La primera escuela del barrio Oeste

LARINCON DE LOS SAUCES (ARS).- Con cada comienzo de clases, las escuelas de Rincón no dan abasto para recibir la gran cantidad de chicos que llegan año tras año desde otras localidades.

El acelerado crecimiento poblacional quebró la estructura educativa local obligando a las autoridades a habilitar escuelas en lugares insólitos.

Es así como el colegio primario 346 hace más de un año que dicta clases en algunas cocinas, cocheras y dormitorios, todas pertenecientes a viviendas prestadas por una empresa petrolera.

El hecho motivó que docentes, padres y alumnos fueran protagonistas de una multitudinaria manifestación en repudio a la «hibernación de los funcionarios provinciales», según dijeron.

Hace pocas semanas, la municipalidad confirmó el inicio de obra para edificar el primer establecimiento en el barrio Oeste, correspondiente a la carente escuela 346.

El Concejo Deliberante desafectó un espacio verde en la periferia del barrio, para que a mediados de agosto comience la anhelada construcción.

La obra tendrá un costo de 1.2 millón pesos con un tiempo de ejecución de diez meses.

Los padres del lugar se mostraron motivados con el anuncio oficial a pesar de que no podrán sacar a sus hijos de otras escuelas más lejanas para que concurran al nuevo establecimiento. Si lo hicieran, saturarían la matrícula del nuevo colegio.

Sin embargo, los niños que ya estaban asistiendo a la precaria escuela 346 y aquellos que ingresen al primer grado podrán disfrutar del flamante colegio.

Los vecinos del barrio Oeste también expresaron su preocupación por un peligroso río seco que pasa por detrás del predio indicado para levantar la escuela.

El sistema de desagüe pluvial de la zona es uno de los más violentos en épocas de lluvias.

Desde la municipalidad aseguraron que «ese canal natural tiene la suficiente contención para que el agua siga el curso y no se desvíe, aún transportando grandes cantidades de agua».

El personaje: Conductor, operador, maestro y gaucho

RINCON DE LOS SAUCES (ARS).- Enseñó a leer y escribir a pequeños de una remota escuela rural del Auca Mahuida, hoy repite esa actividad en un colegio de la ciudad.

De lunes a domingos le pone color folclórico al éter local conduciendo y operando «El fogón, entre mate y mate» emitido en una radio FM.

Organizador de eventos autóctonos siempre a beneficio de otras instituciones y conocedor como nadie de las costumbres gauchas.

Con 43 años, Américo Pérez, «el maestro gaucho», es otro ejemplo para la docencia local.

Llegó a ésta ciudad en 1986 y después de dictar clases en los establecimientos urbanos, tuvo la oportunidad de educar a 13 chicos de campo en un recóndito punto del extenso macizo Auca Mahuida.

Calefaccionados con leña, muchas veces húmeda, con electricidad generada por un motor pocas horas durante el día y compartiendo cada espacio de la pequeña escuelita, Américo y sus alumnos lograron una inolvidable y estrecha amistad.

«Estar en el Auca fue una de las cosas más lindas que me pasó, es una experiencia única y a pesar de las carencias, uno con los chicos se arregla», aseguró.


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