La paciencia

Dicen que la paciencia es un árbol de raíces amargas y frutos dulces. Acaso el gobierno municipal y la bancada del Movimiento Popular Neuquino debieran prestar más atención a esa sentencia popular…

La mudanza de la terminal de ómnibus a las afueras de la ciudad, desde su actual emplazamiento en una valiosa manzana frente al lago Lácar, fue promesa de campaña. Entonces, no sorprende que un inversor privado fuese tentado con ese fin por la administración de Luz Sapag, a través de la figura del «derecho de iniciativa».

El grupo, que entre otras administra la neurálgica Retiro, propone construir una moderna terminal en terreno propio, en el acceso Pío Protto, a cambio de la concesión de la manzana histórica. Allí y por 30 años de explotación, levantaría un hotel boutique. Por la terminal invertiría 10 millones de pesos y por el hotel otros 40, lo que no deja dudas sobre dónde pone sus expectativas.

Pero la propuesta sólo utiliza un 24 por ciento de la valiosa manzana (prevé un hotel de 7.200 m2, en tres plantas de 2.400 cada una), mientras el otro 76 por ciento quedaría para uso público. Por ese 24 por ciento la ciudad ganaría una terminal del doble de la capacidad actual, sin ocupar un terreno municipal aunque en un lugar incómodo desde el centro. Esa es la relación de costo y beneficio que defiende el gobierno, pero la manzana en cuestión es emblemática y su valor de mercado es varias veces millonario. Las reacciones contrarias no se hicieron esperar.

Por otra parte, es desprolijo que el Ejecutivo abrace a gritos la oferta del privado. Su tarea debió limitarse a interesarlo y allanarle el camino, pero una vez que el proyecto llegó al Deliberante de San Martín debió hacer un explícito mutis, para dejar que sean los ediles favorables y los mismos inversores quienes lo defiendan.

El derecho de iniciativa obliga a la licitación (al proponente se le reconoce ventaja), por lo que sería prudente para el gobierno guardar las distancias.

Lo sacó de la galera

Frente a la presión opositora, el MPN sacó de la galera el llamado a referéndum, como si fuese una concesión democrática. De eso nada, porque la Carta Orgánica ya exige un referéndum vinculante cuando se trata de disponer bienes municipales a favor de terceros con fines de lucro (la porción de la manzana destinada a hotel). Si el proyecto se declara de interés público, igual deberá llamarse a la consulta por el sí o el no.

Pero los partidos de oposición y otros más amigables con el MPN, insisten en pedir una audiencia pública previa, al interpretar que el referéndum es una opción cerrada, sin debate.

El MPN se opone con celo a la audiencia, argumentando que el referéndum es superador. Pero en verdad descree de las asambleas heterogéneas, que no le aseguran control. Aborrece las filípicas hirientes de organizaciones cuyas actitudes define con una frase: «no sé de qué se trata, pero si es del MPN me opongo». Sería un error de cálculo.

El partido en el gobierno está próximo a la impaciencia, y eso podría ser grave para el proyecto. Si realmente asume que la idea es ventajosa para la ciudad, le convendría aceptar la audiencia (no es vinculante) y aguantar estoico los tortazos, para que nadie pueda luego enrostrarle sospechas de armar paquetes a espaldas de los vecinos.


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