La pobreza del Millo

<b>River no jugó para ganar, Olimpo fue más y el empate mantuvo a los de López en zona de promoción.</b>

El partido de la fecha, como se lo promocionó durante toda la semana, reflejó ni más ni menos que la realidad de dos equipos que luchan por escaparle al fantasma del descenso. Eso sí, Olimpo fue bastante mejor que un inexpresivo River que no atacó casi nunca y que por eso sigue en zona de promoción.

Extraña fue la postura de este River, sobre todo si se comparan las declaraciones de los días anteriores –Matías Almeyda llegó a decir que se jugaban “la historia”– con la actitud que tuvo el equipo para pararse en la cancha de los bahienses. El empate le servía de poco a los dos, sobre todo porque Tigre había bajado al líder Vélez, pero sólo el local evidenció reales intenciones de ganar. Igual, la historia se cerró 0-0. Jugaron un primer tiempo aburrido, tedioso, que solamente se escapó de ese estado cuando el local contó con pelotas paradas. El equipo de Jota Jota estuvo desconectado, impreciso, lejos de salirse de un formato de rusticidad total. Apenas Erik Lamela mostró algo de lo suyo, pero el potencial crack juega tan lejos del arco rival, que sus arrestos individuales generalmente quedan en la nada.

Si hubiese que nombrar un ganador moral de los 45’ iniciales, tendría que haber sido Olimpo, que contó con tres situaciones claras y algunas aproximaciones más. El equipo de Omar De Felippe preocupó por las bandas, pero sobre todo cuando los balones detenidos los manejó Martín Rolle. El ‘10’ tuvo la apertura del marcador a los 36 con un tiro libre que dio en el palo después que el balón le pasara por abajo del cuerpo a Carrizo.

Cuatro minutos más tarde, primero lo tuvo Castillón y se lo negó Carrizo y en el rebote Pezzotta le cobró una falta a Maggiolo que no pareció. Antes, Aguirre con un disparo de media distancia, y Maggiolo y Galván con un par de cabezazos, inquietaron a Carrizo.

En la segunda parte creció la superioridad de Olimpo, que manejó el balón y redujo el fútbol de River a la mínima expresión -alguna que otra intervención de Lamela-. Antes de los 15 tuvo tres situaciones claras: un disparo de Aguirre que atajó Carrizo, una salida rápida del arquero que obstruyó la definición de Maggiolo y otra buena intervención del ‘1’ tras un zapatazo de Cobo.

¿El Millo? Apenas una apilada de Lamela que acabó en un zurdazo de Pavone desviado y un tiro libre del ‘10’ sin mucho peligro.

Como en pocos partidos, el conjunto de Núñez dependió de manera total de las arremetidas y las gambetas de un Lamela que no tiene socios futbolísticos, que se saca rivales de encima con mucha facilidad pero que casi todas sus jugadas terminan en insinuaciones. Olimpo no fue brillante, pero sí mucho más profundo.

Sobre todo por el sector derecho, lugar por el que se filtró generalmente Aguirre para llevar peligro.

El volante tuvo otras dos clarísimas: una a los 22, cuando Rolle le puso una habilitación bárbara y el ‘calvo’ mediocampista cabeceó y su pelota pegó en el travesaño; la otra cuando un bombazo suyo casi se mete en el ángulo.

Con el último disparo de un solitario Pavone se fue el partido. Y comenzó otra semana dura para un pobre Millonario.

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