La onda expansiva

Por Gerardo Bilardo gbilardo@rionegro.com.ar

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En adelante, el gobierno de Jorge Sobisch tendrá el desafío de administrar la provincia en condiciones aún más desfavorables que las conocidas hasta el momento.

Para dirigentes de un partido como el Movimiento Popular Neuquino, que saben de cosechas en tiempos de opulencia, la tarea por enfrentar será ardua y de dudoso éxito.

El martes último, tras los devastadores atentados ocurridos en los Estados Unidos, se observaban rostros de preocupación entre los funcionarios que conforman el gabinete local. En una conferencia de prensa convocada a la noche para repudiar los ataques terroristas, la imagen de Sobisch era la de un ciudadano conmovido por las imágenes de un golpe que fue transmitido en vivo y en directo por las cámaras de televisión a escala planetaria. Pero en su cara también se reflejaba el gesto de un gobernador de una provincia de un país periférico que acababa de tomar conciencia de que el costo se pagará en todo el mundo, aunque muy especialmente en los países emergentes.

Los pronósticos aún más recesivos que la globalizada economía se encargará de hacer realidad, es posible que terminen poniendo cuesta arriba todos los reclamos sectoriales, incluidos los de las provincias frente a Nación.

El plan de déficit cero de las autoridades nacionales ya se ramifica sobre los fondos de coparticipación y el bolsillo del Estado neuquino va directo al ajuste si no prosperan proyectos como el que impulsan todas las provincias para distribuir la recaudación del impuesto al cheque que, en el caso del Neuquén, representan 35 millones de pesos al año.

Frente al nuevo escenario mundial, la voz en queja alzada esta semana por los gobernadores para evitar la pérdida de parte de esos recursos financieros se parece bastante a un grito en el desierto. El probable repliegue sobre sí mismo de Estados Unidos en señal de autodefensa se hará sentir en todos los rincones y los organismos mundiales de crédito estarán más preocupados por colaborar con la primera potencia mundial que por atender las necesidades de un lejano territorio del Cono Sur.

Si el gobierno de Sobisch tenía planificada alguna estrategia para controlar sus gastos luego de las elecciones del 14 de octubre, ahora deberá acelerar esas definiciones para enfrentar lo que algunos ya definen genérica e imprecisamente como un mundo nuevo, el que nació tras los ataques producidos en la isla de Manhattan y en el edificio del Pentágono.

Por el momento, nadie ha planteado aquí una estrategia especulativa con el alza en el precio del petróleo para equilibrar la pérdida de ingresos de coparticipación y otros. Tal actitud sería la solución fácil y rápida de encarar para una provincia que cuenta con recursos de gas y petróleo. Pero apostar ciegamente al incremento de las regalías, producto de factores de la política internacional, no sería más que volver a esquivar las soluciones de fondo que Neuquén nunca encaró.

La política provincial no recorrerá en principio este camino, no por convencimiento de sus dirigentes, sino porque los técnicos del gobierno ya estuvieron analizando que los principales países formadores del precio en el mercado petrolero han decidido impedir un alza del crudo sostenida en el tiempo para no perjudicar aún más a la economía mundial.

De todas maneras, la evolución de la crisis y su influencia en todo el planeta se medirán día a día, como informó esta semana un vocero del gobierno a este diario.

La provincia de la que Sobisch hablaba hasta hace unas semanas, la de los gastos controlados, presupuesto en equilibrio y exportación de un modelo de gestión «exitoso» con proyección nacional, definitivamente ya no existe.

Las urgencias serán otras e incluso la campaña electoral no despertará el interés deseado por los políticos, como sí ocurrirá, y por bastante tiempo más, con las consecuencias mundiales derivadas del último atentado.

Neuquén, junto con el país, puede mostrarse aún más vulnerable de lo que ya es. Una realidad más compleja e imprevisible pondrá a prueba el ingenio de los políticos para superar la crisis económica interna que venía de arrastre y los nuevos desafíos a heredar de la nueva política internacional que ya comenzó.

Si como predicen muchos analistas, el mundo cambió la mañana del martes último con un suceso que ocurrió a más de 10.000 kilómetros de aquí, el oficialismo de esta provincia, la oposición y otros sectores sociales, como los dirigentes sindicales que están al frente de organizaciones gremiales del Estado, se verán forzados a abandonar sus obstinadas posturas y a reemplazar los caminos de la confrontación por los del consenso.

La estatura de los dirigentes se suele medir en la profundidad de los tiempos de crisis aguda como el actual.

Llorar por los rincones lo que pudo haber sido y no fue como la letra del más melancólico de los tangos o enfrentar la tempestad como sociedad madura, será el desafío de los días por venir.


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