La nueva guerra: La versión musulmana del «Guernica» está en Kadam

Bombardeo de EE.UU. hace desaparecer a todo un pueblo ganadero afgano. La prensa extranjera autorizada por los talibanes certifica la catástrofe.

KADAM (DPA, Reuters y EFE).- Un grupo de periodistas extranjeros invitados por el régimen talibán a visitar una localidad afgana se vieron confrontados a casas destruidas, el hedor de carne en descomposición y tumbas recientes, según dio a conocer un corresponsal de la BBC.

«Casi todas las casas en la localidad fueron destruidas», aseguró el corresponsal de la emisora británica Rahimullah Yousaf Zai, de nacionalidad paquistaní, en referencia a la localidad de Kadam, en el este de Afganistán.

Unas 230 personas murieron y solamente seis sobrevivieron el ataque, citó el periodista a funcionarios talibán. No se dio a conocer la cifra de población de Kadam.

Yousaf Zai fue miembro de un equipo de medios que intentó confirmar el reclamo talibán según el cual todo un pueblo fue destruido al ser alcanzado por los ataques estadounidenses.

En un principio se indicó que la cifra de muertos ascendía a 160, pero los talibán aseguran actualmente que hay 230 víctimas fatales, explicó el periodista de BBC.

La visita de los medios de comunicación fue organizada y conducida por los talibanes.

Yousaf Zai afirmó que el hedor a carne en descomposición -humana y de ganado- se sentía en el aire. La localidad de Kadam se encuentra a unos 35 kilómetros al oeste de la capital provincial Jalalabad.

Además, el periodista reportó haber visto tumbas recientes.

«Aunque no había 230», apuntó que algunas de las víctimas podrían aún estar enterradas bajo los escombros de la localidad. Tampoco está claro cuántos cuerpos han sido recuperados.

El corresponsal de la BBC relató que al grupo se le mostraron fragmentos de bombas estadounidenses. Al menos una no había explotado, dijo el periodista, un experto en asuntos afganos.

El periodista estimó que las fuerzas estadounidenses podrían haber apuntado a una ex base muyahidín en las cercanas colinas Tor Ghar, y que en cambio alcanzaron la localidad.

El grupo también fue llevado al hospital en Jalalabad, donde reciben tratamiento niños heridos en Kadam, relató.

Su reporte fue la primera descripción de la situación en territorio afgano bajo control talibán de un periodista independiente desde que fuerzas estadounidenses y británicas comenzaron sus ataques la semana pasada.

Uno de los alrededor de 15 periodistas autorizados, Zeeshan Haider, de la agencia Reuters, cuenta su experiencia al llegar al poblado de Kadam, al este de Afganistán. «No hay muchos supervivientes. No hay muchos testigos que puedan contar lo que pasó aquí el miércoles por la noche. Sin embargo, una cosa está clara: el grupo de cabañas de adobe y corrales que hay en 60 kilómetros a la redonda en torno a Jalalabad fueron abatidas por una tormenta de fuego.»

Los talibán dicen que Kadam fue devastado en un bombardeo estadounidense y que unas 200 personas fueron «asesinadas».

«Pido a América que no nos mate», dice Hussaiin Khan, un habitante de Kadam que cuenta perdió a cuatro niños y que sobrevivió porque salió corriendo de la casa cuando oyó el primer avión sobrevolando la zona.

Este periodista en territorio afgano cuenta que ni él ni sus compañeros fueron bien recibidos cuando cruzaron la frontera con Pakistán. Fueron increpados por un centenar de estudiantes con frases como «Abajo América», «Larga vida al Islam» y «Estamos listos para la guerra santa». «No es fácil precisar si fue una protesta espontánea u organizada, pero estaba claro que sus sentimientos eran auténticos», dice el reportero.

Los habitantes del poblado buscan entre los escombros de las casas destruidas por el ataque, pero, al paso de los forasteros, se detienen y nos espetan un «Abajo América». Un anciano decía: «Somos gente pobre, no nos golpeen. No tenemos nada que ver con Osama bin Laden. Somos inocentes», añadió.

La mayoría de los testigos de la tragedia ya no están vivos

No hay muchos testigos que puedan decir lo que sucedió con el pueblo de Kadam la noche del miércoles pasado. Casi no quedaron sobrevivientes. Lo único claro, sin embargo, es que un pueblo ubicado a 60 kilómetros de Jalalabad fue alcanzado por una devastadora tormenta de artillería.

Los periodistas fueron acechados por más de 100 estudiantes de una escuela islámica cercana que cantaban «abajo Estados Unidos», «viva el Islam» y «estamos listos para la Yihad (guerra santa)».

No se pudo precisar si la protesta fue espontánea u orquestada, pero era evidente que sus sentimientos eran genuinos.

Washington hasta el momento no formuló comentarios sobre el informe, aunque funcionarios del Pentágono dijeron que por lo menos una de las bombas había errado el blanco, en un suceso cerca de Kabul, desde que comenzaron los ataques aéreos hace una semana para capturar al fugitivo de origen saudita Osama bin Laden. Un oficial a bordo de la embarcación USS Carl Vinson, desde donde salen muchos de los aviones que bombardean Afganistán, dijo que la bomba de 900 kilogramos que quedó a la deriva causaría un «acontecimiento emocional significativo para cualquiera dentro de una milla cuadrada».

Lo que sea que haya destruido a Kadam, ciertamente tuvo ese efecto.

«He perdido a mis cuatro hijas, a mi hijo y a mi mujer», dijo Toray, un granjero que salió de casa cuando empezaron a caer las bombas.

«No hay bases militares en este pueblo: solo somos ganaderos», acotó. (Reuter)

Por un lado caen los misiles y por otro llegan los alimentos

A sólo unas semanas de que el frío y la nieve dejen inaccesibles muchas zonas de Afganistán, los organismos de la ONU encargados de la ayuda humanitaria libran una carrera contra el tiempo par llevar comida a millones de afganos amenazados por el hambre.

Según el Programa Mundial para la Alimentación (PAM) de la ONU siete millones y medio de afganos dependen de la ayuda internacional para sobrevivir al invierno y si no llega pronto comida y ropa de abrigo muchos podrían morir de hambre y frío.

A los cientos de miles de personas desplazadas por las luchas entre tropas de la resistencia y de la milicia integrista islámica talibán, en el poder, se sumaron decenas de miles más que huyeron de sus hogares desde que EEUU amenazó con atacar el país tras los atentados en Washington y Nueva York.

El PAM y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) iniciaron ya una carrera contra el tiempo para distribuir alimentos y ropa de abrigo en Afganistán antes de que llegue el invierno en noviembre.

Empleados afganos de organizaciones de ayuda humanitaria aseguran que al menos cuatro personas al día están muriendo de hambre y frío y según expertos en algunos lugares los alimentos se agotarán en diciembre.

Con montañas de alturas superiores a los 7.000 metros, la zona norte de Afganistán, donde se ubica el conocido como «cinturón del hambre», quedará virtualmente incomunicada por las nieves y el frío del invierno.

En un comunicado emitido, UNICEF asegura que continúa la distribución de ayuda humanitaria a pesar de los ataques iniciados el pasado día 7 por EE.UU.

Un convoy de UNICEF que partió de Irán llegó ayer a la ciudad occidental afgana de Herat, próxima a la frontera entre los dos países, con mantas, medicinas y agua para los refugiados concentrados en esa zona.

Otro convoy continuaba su camino desde la ciudad occidental paquistaní de Queta con ayuda humanitaria para los necesitados al sur y este afgano y estaban preparando el envío de más ayuda desde Uzbekistán y Turkmenistán, países fronterizos al norte de Afganistán, según el comunicado.

Pero en el documento UNICEF advierte que sólo queda «un mes o así para distribuir la ayuda necesaria».

El PAM informó de que ayer también llegaron dos convoys con ayuda humanitaria, uno de ellos a la capital afgana Kabul, y otra a la ciudad bastión de los talibán, Kandahar, en el sur de Afganistán.

(EFE)

Todo tiende a empeorar

Después de tres años de sequía y 20 años de guerra civil, son 6 millones los afganos que reciben algún tipo de ayuda humanitaria y 3,8 millones los que dependen de los alimentos que reparten los organismos humanitarios.

Los bombardeos han dificultado también el suministro de medicamentos, según la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna, que mantiene 48 centros de salud en Afganistán, que cuentan con existencias de medicamentos y materiales sólo para una semana o dos más.

El representante de la Federación en Peshawar, Andre Neascu, señaló que el año pasado alrededor de un millón de afganos fueron atendidos en estos centros. Las condiciones sanitarias en Afganistán prometen empeorarse con el desplazamiento de la población y la destrucción de la infraestructura.

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