La mesa y los comensales

El destino político de Kirchner y del gobierno de Cristina se juega en la provincia de Buenos Aires. Sólo si logra una ventaja apreciable contrarrestará los pronósticos desfavorables en el resto del país. Los dirigentes del peronismo prevén no ser convidados de piedra después del 29 de junio.

Redacción

Por Redacción

Cuando el periodista preguntó a boca de jarro si es cierto, como dice entre otros el economista Javier González Fraga, que el país vive la etapa final del ciclo K, un político amigo del patagónico meneó en señal de duda su cabeza y no descartó esa hipótesis. Admitió que el gobierno está en dificultades, pero sin rendirse volvió a delinear diferentes escenarios según canten los números del 28 de junio:

1) Si nacionalmente el oficialismo identificado con Néstor Kirchner consigue entre el 30% y el 35% de los votos (para ello tendría que juntar unos 37% o 38% en la provincia de Buenos Aires), aun perdiendo bancas en el Congreso, estaría en condiciones de «ser uno más» en la mesa de los popes del peronismo, que influirá en los dos últimos años de la gestión de su esposa Cristina Fernández, y en la discusión por la sucesión.

2) Si araña apenas por debajo del 30%, hay dirigentes como el sanjuanino José Luis Gioja, el chubutense Mario Das Neves y el formoseño Gildo Insfrán que ya están organizando un encuentro en el que Kirchner sería un minusválido ante ellos y otros como Carlos Reutemann, Carlos Schiaretti o Daniel Scioli.

3) Si el porcentaje superase el 35% en el conjunto de los distritos, «no hay mesa»: Kirchner volvería a ser el candidato del PJ para el 2011 y los jefes provinciales que se insubordinen serían ahogados financieramente desde las arcas centrales, dotadas de los fondos de la Anses.

4) Si se produjese una catástrofe electoral (paridad o derrota en la principal batalla bonaerense que influiría negativamente en el promedio general), se cumpliría el vaticinio de Emilio Pérsico: se le dejaría la Presidencia a Julio Cobos, en medio de una crisis que obligaría a anticipar la compulsa presidencial.

La alternativa número 4 no cuadra en la mente de Kirchner, que concentró todo su poder de fuego en el territorio de mayor poder electoral, en una suerte de matar o morir. Sabe que cada punto que sube en el populoso segundo cordón, donde se concentran las barriadas más humildes y trabajadoras, lo baja en la capital federal y el interior, con clases medias y altas refractarias al «clientelismo», el estilo K, la falta de diálogo y las nominaciones engañosas a través de intendentes o sus familiares y amigos.

Con una oposición dispersa que enfrenta sus propias contradicciones (a punto estuvo de estallar la difusa asociación entre Cobos y la alianza entre «Lilita» Carrió y el radical Gerardo Morales, Francisco De Narváez se trenzó con Felipe Solá sobre la conveniencia de peronizar la contienda, mientras Mauricio Macri reconvino a la «Madre Teresa» Gabriela Michetti), el matrimonio Kirchner acentuó los rasgos de su «modelo», sin trepidar en confrontar con un sector de los industriales, en especial con el grupo Techint.

Gran parte del establishment empresario se atrevió también a rebelarse contra Kirchner, siguiendo los pasos del campo, que la semana pasada derrapó por apelar a la violencia y a manifestaciones insultantes. El gobierno se puso en lugar de víctima y la mesa de enlace agropecuaria reaccionó rápidamente, para tratar de enmarcar la contienda en el proceso democrático.

Una y otra vez, Néstor y Cristina repitieron a tono con la prédica del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que su misión es articular lo público y lo privado. «No hay chavización ni una ideología al estilo del socialismo bolivariano de Venezuela», salieron al cruce voceros de la Rosada que sí, en cambio, aceptaron que la Anses podría designar más directores y/o auditores en empresas en la que la participación estatal ronda el 20%.

Un sector del kirchnerismo, el más raleado de las decisiones, abriga la esperanza de volver a enamorar al electorado. Impulsan una renovación audaz: proponen que los candidatos llamados testimoniales (entre ellos Scioli, Sergio Massa, intendentes, etc.) asuman realmente los cargos para los que se presentaron y den paso así a las segundas líneas.

Si Scioli decidiese ocupar una banca en Diputados, detrás de Kirchner, se abriría la puja en la provincia de Buenos Aires. Federico Scarabino asumiría interinamente hasta saber si la Legislatura habilita al vicegobernador Alberto Balestrini, candidato a diputado provincial.

Entender para creer. Creer para entender. Los argentinos desafían cualquier lógica. «Hacemos, cumplimos, no nos distraemos», responde Scioli cuando se lo interroga sobre su futuro político, atado inexorablemente al de Kirchner y al de un peronismo que se bambolea alrededor del poder. Hoy se ubica a la izquierda. Mañana, podría correrse a la derecha, con variantes amoldadas a las características de «Lole» Reutemann , Mauricio Macri o del siempre optimista ex campeón de motonáutica.

 

ARNALDO PAGANETTI

arnaldopaganetti@rionegro.com.ar

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