“La mentalidad argentina es contraria a la gran minería”
El ex subsecretario del área advirtió sobre el crecimiento de “grupos fundamentalistas” que levantan consignas para desprestigiar la actividad. Contra el eslogan “Se la llevan toda afuera”, sostiene que aquí no hay grandes compañías nacionales porque “la palabra riesgo en la Argentina no existe”.
CLAUDIO RABINOVITCH
Agencia Buenos Aires
“Megaminería… cianuro… se la llevan toda”, son los términos que a manera de consignas, según el ex subsecretario de Minería de la Nación, Daniel Meilán, plantean los grupos ambientalistas más duros para desprestigiar el negocio minero.
“En esos movimientos sociales hay gente con buena intención, pero muchos aprovechadores”, asegura quien manejó ese área durante el gobierno de Carlos Menem y hoy es consultor en la actividad.
Más allá que la polémica acerca de los efectos que provoca la explotación minera en el medio ambiente tiene larga data, en los últimos años ha recrudecido a tal punto que hubo recientes manifestaciones violentas en Catamarca, y fuertes cuestionamientos en San Juan y La Rioja, donde se frenó el emprendimiento de Famatina.
“Personas que actúan sin ninguna racionalidad y se manejan desde el punto de vista marketinero se suben a temas que no conocen, técnicamente muy complicados”, sostuvo el especialista en una entrevista con “Río Negro”.
También discrepó con que sea eficaz la decisión de los gobernadores de crear empresas mineras provinciales.
–En medio de marchas y objeciones, ¿se puede analizar el tema con cierta objetividad?
–Megaminería, cielo abierto, cianuro, se la llevan toda. Es difícil debatir contra esos eslóganes. En 1996 fui el creador de la legislación sobre minería que pasó a ser la primera actividad con reglas propias de protección ambiental, con los estándares más rígidos, ajustados a normas como la australiana y la canadiense que tomamos como modelo. La minería a cielo abierto ha desplazado a la subterránea (como la de Sierra Grande) que casi no existe más y que era mucho más complicada desde el aspecto ambiental.
–¿Más que críticas a la ley hay sospechas sobre las autoridades políticas que la aplican?
–En la Argentina no creemos ni en nosotros mismos, menos en la dirigencia, pero nuestro país es uno de los más adelantados, hay un catastro minero automatizado, control ambiental, gente formada y equipamiento adecuado.
–En el caso de la Barry Gold hubo un cuestionamiento muy duro al gobernador de San Juan.
–A José Luis Gioja se lo atacó por haber sido el único referente de la política minera de los 90. El observaba en el horizonte la importancia de desarrollar la minería en su provincia. Trabajamos juntos en el acuerdo minero con Chile. Veíamos del otro lado la experiencia de Copiapó, donde las minas a cielo abierto están sobre los mejores valles de uva. En el país trasandino hay unas 20 explotaciones a cielo abierto.
–Se acusó al hermano del gobernador, el senador César Gioja tenía participación en el negocio.
–Lo atacaron porque tenía una empresa de bentonita, un delirio ya que la Barry prácticamente no compra ese mineral. En Bajo la Alumbrera se insistía con el peligro del cianuro cuando este elemento no se utiliza allí, dado que es una mina de oro y cobre y el cianuro se utiliza sólo en los casos del oro cuando está ubicado de una manera determinada.
–¿Y en Famatina, donde hubo protestas tan duras?
–Allí las empresas vinieron a realizar tareas de exploración, no de explotación.
–¿No hay una puja entre fuentes de trabajo y preservación de la salud?
–Nunca justificaría la eventualidad de envenenar a la gente, soy geólogo e ingeniero en minas; pero no se quiere discutir sino paralizar con miedo.
–¿Y el factor económico?. Se aduce que hay un beneficio excesivo para empresas extranjeras.
–En minería hay tres etapas: prospección, exploración y explotación. Entre el escalón 1 y el 3 caen el 97 % de los proyectos. Hay que tener un monto de dinero constante que en la Argentina anda entre los 150 y 200 millones de dólares. Cuando “Pino” Solanas dice que se la llevan toda afuera nadie se pregunta porque no hay “vivos” argentinos que aprovechan.
–¿Será por el avance de la tecnología?
–No, la tecnología hoy la comprás en el quiosco, es la misma en todos lados La palabra riesgo en la Argentina no existe, el que pone un millón quiere sacar ganancia en 15 días. La actividad minera va en contra de la mentalidad argentina. En el país hay 450 negocios en la actividad de la minería, ¿Sabés cuántos van a llegar en los próximos 20 años? Estimo que unos quince (doce de megaminería). Cada 200 millones que se arriesgan dan frutos 3 millones. Hay empresarios locales como Cholino (de Cholino e Hijos SRL) en Río Negro, una persona brillante pero a quien le da el piné sólo para invertir en bentonita. Entre los argentinos no hay una sola megaminera. Si fuera tan fácil “llevarse la guita”, ¿porqué no lo hacen los argentinos?
–¿No corresponde que el gobierno nacional discuta la manera de que queden mayores recursos aquí?
–Cuando se hizo el acuerdo federal minero en 1993 la gran minería estaba en pañales, había que convencer a los capitales que inviertan. Entonces se priorizó la estabilidad a largo plazo. No había a quien cobrarle royalties: Hoy hay 450 prospectos como el de la Barry por 5.000 millones de dólares, de Xstrata en Agua Rica por 3.500 millones o de Vale Do Río (potasio) en Neuquén por 4.000 millones. Desde luego se pueden modificar las reglas o mejorar la renta, pero teniendo en cuenta la competencia en el mundo con los proyectos que andan dando vuelta en cobre, oro, plomo, plata zinc, litio, niquel, cobalto, estaño, mulinello y potasio.
–No habría que incrementar las regalías?, ¿cuál es la situación en nuestro país?
–Aquí son del 3 % del valor boca de mina, en Chile o Perú se ha ido ajustando. Una posibilidad es hacer un cuadrito mineral por mineral reajustando las regalías de acuerdo a cada valor internacional. Por otro lado hay que manejar un equilibrio teniendo en cuenta que la minería es una de las actividades que más tributa, como la renta de impuestos va a la caja nacional ahí la discusión es política para que los recursos no se distribuyan según las banderías políticas.
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