“La no pretensión, el secreto de las manzanas olvidadas”

Nací en Cipolletti y crecí entre manzanos que florecían todas las primaveras.

Algunos años caían heladas muy fuertes que quemaban las flores, y ese verano no había manzanas para cosechar.

Otros años, cuando las flores se habían transformado en pequeñas manzanas, llegaban ventarrones huracanados o tormentas de granizo que arrasaban con todo. Los manzanos se quedaban lastimados, sin hojas, desnudos como en pleno invierno, y ese año tampoco había manzanas para recoger.

Pero otros años los manzanos volvían a florecer… A la hora de la siesta las abejas me ofrecían conciertos de zumbidos mientras volaban entre las flores. Luego se caían los pétalos y asomaban las manzanas que crecían hasta ser cosechadas y enviadas a todo el país y al extranjero. Cuando esto ocurría, siempre era una alegría imaginar cómo las manzanas de nuestra pequeña chacra en el sur argentino viajaban a “todo el mundo”.

Meses más tarde, cuando llegaba el invierno con sus días oscuros y su brisa fría, yo caminaba entre los manzanos grises, jugando con el aire caliente que salía de mi boca como humo blanco, mientras buscaba manzanas que permanecían escondidas entre las ramas, “manzanas solitarias” que habían sobrevivido a las tormentas o que no habían sido cosechadas por no cumplir con “los cánones de perfección” requeridos por el mundo.

Estas eran las manzanas que más me gustaban, porque su corazón “aparentemente congelado” contenía el secreto de haber experimentado no sólo la primavera y el verano, sino también el otoño y el invierno.

Hoy, a miles de kilómetros de esos manzanos y después de haber florecido en esta vida muchas veces, habiendo experimentando tormentas de soles, vientos y granizo, reflexiono sobre aquellos que “sin moverse”, libres de toda pretensión, llegan con sus frutos a todo el mundo. Y pienso en todas las manzanas abandonadas y olvidadas que sólo tienen el privilegio de saborear aquellos que las buscan y descubren en su propio árbol, las manzanas más sabrosas, porque han experimentado todas las estaciones de la vida.

Jorge Capellán Maldonado

DNI 11.531.464

“Siempre era una alegría imaginar cómo las manzanas de nuestra pequeña chacra en el sur argentino viajaban a ‘todo el mundo’”.

Jorge Capellán Maldonado

DNI 11.531.464

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“Siempre era una alegría imaginar cómo las manzanas de nuestra pequeña chacra en el sur argentino viajaban a ‘todo el mundo’”.

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