La muerte que desnudó la desidia estatal con enfermos mentales

El caso de una joven que murió en Roca generó revelaciones.

ROCA (AR).- Graciela Villanueva estaba en Roca desde marzo pasado. Por una orden judicial la habían trasladado desde Choele Choel al Instituto Nuestra Casa, creado para enfermos mentales. En el Valle Medio había sido detenida en el 2000, cuando tenía 23 años y asesinó a un tío, pero la declararon inimputable. Más allá de la afección que limitaba su coeficiente intelectual, no tenía dolencias físicas cuando la presentaron ante sus nuevos compañeros, en el inmueble de Los Andes y Bariloche.

A las 7 de la mañana del martes 10 de junio pasado Graciela murió en una sala del hospital «Francisco López Lima» de Roca. Entre los médicos, nadie sabía muy bien qué extraña bacteria la había afectado e incluso se habló de neumonía atípica ¿Qué le ocurrió? ¿Cómo se explica la paradoja de que una persona muera repentinamente si permanece rodeada de asistentes sociales, médicos y su lugar de residencia depende de Salud Pública?

La respuesta tal vez deba buscarse en la desidia de un Estado en crisis, que durante un mes desoyó las quejas de dolor de una mujer y a cambio le recetó «limonada» para calmar sus males. La respuesta tal vez deba buscarse en el deplorable edificio roquense en el que pasan sus días los pacientes de Salud Mental, conviviendo con cucarachas, ratas, sin agua caliente en varias dependencias y todo tipo de elementos denigrantes.

La respuesta deberá encontrarla la Justicia, que ya intervino en el caso y el viernes comprobó la realidad que afrontan los internos de la también denominada «Casa del Inimputable».

Un quiebre

El caso de Graciela Villanueva marcó un quiebre en la vida del Instituto Nuestra Casa. La muerte de la joven fue un disparador para que algunos empleados se animaran a hablar y mostrar el espacio en el que trabajan ellos y -peor aún- que habitan los afectados por enfermedades mentales.

Este diario pudo reconstruir la historia, que además cuenta con una denuncia presentada por la familia de la mujer en Choele Choel.

El eje de esa presentación también es el pésimo estado del inmueble que destina el gobierno rionegrino para contener a los pacientes de salud mental (ver aparte).

 

¿Una salida?

El Instituto «Nuestra Casa» es el centro diurno de atención a pacientes con afecciones mentales de variado tipo. Comenzó a funcionar desde que en Río Negro se sancionó la Ley de desmanicomialización (ver aparte) Los pacientes concurren al lugar para realizar distintas actividades laborales, en búsqueda de su medicación o sólo a pasar el tiempo y tener acceso a alguna comida y recreación. En el instituto trabajan alrededor de doce operadores, los cuales están en permanente contacto con los pacientes y se alternan por turnos cubriendo 24 horas de atención La vieja casa de Los Andes y Bariloche corresponde a un plan provincial de viviendas. Está a pocas cuadras del hospital «López Lima» y depende de él. Pero no es la única dependencia, otra casita a pocos metros de distancia, en la misma cuadra, sirve como anexo. Ambas están en ruinas Sólo hay un calefactor en la sala mayor y agua caliente apenas en un baño, donde el frío cala los huesos. Las cucarachas se cuentan de a cientas. Se las ve por todo el ambiente y se amontonan tras los espejos de los baños o en cualquier rincón. Los excrementos de ratas aparecen en todos lados. La penumbra y la humedad dominan las habitaciones. No parece ser el mejor lugar para reemplazar a los manicomios.

Al lugar asisten una treintena de pacientes entre permanentes y ambulatorios. La lista se engrosa con aquellos que sólo van a buscar su medicina recetada, que en la mayoría de los casos se trata de psicofármacos. Los internados son poco más de diez. Graciela estaba entre ellos Exigiendo la reserva de su nombre, uno de los operadores de establecimiento relató a «Río Negro» cómo era la vida de la joven en el instituto y cómo se precipitó el final.

Comentó que era una persona tranquila, agradable, con buen carácter y sus evaluaciones sobre su situación siempre fueron muy positivas. A pesar de que algunos creían que su externación era recomendable, Graciela siguió internada  

Las complicaciones

 

El inicio del fin fue el 21 de mayo, cuando la joven comenzó con fuertes dolores musculares en todo el cuerpo y abdominales en particular, además de altas temperaturas corporales Según un cuaderno en el que se registran todas las acciones del instituto -y al que accedió este diario- los llamados a la guardia de hospital para el envío de la ambulancia y el traslado de Graciela al nosocomio fueron diarios. Más aún, hubo días en los que se repitieron las idas vueltas del instituto al hospital Fue en uno de esos ingresos a la guardia cuando le recomendaron «una limonada» para calmar su dolencia. Antes, aspirinas, baños con agua caliente y otros consejos formaron parte de las instrucciones para curarla, según relató la fuente.

El 23 de mayo le realizaron estudios varios, incluidas placas radiográficas, «pero no advirtieron nada», continuó el operador Días después tuvieron que internarla. Sus pulmones estaban perforados. En el cuadernos de los movimientos del instituto consta que Graciela sufría «neumonía atípica», que su estado es muy grave y que tendrá para una semana más. Imposible más exactitud: era 3 de junio y Graciela falleció el 10  

La acción de la justicia

 

El caso de Graciela Villanueva generó revuelo en el seno del hospital. Desde el instituto miran con desprecio a los médicos que la atendieron. Imposible fue conocer la versión de las autoridades del «López Lima», que ante la consulta de «Río Negro» el viernes se negaron a contestar.

El silencio tal vez obedeció a que horas antes, la fiscal Ana Benito recorrió el instituto Nuestra Casa y dio inicio a una investigación penal por el estado en el que viven los pacientes de Salud Mental en Roca.

Nadie tiene hoy la respuesta completa sobre los motivos de la muerte de Graciela Villanueva. Las deplorables condiciones edilicias y sanitarias del lugar de internación, los desmanejos entre el instituto y el hospital de Roca, la falta de recursos, la judicialización de los pacientes inimputables. Todo forma parte de conjeturas.

De lo que pocos dudan es que si el Estado asumiera todas sus responsabilidades, hoy nadie la estaría llorando.


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