La magia, intacta: llegan los Reyes

Esta noche, a poner pasto y agua para los camellos...

La magia y el misterio de la misión de Melchor, Gaspar y Baltasar, los Reyes Magos, sabios o astrólogos que guiados por la estrella de Oriente llegaron al pesebre de Belén para honrar al niño Jesús hace más de 2.000 años, se mantiene intacta en el tiempo para los niños.

Los pequeños, inmersos en su alegría e inocencia nunca olvidan en la noche del 5 de enero poner pasto y agua para los camellos y sus «zapatitos» a la espera de los regalos que les traerán los Reyes, como símbolo del oro, incienso y mirra que ofrendaron al hijo de María, la Virgen, y José, el carpintero.

Uno de estos tres sabios, probablemente oriundos de Persia, es Melchor, que según la tradición transmitida por san Beda el Venerable, era un anciano de cabellos blancos y barba larga que ofreció a Jesús oro, como señal de reconocimiento de su realeza. Su nombre Melki-or, que significa «rey de la luz», le habría sido otorgado en su calidad de representante de los pueblos «del Mediodía», egipcios y etíopes, hijos de Kam. Gaspar representaba a los descendientes de Jafet y su significado es «joven, lampiño y rubio», y fue él quien según la leyenda sobrevivió a sus dos compañeros y alcanzó los 109 años.

Baltasar, Belsha'tstsar, que significa «el dios Bel protegerá al rey», representaba a los descendientes de Sem (semitas), era negro y de espesa barba, y algunas tradiciones difieren respecto a su longevidad. Algunos historiadores agnósticos afirman que no hay ninguna prueba objetiva de su existencia, pero en la Biblia y los Evangelios Apócrifos se menciona a los tres magos que cruzaron el desierto para arrodillarse ante el Mesías.

El Evangelio afirma: «he aquí que unos magos de Oriente llegaron a Jerusalén diciendo: ¿dónde está el recién nacido rey de los judíos?».

«La estrella que habían visto en Oriente, iba delante de ellos, hasta posarse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella tuvieron un gozo indecible. Entraron en la casa y encontraron al niño con María, su madre, e inclinándose le adoraron. Y abriendo sus tesoros, le ofrecieron oro, incienso y mirra», agrega otro párrafo».

Sobre el número y casta de estos magos, Mateo, el evangelista, en ningún momento dijo que fueran reyes y que fueran tres, ni dio sus nombres, ni la fecha en que fueron a ver a Jesús, por lo cual las precisiones fueron obtenidas del Evangelio Apócrifo Armenio de la Infancia.

Los evangelios apócrifos no son declarados textos de fe por la Iglesia Católica, pero a menudo los utiliza para dar mayor información sobre ciertas tradiciones populares.

El libro del profeta Isaías menciona dos de los dones que ofrecieron los magos: «multitud de camellos te cubrirá, dromedarios de Madián y de Efá; todos vendrán de Sabá, trayendo oro e incienso y cantando las glorias del Señor».

En los albores del cristianismo se mostraba a los reyes magos como de una misma raza, por lo que se cree que a través de los siglos se los exhibió de distintas razas para simbolizar la universalidad de esta religión.

La tradición cuenta que los Magos fueron instruidos en la fe por Santo Tomás apóstol, que murieron mártires y que en tiempos de Constantino sus restos fueron llevados de Palestina a Constantinopla y de ahí a Milán. (Télam)


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