La lucha de los “putos peronistas”

Argentina

Claudia Regina Martínez DPA

BUENOS AIRES. – Son jóvenes y entusiastas. Luchan por un mundo mejor. Por la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, las banderas del movimiento peronista en la Argentina. Y creen que el país cambió mucho, para mejor, en los últimos años, gracias, justamente, a los gobiernos peronistas. Hasta ahí, la historia se parece a la de muchas otras organizaciones políticas. Pero el nombre de ésta es lo que la distingue de las otras: Agrupación Nacional Putos Peronistas. Su logo es la tradicional V del peronismo, que en vez de una P en su interior tiene dos. Y representan, aseguran, a “tortas (lesbianas), travestis, trans y putos del pueblo”. Cuando esta agrupación surgió en el 2007, decidieron resignificar la palabra “puto”. “Es una reapropiación muy barrial de algo despectivo. Nosotros nos tratamos de loca, de puto entre nosotros. Es una reapropiación de un epíteto negativo”, explica Esteban Rodríguez, uno de los integrantes de la agrupación. “En este país, ser puto, ser pobre o ser Eva Perón es la misma cosa”, se leía en los flyers que repartían los Putos Peronistas en la pasada Marcha del Orgullo Gay de Buenos Aires. La frase es atribuida a Paco Jamandreu, modisto de Eva Perón, uno de sus referentes, por ser una persona común y corriente que vivía con pasión el peronismo y la homosexualidad. Y es que la Agrupación Putos Peronistas no quiere representar al homosexual que aparece en los medios, de clase alta o media, al que ellos consideran el “gay”. Ellos son los “putos” pobres y quieren hacer visible a ese “puto” común y corriente. “Somos la marica de barrio, la peluquera y costurera charleta, la travesti que labura (trabaja) en una panadería, el intelectual rebelde y soñador de libertades, el puto de gusto y estilo finos pero que ama la mezcla diversa, el puto jodón y fiestero, la torta feminista que va al frente, el puto cuentapropista, la loca que se vino del Interior a hacer la Buenos Aires, la travesti de silicona barata, el sobreexplotado del call-center o de un local de comidas rápidas, el/la artista sensible y rosa, la torta de barrio que juega al fútbol”, explican en su blog: http://putosperonistas.blogspot.com/ El antecedente de este movimiento se encuentra en 1973. El 25 de mayo de ese año, cuando el presidente Héctor J. Cámpora se dirigió a la multitud reunida en la Plaza de Mayo, había un cartel que decía: “Los putos con Perón”. Lo llevaba la agrupación Frente de Liberación Homosexual Argentino (FLHA), liderada por el escritor y periodista Néstor Perlongher. En el 2007, desde La Matanza, provincia de Buenos Aires, se intentó retomar esa lucha. La idea fue de Matías Alozent, de la Juventud Peronista de esa zona del conurbano bonaerense, entonces de 22 años. Y poco después, en la Marcha del Orgullo Gay de ese año, hacía su aparición en público la Agrupación Putos Peronistas. Su meta, como explica Esteban Rodríguez, es ayudar a la comunidad gay en la vida cotidiana. Al igual que Perlongher, su identificación con el peronismo viene de la certeza de que es el movimiento idóneo para defender a los más relegados de la sociedad. Los Putos Peronistas no son muchos, por ahora. El núcleo duro del grupo está conformado por unos 15. Pero si se juntan todos los simpatizantes superan los 30. Según Rodríguez, ahora mismo la agrupación se encuentra en una tercera fase. La primera fue la de exposición mediática allá por el 2007. Pero no se sintieron del todo bien tratados. “En algún momento nos dimos cuenta de que nos estaban tomando para la chacota”. Y decidieron ser más reservados. La segunda etapa fue la de formación del núcleo de militantes a partir de la salida del clóset. La tercera es la actual y es la etapa en la que comenzaron las tareas militantes concretas, “el laburo territorial”, centrado mucho en la prevención del HIV. Se dedican, por ejemplo, a llevar material de prevención a los travestis de la zona de Costanera Sur en la capital argentina. A charlar con ellos, a escucharlos. Porque los travestis son el grupo más débil, más expuesto. “No queremos que nuestras compañeras trans y travestis tengan como promedio de vida los 35 años y como única salida laboral la prostitución”, explican. “Las convencemos de que se hagan tests, tratamientos. Les damos una mano para hacer la denuncia cuando las tratan mal. La salud es una prioridad”, dice Alan Thomas, otro integrante de la agrupación. Y junto con la salud, la educación. “A veces no completan ni la primaria. Queremos acoplarlas en los bachilleratos populares”, agrega. Y explica: “Lo que nos diferencia de otras agrupaciones es que le damos a esto un marco político, ideológico. Las instamos a que se organicen, porque tienen derecho a un trabajo digno”. A nivel más general, los Putos Peronistas libran la dura batalla cultural contra la discriminación con talleres de diversidad o el fanzine “La Paquito” (que toma su título de Paquito Jamandreu), entre otras actividades. El matrimonio gay les parece un derecho burgués. Creen que lo prioritario es la atención sanitaria y el trabajo digno. Y tienen una larga lista de demandas anteriores al matrimonio. “La identidad de género, por ejemplo. Queremos que los transexuales puedan tener un DNI con el nombre que elijan”. “Para nosotros, la diversidad no es una cuestión de derechos civiles, es una cuestión de derechos sociales”, cuenta. Dentro del peronismo, la recepción fue buena. “Es una recepción natural, no planteada como algo dramático. No pasamos a ser una especie rara, a ser tolerada, sino una agrupación más. Somos compañeros. Peleamos por la diversidad y los acompañamos en sus demandas”. “Obviamente a algunos compañeros hay que explicarles cosas”, dice Rodríguez. Sabe que es algo cultural con lo que debe lidiar. Los cambios son lentos. De hecho, muchos de sus modelos intelectuales, a los que homenajean en su blog, como Arturo Jauretche o Raúl Scalabrini Ortiz, eran lo que se llama “mataputos”, o sea homofóbicos. “Pero no se puede juzgar de forma anacrónica. Así era toda la sociedad en ese entonces”. Rodríguez cree que los argentinos están dejando de ser homofóbicos, que disminuyó la influencia de la Iglesia Católica y que esa secularización ayudó a acabar con ideas preconcebidas. Pero Esteban Rodríguez no es su nombre real. “Es que trabajo en un colegio y ya sabés los prejuicios que hay…”, explica. Eso indica que aún queda mucho por hacer. Los Putos Peronistas ya llegaron de La Matanza a la capital federal y hay pequeños núcleos en Neuquén y Mendoza. El movimiento se va extendiendo con entusiasmo a todo el país. Y es que, como resumen en su blog: “Los Putos Peronistas somos hijos políticos de estos años, en los que la política como sueño y promesa para cambiar este sistema social injusto vuelve a ocupar el centro de la escena”.


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