La manipulación, el peor “Contagio”

Se termina la película y lo que menos se quiere es tener contacto con algún elemento que haya tocado otra persona. Uno mira a su alrededor y evalúa semblantes. Todos parecen normales, ninguno enfermo. La tranquilidad vuelve de a poco. Es hora de repensar el filme. Si hubiese aparecido tres años atrás, “Contagio” habría predecido la pandemia de gripe porcina que se expandió por el mundo. Sin embargo su intención parece ser todo lo contrario: advertir que puede pasar de nuevo, en cualquier momento. En una realidad donde el concepto de viral se traslada cada vez más a lo mediático –léase redes sociales-, Sodebergh nos mete de lleno en un mundo acosado por una enfermedad que se propaga en todas direcciones. Los científicos deben desentrañar una vacuna en poco tiempo, los gobiernos controlar a los ciudadanos exaltados y los laboratorios farmacéuticos pujan por tener la primera cura eficiente. El escenario tiene todos los ingredientes para una buena película de acción. En el medio, un Jude Law pleno de cinismo encarna a un blogger que revela los intereses cruzados entre las empresas y el gobierno. Pero sin embargo, no se olvida de que las millones de visitas de su página representan por sobre todas las cosas, un buen negocio. Soderbergh eligió una textura hospitalaria para tratar la mayoría de las imágenes de la película. Las luces frías inundan las escenas y trasladan una sensación constante de enfermedad. Ni siquiera la constelación de estrellas del filme (Kate Winslet, Jude Law, Marion Cotillard, Matt Damon, Laurence Fishburne y Gwyneth Paltrow), quitan la atención de la trama, que dramatiza pero no pretende conmover. El director busca mostrar virtudes y miserias de sus personajes por igual. Cómo una luz de alerta, “Contagio” nos sumerge en un triller político que nos recuerda a “Syriana” o a “El Jardinero Fiel”. Con menos complejidad que la cinta protagonizada por George Clooney y no tan “social” como la película de Fernando Meirelles, el director norteamericano se luce con su capacidad de contar una historia en múltiples planos, con un montaje rico y sutil que hace que el filme fluya hacia su final. Soderbergh pertenece a ese reducido grupo de directores que hace simplemente lo que quiere. Es capaz de hilvanar tres películas con Clooney (con quien tuvo una productora) y Brad Pitt a la cabeza, como “La gran estafa”, “La nueva gran estafa” o “Ahora son trece”, y luego pasar a filmes con tintes independientes. En este caso, más allá de la reacción casi instintiva de no tocar nada al salir del cine, lo que “Contagio” deja es el temor a la manipulación. Que puede venir desde el gobierno, desde los medios de comunicación en todas sus escalas, o de empresas que ven en un escenario de caos la oportunidad de obtener inmensas ganancias. Tal vez esto último, la manipulación, pueda ser la peor enfermedad que debamos afrontar los humanos.


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