La peña: La otra pata de las fiestas donde cada uno pone su arte

La peña: La otra pata de las fiestas donde cada uno pone su arte

Columna semanal

Pueden generar indiferencia o furor, pueden llenar su pequeño espacio o pasar inadvertidos. Pero siempre están, con buen tiempo o sin él. Es que aman lo que hacen y viven de lo que hacen.

Una imitación en miniatura de una guitarra me llamó la atención en una feria de artesanos. También los pequeños mosaicos de vidrio trabajado, o los que trabajan la piedra negra. A la par, un auténtico juguetero, de esos de antes que hacían arte con la madera. Algunos didácticos otros no tanto. El cuero también tenía su espacio y los que con tuercas, tornillos y latas convirtieron el desguace en una moto en miniatura.

Admirable, así es el mundo de los artesanos, unos con más cualidades que otros, pero todos iguales en el deseo de la admiración pública. Me detuve en uno de los puestos y le dije al autor, un hombre entrado en años, que su tractor ideado con pedazos de metal era una maravilla. No lo compré, pero vi en el rostro de este artesano, que el orgullo lo sentía bien adentro.

Los artesanos son una parte esencial de una fiesta, de un festival, porque hay gente que ni siquiera se entera de lo que pasa en el escenario. Otros van a comer, pero la gran mayoría del público va a “ver qué hay”. Tal vez sólo compre uno de cada diez visitantes, pero esa pequeña compra permite seguir, sobrevivir.

La vida del artesano que va de fiesta en fiesta ya forma parte de la tradición, de estar siempre presente. Pero a ellos nadie les paga, van a vender, pero ponen su magia para que la pequeña o gran fiesta sea más linda.

Claro, no todos venden, no todos son exitosos y a veces se van y vuelven sin vender nada. Pero es el amor al arte el que les permite seguir, competir con productos de industria y decir orgullosos, esto está hecho a mano.

Las fiestas no serían las mismas sin la creatividad y la vida que le ponen los artesanos. Ahí está el ingenio, la capacidad de crear pequeñas o grandes cosas para cosechar admiración. Siempre otra fiesta los espera.