La producción alcanzará su punto máximo en el 2015

Como la muerte, nadie sabe cuándo ocurrirá, pero de lo que sí podemos estar seguros es que ocurrirá: un día tendremos que vivir sin petróleo. Lo más posible es que aquellos que ronden los cuarenta años les toque vivirlo. Y desde mucho antes de que ocurra, tendremos que aprender a utilizar otras fuentes de energía. Y de las decisiones que tomemos en los próximos años dependerá que nuestros hijos nos agradezcan o maldigan por las opciones energéticas que les dejemos.

Es posible que siempre exista petróleo en algún lugar de la Tierra, pero lo que pronto puede ocurrir es que será muy costoso extraerlo, ya porque sea técnicamente muy difícil o porque, al compararse con otros combustibles, sea muy costoso o muy contaminante.

En marzo de 1998, en un artículo en la revista Scientific American, los doctores Colin Campbell y Jean Laherre concluían que «el mundo no está quedándose sin petróleo, al menos no por ahora». «Lo que nuestra sociedad va a enfrentar, y muy pronto, es el fin del petróleo barato y abundante del cual dependen todas las naciones industrializadas».

Los dos expertos también indican que todavía podrían producirse unos mil millones de millones de barriles de petróleo convencional. Sin embargo, en un informe publicado en el 2002 por el equipo de Asesoría en Energía de EE.UU., se indica que quedan unos tres mil millones de millones de barriles.

En la actualidad se producen unos 75 millones de barriles por día. Algunos analistas conservadores (léase pesimistas) dicen que la producción global de petróleo de todas las fuentes posibles llegará a su punto máximo alrededor del año 2015, con unos 90 millones de barriles, lo que permitirá un modesto aumento en el consumo.

En el estimativo de Campbell y Laherre, esa producción de 90 millones de barriles podrá mantenerse por unos 30 años, por lo que cambios drásticos deberán hacerse antes del 2030. Y deben ser drásticos: para empezar, el 90% del transporte mundial depende del petróleo.

La mayoría de las comodidades químicas y plásticas de la vida -como mobiliario, productos farmacéuticos y comunicaciones- también dependen del petróleo, algo de lo que pocas veces nos damos cuenta. Los que son realmente pesimistas quieren que dejemos de usar el petróleo para transporte de inmediato, y utilizarlo para propósitos en los que sea irremplazable.

El banquero inversionista Matthew Simmons, ex consejero de George W. Bush, al analizar esta situación dijo: «Cualquier análisis serio muestra evidencia sólida de que los países que no sean de la ex Unión Soviética o de la OPEP, ya llegaron a su máximo de producción petrolífera y probablemente está disminuyendo». (BBC)

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