La oposición admite que deja cuentas pendientes

Todos juntos, al inicio de este período, eran mayoría. Pero se fueron disgregando y terminaron convertidos en un archipiélago de bloques. Los diputados de la oposición reconocen que dejan sus bancas con cuentas pendientes. Y se reconocen como único mérito "haber puesto freno al proyecto hegemónico del sobischismo". Algunos dicen que los van a extrañar.

NEUQUEN (AN).- Cuando asumieron el 10 de diciembre de 1999 lo hicieron con grandes expectativas. Por primera vez en la historia legislativa de Neuquén, la oposición era mayoría. Cuatro años después, esa fuerza se esfumó y algunos de sus referentes admiten que gran parte de las perspectivas de trabajo quedaron en el camino. Y aunque coinciden al admitir que hoy cargan con las críticas de gran parte de la sociedad neuquina, aseguran que en el futuro se comprenderá que enfrentaron sin concesiones al gobernador Jorge Sobisch y su proyecto hegemónico.

«Me voy con una doble sensación -señaló el vicepresidente segundo de la Legislatura, el aliancista Ricardo Villar-. Intimamente me voy tranquilo porque creo haber hecho lo necesario. Además me voy más pobre que cuando entré (a la Cámara). Y políticamente, con la amargura de no haber podido conformar esta fuerza diferente al sobischismo, que comenzó con la Alianza y terminó toda desmantelada».

«Me voy frustrada y pido disculpas por no haber hecho más», se sinceró la presidenta del bloque del PJ, Iris Laurín. El diputado del Movimiento de Unidad, Eduardo Fuentes, reconoció que deja su banca «con la sensación de que podía haber sido una Legislatura más productiva». Y su par, Eduardo Rostan, reconoció que se marcha «bastante desilusionado». Pero aseguró que «en el plano individual hemos cumplido cabalmente la función, con aciertos y errores, pero en lo colectivo creo que la Legislatura tiene como cuerpo, como poder del Estado, una deuda enorme con la sociedad neuquina y tiene que ver con algunos conceptos y vicios arraigados en la dirigencia política, con el aval de gran parte de la comunidad».

Para el representante del ARI, Carlos Moraña, a la oposición se la recordará mal en una primera etapa. «Pero quienes padezcan la hegemonía que logró ahora el sobischismo -evaluó- con el tiempo van a añorar esta oposición que frenó dentro de lo posible el avance del autoritarismo».

Aún así, concordaron que «no es cierto que la Cámara fue improductiva y que no se trabajó». Es más , dijeron que las estadísticas demuestran que la mayoría de las leyes que se aprobaron provenían del Poder Ejecutivo. Ad

mitieron que se opusieron a muchas iniciativas del gobernador, pero que representaban perjuicios para gran parte de los neuquinos.

Consideraron, en cambio, que iniciativas como la reforma del Estado, de educación o de áreas naturales protegidas son parte d las deudas pendientes.

Villar evaluó que el resultado de cuatro años de trabajo legislativo es el producto del choque de dos formas de encarar la política. Por un lado, «el sobischismo con su intención hegemónica y su creencia de que discutir algo es un signo de debilidad. Y por el otro, nosotros que privilegiamos la búsqueda de consensos». Para Villar esa paridad de fuerzas «llegó a un punto muerto de no acuerdo».

Enfatizó que aunque era la primera vez que la oposición contaba con 19 diputados y el MPN con 16, «los números no daban» para producir grandes cambios en favor de los neuquinos. «Teníamos 19 legisladores, pero no había objetivos comunes entre los 19».

Laurín aceptó que a la oposición le faltó madurez y capacidad para hacerle comprender al oficialismo que como parte del gobierno «podíamos consensuar y construir». Para Fuentes, la Cámara «no logró estar a la altura de los reclamos sociales» y evaluó que el gran problema de la oposición «fue la ausencia del apoyo de partidos como el radicalismo y el Frente Grande».

Villar aseguró que hubo presiones de la dirigencia e intendentes del radicalismo neuquino y en su momento de la cúpula del gobierno de la Alianza a través del ex ministro de Infraestructura, Nicolás Gallo, «para que le aprobáramos todo a Sobisch».

Por eso subrayaron que el gobernador, cuando percibió que la Cámara no le era favorable, «mandó a obstaculizar y paralizar la actividad» y montó una campaña mediática que le rindió muy buenos resultados. Aunque confiaron que la sociedad neuquina analizará en los próximos años el rol que cumplió la oposición en su paso por la Legislatura. Por ahora, cargan con las críticas.

NEUQUEN.- Los proyectos de presupuesto de 2001, 2002, 2003, una ley de Educación, la reforma consensuada del Estado, la de áreas naturales protegidas, de Salud Mental, el revalúo de viviendas de la provincia, Etica pública y parlamentaria, de declaraciones juradas patrimoniales, defensor del pueblo de la provincia, de iniciativa popular, derecho a la información, forman parte de la extensa lista de proyectos que se quedaron atascados en las once comisiones de la Legislatura.

El aliancista Ricardo Villar admitió que no pudieron escapar de la trampa de las siete firmas que establece el reglamento interno de la Legislatura neuquina para que un proyecto consiga el despacho que lo habilita para su tratamiento en el recinto. Casualmente el reglamento se aprobó el 7 de diciembre de 1999. Es decir, tres días antes de que asumiera la gestión que privaba al MPN de la mayoría parlamentaria.

La cláusula de las 7 firmas le otorgó al oficialismo el poder de veto, porque las fuerzas en las comisiones estaban equilibradas: el MPN tenía 6 diputados y la oposición otros 6 integrantes. De todos modos, el MPN contó desde julio de 2002 con el acompañamiento de tres diputados menemistas que le permitieron recuperar el control del parlamento.

«Aunque la experiencia puede parecer negativa es culpa del MPN, que es un partido hegemónico que no está acostumbrado a debatir temas y salió a jugar con las reglas de la democracia», justificó Moraña.

NEUQUEN (AN).- Los legisladores Ricardo Villar, Iris Laurín, Eduardo Fuentes, Orlando Rostan y Carlos Moraña reconocieron, con algunos matices, que entre los aspectos destacables del desempeño de la oposición está el hecho de no haber cedido ante la presión del gobernador Jorge Sobisch en proyectos que, según coincidieron, perjudicarían a la mayoría de la población de la provincia.

Recordaron por ejemplo la emergencia económica que proponía el despido de unos 4.000 empleados públicos, la municipalización del EPAS y del EPEN, la Ley Federal de Educación, la reforma de la Constitución Provincial, que implicaba la entrega de los recursos naturales y no renovables, los cambios en el estatuto del docente y el empleado de la administración central, que fijaba el sueldo inicial en 250 pesos y cambiaba el régimen de categorías. También Chihuido II, que significaba un desembolso del Estado neuquino de 129 millones de dólares, el ferrocarril Trasandino, que representaba un aporte de la provincia por unos 80 millones de dólares a cambio de 50 kilómetros de red ferroviaria, la descentralización del Iadep. Y las ternas propuestas para cubrir vacantes en el Tribunal Superior de Justicia con abogados del círculo del gobernador que, recalcaron, representaba un copamiento del máximo tribunal.

Y como cuerpo legislativo mencionaron, entre algunas de las leyes sancionadas, la que transformó al EPEN en una empresa del Estado, la ley para promover estaciones de GNC, la de Turismo, la ligadura de trompas y vasectomía, el padrón de deudores alimentarios, de animales sueltos, la lucha contra la carpocapsa, las expropiaciones de tierras improductiva para proyectos productivos.


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