La producción de miel: una alternativa laboral que gana adeptos 

La apicultura atrae a fruticultores, artesanos, empleados y técnicos. Es una actividad en crecimiento, en la que no se requiere de una gran inversión para comenzar. Desafortunadamente, en la provincia del Neuquén todavía faltan soportes legales y técnicos para la actividad.

NEUQUEN (AN).- Una de las más antiguas referencias es la promesa que, dicen, Yavé le hizo a Moisés: «Te llevaré a la tierra que mana leche y miel». Desde entonces, la miel -como el vino, como el pan- acompañó la historia de los hombres, siempre asociando la dulzura y el trabajo.

En esta provincia es un producto no tradicional a escala doméstica aunque los apicultores apuestan a que se convierta en su actividad primordial.

El abanico actual de la apicultura contiene a gente que desarrolla otra actividad de subsistencia -empleados, artesanos, técnicos-, la cultiva como complemento o para optimizar su producción habitual -fruticultores- o la abraza como principal fuente de ingresos -desempleados-.

Ana María Cangiano, Herminia Guzmán y Atilio Holzman reúnen en conjunto casi 200 colmenas, distribuidas en diferentes localidades de la Confluencia. Forman parte de los 14 apicultores de la zona de Centenario y sus historias tienen puntos en común.

Holzman es un carpintero que hace más de diez años elabora miel. Posee 140 colmenas, una planta de extracción en su casa y este año, debido a las condiciones climáticas adversas en la Confluencia -primavera anticipada, fríos precoces-, producirá sólo el 30 por ciento de la miel que obtuvo el año pasado.

Enumera algunos puntos importantes: la asistencia técnica, y menciona al Centro Pyme y el asesoramiento otorgado durante el año pasado.

En segundo término, sostiene que la unión de los productores para ejercer presión y lograr buenos precios. Los «14 de Centenario» están a punto de constituir una cooperativa.

«Queremos lograr una marca para darle valor agregado al producto, porque siempre se dice que el primer millón es lo que más cuesta y nosotros no lo tenemos», afirma mientras el ahumador hace un péndulo en su mano y ahuyenta las abejas para que sus compañeras y Nancy García, la asesora del Centro Pyme, puedan trabajar en las colmenas.

El lugar es un lecho de alfalfa entre las mesetas, muy cerca de la explotación de Moño Azul sobre la ruta hacia el lago Mari Menuco. Está a orillas del río Neuquén y el propietario de las abejas se apellida Garrido.

Herminia Guzmán fue empleada de rentas en Centenario, renunció y ahora atiende empresas en forma particular. Desde tres años atrás, comenzó con las colmenas. Hoy explota 40 en Senillosa, junto Ana María Cangiano, que hará este año su primera temporada con diez colmenas.

Cangiano también es empleada en rentas en Centenario. Las dos mudaron los panales a Senillosa huyendo de los agroquímicos, un enemigo letal para las abejas. «Falta reglamentar la ley y coordinar acciones», explican. Tampoco se valora suficientemente la función de la polinización para mejorar la fruticultura, dice Nancy García.

El buen manejo técnico y económico de las colmenas, explica, «es la única manera» de sobrellevar los climas adversos, la falta de flora y normativas adecuadas.

Una producción puede empezar, dice Holzman, con mil pesos, el costo de diez colmenas. Si se adquieren los núcleos al principio de la primavera, ya produce en el primer año, afirma. La inversión se recupera «según el manejo que se haga», en la segunda temporada.

Recomienda adquirir «lotes de calidad», que «significa mansedumbre, buena productividad y buena sanidad». Apunta que los promedios de producción dependen de la zona, «acá son bajas, de 30 kilos anuales por colmena».

En la temporada 1998-1999 obtuvo 50 kilos de promedio, pero este año no superará los diez kilos. Además de la miel -que comercializa en Buenos Aires, con mayoristas que fijan el precio- probarán con jalea real, propóleos o polen en la medida que los ensayos resulten positivos.

Mario David es un artesano oriundo de Tornquist, provincia de Buenos Aires, que reside en Zapala hace siete años, posee colmenas instaladas en Las Lajas y vende su orfebrería en la feria de la plazoleta, en esta capital. Integra un grupo de ocho o nueve apicultores -de Bajada del Agrio y Mariano Moreno- que se reúnen semanalmente. Se inició en la actividad hace cinco años y esta temporada le fue «muy bien: de los 20 kilos por colmena del año pasado, llegará a casi 40 kilos esta temporada».

Enrique Zaffalon hará su primera experiencia, después de un intento fallido hace un año. Nació en Concordia, Entre Ríos, y vino para la obra de la represa Piedra del Aguila. Vive en Picún Leufú, es desocupado y apostó a la apicultura.

Trabaja con cuatro productores más, y comercializan la miel que fraccionan a 3,50 pesos el kilogramo «puerta a puerta, casa por casa». Su expectativa es unirse con «otros productores para producir más».

El Centro Pyme hizo un relevamiento, definió las zonas apícolas y su rango de producción y diseñó el primer programa integral para el sector. Las zonas son, en orden decreciente de participación en la producción, el norte, Confluencia -dos áreas-, Cutral Co, centro -Zapala y zona de influencia-; Picún Leufú y el sur -Junín, San Martín de los Andes- (ver aparte). En cada zona, el organismo detecta referentes que trabajan como multiplicadores de una red para convertir a la apicultura en una alternativa económica y sustentable.

En busca de un impacto de crecimiento 

NEUQUEN (AN).- El estudio preliminar elaborado por el Centro Pyme para la apicultura, que fue presentado el viernes pasado a los productores, se planteó como objetivo principal el aumento de la rentabilidad de la colmena, mediante el impulso a mecanismos de polinización al tiempo que incorporará otros subproductos -jalea real, polen, propóleos-.

También se propuso aumentar la productividad a través del mejoramiento sanitario de las colmenas y el seguimiento técnico del manejo de la producción.

La red de apicultores se planteó también crear una «marca de origen» que les permitirá certificar el producto -con un mayor valor agregado- e identificarlo al momento de la comercialización.

Este paso los habilitará para negociar en mejores condiciones con las grandes cadenas de consumo, y dar un salto cualitativo en este punto del circuito comercial.

Según el estudio, el aumento de las colmenas generará una presión importante en la frutihorticultura con aumento en cantidad y calidad de frutos a partir de un proceso más intensivo de polinización.

En paralelo, solicitarán al Estado reglas claras de juego en la producción y comercialización, la reglamentación de la legislación vigente y la introducción de especies aptas para la floración en los programas de forestación -salicáceas, eucaliptos, acacias- que también pueden utilizarse en la industria maderera y papelera, en lugar de variedades de coníferas que «nada aportan a apicultura.

El programa de desarrollo apícola elaborado con la coordinación de Osvaldo Durante, del Centro Pyme, se aplicará en tres años.

Posibilidades de cada zona

En el primer ciclo se procurará conocer a través de ensayos las posibilidades de producción de cada zona, la metodología ideal y previsión de resultados. También supone un tramo de capacitación y la puesta a punto de técnicas de laboratorio.

En el segundo año se aplicarán por zonas los datos de mejoramiento obtenidos de los ensayos y comenzará a mejorarse la calidad de los procesos de elaboración de subproductos.

Al mismo tiempo, se promoverá la asociación de los productores en la etapa de comercialización.

El tercer ciclo se utilizará para planificar la estrategia comercial de productos «neuquinos» como patagónicos o «patagónicos-orgánicos», que implica agregarle valor a la producción. Como correlato, se desarrollará un mecanismo de certificación de esos productos apícolas.


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