La profunda fragmentación social atemoriza Londres
La marginalidad de los excluidos tensa la sociedad.
AP
LONDRES.- Luego de la semana más violenta de los últimos veinticinco años en Inglaterra, Londres y el resto de las ciudades afectadas por los disturbios retoman su ritmo de vida cotidiano. El saldo dejado por la espiral de violencia asciende a cinco muertos, 1700 detenidos y más de 200 millones de libras de pérdidas por daños materiales.
Mientras se realizan las tareas de limpieza y reparación de los destrozos y se juzgan a los culpables, una serie de preguntas comienzan a adquirir importancia: cuáles fueron las causas que originaron los disturbios, quiénes son los responsables y por qué se han generado niveles tan altos de violencia. Las primeras respuestas, aunque hipotéticas, revelan la conjunción de múltiples factores.
Inglaterra es una nación multiétnica y Londres es la ciudad donde mejor se puede observar este fenómeno demográfico. La ciudad capital, cosmopolita como pocas en el mundo, está habitada por comunidades de los orígenes más diversos. Afro-caribeños, asiáticos, europeos del este, latinoamericanos y otras comunidades se alternan en los diferentes barrios.
A pesar de ser un espacio de gran diversidad, la multiculturalidad que se experimenta en Londres dista mucho de poseer rasgos integradores. Si bien existen algunas excepciones, la tendencia general es a la generación de los denominados “guetos” étnicos. Estas comunidades suelen encerrarse en sí mismas procurando alejarse de las demás. En algunos casos el aislamiento social contribuye a ampliar las inequidades presentes en la sociedad. Esto contribuye a aumentar la posibilidad de descontento y desencadenar violencia.
Desde el punto de vista económico también se plantea una importante brecha social. Un ejemplo claro de esta situación es Londres, donde conviven dos realidades. Por un lado, una ciudad con un alto nivel de vida reflejado por lujosos barrios como Chelsea y Nothing Hill y por barrios de pujante clase media como East Dulwich. Por el otro, zonas de pobreza con altos índices de desempleo y marginalidad como Hackney o Tottenham. Ese último Londres, el que no figura en los mapas turísticos, contiene importantes tensiones sociales latentes.
A pesar de que todavía se debate sobre su grado de incidencia en los hechos de violencia, los recortes realizados por el gobierno conservador a los beneficios sociales, estimados en más de 17 mil millones de libras, podrían ampliar las diferencias entre ricos y pobres. Las primeras ejecuciones de las reducciones en ayuda social ya han generado un importante descontento en los sectores afectados. La pérdida de las prestaciones en plena retracción de la economía nacional podría haber contribuido a generar un terreno propicio para el estallido de violencia.
Queda claro que los aspectos anteriormente citados han tenido un importante grado de incidencia en el desencadenamiento de los hechos de violencia, sin embargo el análisis de la composición social de los participantes de los incidentes y su accionar rompe con cualquier intento de simplificación argumental y genera la sensación de estar ante un fenómeno extremadamente complejo que no se puede atribuir a una causa de forma definitiva.
Gracias a la identificación de los implicados se pudo corroborar una composición multiétnica de los participantes en los actos de violencia, individuos de todas las comunidades han participado en mayor o menor medida. Esta situación dejaría sin argumentos cualquier intento de vincular las revueltas a un grupo étnico en particular. Lo mismo sucede si se analiza a los detenidos desde el punto de vista económico. A pesar de que las revueltas estaban conformadas por miembros mayoritariamente pertenecientes a clases de bajos recursos, también se expusieron algunos casos de personas de buena posición socioeconómica que participaron en los desmanes. Un caso testigo es el de la atleta y modelo Chelsea Ives, de 18 años, embajadora de los Juegos Olímpicos, quien fue entregada a la justicia por sus padres luego de encontrarse un televisor entre sus pertenencias.
Otro dato que llama la atención es la enorme cantidad de menores que participaron en las revueltas. Según datos estadísticos, un 20% de los detenidos es menor de 18 años, llegándose a registrar el caso extremo de una niña de 11 años. Esta situación ha dejado en evidencia el grado de desprotección familiar educativo y social que experimentan los jóvenes de algunos sectores de la sociedad.
Otro importante punto en el análisis está referido a la motivación de las manifestaciones. Si bien las protestas comenzaron en el barrio de Tottenham, cuando unas 300 personas se manifestaron para reclamar por la confusa muerte de Mark Duggan durante un operativo policial, ninguno de los episodios posteriores se realizó bajo consigna alguna.
Desde el inicio de los actos de violencia el gobierno ha sido objeto de sucesivas críticas. Al margen de que los acontecimientos comenzaron cuando las máximas autoridades se encontraban de vacaciones, existió una reacción tardía para contener los hechos. También se critica a las fuerzas de seguridad, quienes tuvieron una actitud pasiva hasta que recibieron la orden tardía de reprimir. En ese momento se las autorizó a usar balas de goma y cañones de agua. Ese cambio de actitud se reflejó en una rápida disminución de la violencia.
Aunque todavía resulta difícil determinar cuáles serán las consecuencias de los hechos, Cameron anunció su intención de impulsar una serie de medidas tendientes a reducir la posibilidad de futuros actos de violencia.
POR FEDERICO PETTINATO
Especial para “Río Negro”
¿Por qué se generó un nivel tan alto de violencia popular? El debate y el análisis de causas dividen la opinión de los británicos.
AP
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