran no sólo las mujeres, sino la mayoría de los pobladores sureños hace casi imposible poder acceder a estos controles que deben ser anuales. «Allá la mayoría de las mujeres que trabaja lo hace en negro y por lo tanto no cuentan con una obra social que las respalde, es por eso que ninguna puede costear por su propia cuenta lo que cuesta uno de estos estudios», aseguró Dora Nahueltripay, otra de las mujeres para las que el examen gratuito fue posible por ser afiliada a la mutual provincial.

«Nosotras sabemos que a pesar de que son estudios necesarios a partir de cierta edad en el pueblo quedaron mujeres que nunca en su vida podrán acceder a hacérselos ya que en forma privada cuestan cerca de 180 pesos» comentó.

El drama en Sierra Colorada

Para poder funcionar como es debido, el hospital de Sierra Colorada debe depender de la voluntad de los vecinos que parecen haberse convertido por estos días en los encargados de suministrar los insumos a un nosocomio que atiende casi mil consultas mensuales de los pobladores más alejados de la provincia.

Esto seguirá pasando hasta que el hospital logre saldar una deuda de casi 15 mil pesos que mantiene con todos sus proveedores. «No tenemos ni siquiera los instrumentos para hacer funcionar los tubos de oxígeno que necesitan los enfermos que están internados», reveló Nilda Llanque, representante gremial de los empleados, que desde el 30 de octubre último mantienen sólo la atención a urgencias.

La deuda que se acumula desde los últimos meses del año pasado corresponde a gastos que van desde la compra de remedios y reactivos para laboratorio a distintas droguerías de la provincia, hasta los más elementales como el servicio de gas y agua. A eso se suman los más de 25 mil pesos que obras sociales como Ipross y PAMI mantienen con el desbordado centro de salud que no sólo complican su funcionamiento sino que, tal como admiten sus empleados, lo hacen «imposible».

«Es vergonzoso que sean los vecinos -que muchas veces no tienen ni para comer- los que traigan el algodón o las gasas para que los podamos atender. Esa es una responsabilidad del Estado provincial y delegársela a personas que se caracterizan por la falta de recursos como las que se atienden acá es muy injusto», sostuvo Llanque, una de las 32 trabajadores del nosocomio que atiende derivaciones de su vecino Ramos Mexía y de los parajes rurales de Yaminué y Treneta. Por ello, estos días abundan las propuestas de vecinos de reunir el dinero necesario para asegurar el funcionamiento a pleno del único centro de salud con el que cuenta el lugar.

Capital humano y económico, las prioridades

Hoy presenciamos un hospital público abarrotado por un sector de la población agobiado por sus necesidades básicas insatisfechas y otro, creciente, proveniente de las clases medias inmersos en un estado de pobreza, encuadrados en la categoría de nuevos pobres. En su mayoría son maestros, empleados administrativos, pequeños comerciantes e industriales cuyas empresas están quebradas o en estado de convocatoria, empleados administrativos de diversas empresas con ingresos reales en baja, jubilados cuyos haberes se han visto mermados en términos de capacidad efectiva de compra, buena parte de las profesiones liberales con graves dificultades ocupacionales.

Frente a esta demanda, en la medida que no se invierta en capital humano y económico, será difícil salir de la actual decadencia, coinciden en opinar trabajadores del hospital público rionegrino, que están en estado de movilización en este cambio de gestión en el sector, con Rivoire a la cabeza. En su mayoría adhieren a los criterios de eficiencia, eficacia, flexibilidad, transparencia y mayor creatividad a la gestión estatal en orden a implementar proyectos sustentables y equitativos, pero -aclaran- desde el rol que posee el Estado en el desarrollo de la provincia. Si es que al gobierno ahora le interesa, advierten.


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