La quiniela paralela mueve $18 millones al año en Río Negro

Es un verdadero boom en el Alto Valle.Hace furor en Cipolletti, principalmente.Por noche, recauda más de $60.000.Las ganancias van destinadas a sólo tres personas.

Llega la noche y el movimiento en varios puntos del Alto Valle se acelera. El escenario encuentra cerca de las 21 a un hombre que entra apurado a su casa. Toma las anotaciones que hizo durante el día y se dirige al teléfono para pasar un fax lleno de apuestas. Centenares de personas hacen lo mismo simultáneamente desde Cipolletti a Villa Regina, que al cabo de un año dejarán 18 millones de pesos de ganancia sólo a tres personas. Así trabaja la quiniela clandestina en la región, que se ha constituido en un verdadero boom más que atractivo para cientos de desempleados que ven en ella una salida laboral nada despreciable.

La actividad paralela creció sin parar en los últimos años, estimulada por un sistema de juego legal absolutamente regulado por el gobierno provincial. Un esquema así, inevitablemente lleva a muchas personas a buscar otras alternativas a la hora de apostar. Y como ocurre con toda actividad regulada, la prohibición tienta a buscar vías «clandestinas». Con un sistema no monopólico desde lo oficial, las opciones serían transparentes y competitivas.

«El Estado tiene la potestad absoluta del juego, como lo indica la tendencia mundial actual. No vamos a privatizar nada», se defienden funcionarios del gobierno, desde Viedma.

Los entendidos dicen que en Río Negro se concentra casi exclusivamente en el Alto Valle, mientras que en Neuquén casi no existiría a fuerza de tener un Estado omnipresente. Un informe de la Asociación Rionegrina de Agentes de Lotería y Quiniela revela que el 40% de las apuestas de quiniela que se hacen por día se canalizan en forma clandestina. Esto representa 60.000 pesos de los 210.000 que movilizan las apuestas a diario. Los otros 150.000 corresponden a la Lotería de Río Negro, que debe distribuirlo en educación, salud y otras obligaciones del Estado para con la sociedad.

¿Por qué cada vez más gente opta por salir a vender en la clandestinidad? Las respuestas que se dan son contundentes: los «levantadores» reciben una comisión del 22% sobre lo que recaudaron en día, mientras que de la quiniela oficial sólo perciben el 12%. Además cobran un 20% adicional sobre la ganancia neta mensual.

En este argumento se advierte la influencia de la crisis económica y la necesidad de capearla. Claro que el enjambre de levantadores de apuesta se debe a un minúsculo grupo de hombres que parecen lograr pingües ganancias.

Las fuentes consultadas por este diario aseguran que no son más de tres las redes en la zona, que tienen divididas su terreno sin mezclarse ni molestarse. Uno trabaja en Cipolletti y Cinco Saltos y los otros dos en Allen, Roca y Cervantes. Cada uno tiene personas a cargo, clasificados en categorías según las ganancias diarias. Los de categoría 1 son aquellos que reportan más de 2.000 pesos diarios, mientras que los de categoría 2 se ubican por debajo de esa cifra. A su vez, cada uno de ellos cuenta con 10 ó 15 «levantadores» trabajando, que también les dan ganancia extra porque los «jefes» pagan 100 pesos mensuales por cada «levantador».

Sin embargo, la quiniela clandestina no sólo opera en la calle o casas de familia. Muchos subagencieros rionegrinos también optaron por aumentar sus ganancias a través de este sistema. La operación es sencilla y sólo necesita de la confianza del apostador. No hay comprobantes ni recibos. La jugada se hace en los kioscos, se anota en un cuaderno, se pasa por fax y, si hay aciertos, se paga al otro día. Quienes conocen el ambiente dicen que las reglas del juego se respetan en forma estricta y casi no se conocen problemas por pagos no realizados.

Si en Río Negro la quiniela clandestina mueve 18 millones anuales, hablar de las cifras en el resto del país puede sorprender a más de uno. Para graficar la situación vale tener en cuenta que la recaudación diaria de la quiniela oficial en la provincia de Buenos Aires y la Capital Federal es cercana a los 3 millones de pesos, es decir 20 veces más que la Lotería de Río Negro. En consecuencia, si en Río Negro la quiniela clandestina moviliza 18 millones anuales, en Buenos Aires y la Capital reportaría ganancias cercanas a los 400 millones.

El juez de La Plata César Ricardo Melazo, que investigó años atrás las redes de juego clandestino en Buenos Aires, está convencido de que «el juego clandestino no puede funcionar sin la complicidad de la Policía, la anuencia del poder político y el mirar para otro lado del Poder Judicial».

En Río Negro se trata de una contravención y las leyes vigentes, de vieja data, preven penas en pesos ley 18.188, que trasladadas a la actualidad significan multas que no superan los 72 centavos de hoy. Convencida de que esto no puede seguir así, la legisladora Amanda Isidori trabaja en su modificación.

Algunas fuentes consultadas prefieren en cambio proponer una desregulación del juego, una postura que defienden a partir del crecimiento de alternativas para los apostadores tras un «blanqueo» de lo paralelo. En este caso el Estado debería cobrar un canon a quienes desarrollen la actividad y de esta manera asegurar ingresos para destinar a la promoción social y educativa.

Mientras tanto, la realidad muestra que los «levantadores» se multiplican y los millones siguen danzando en un circuito cerrado.

La famosa «causa 1.707»

En su libro «La mordida», el juez César Ricardo Melazo explica con lujo de detalles el desarrollo de «la causa 1.707». Decenas de fojas fueron sintetizadas en el escrito, que aclara los motivos por los que la quiniela clandestina creció sin cesar en los últimos años.

En el proceso participaron agentes de la SIDE, un grupo de investigación especial y Melazo. Al cabo de 200 procedimientos los resultados fueron sorprendentes.

Dos de ellos se realizaron en Tandil, el 20 y 23 de setiembre de 1997, donde se detuvo a dos capitalistas sindicados como «peces gordos», Nicolás Parasuco y César Mario Angelo (quien estaría operando en el Alto Valle desde hace tres meses). En una de las viviendas del primero, los peritos analizaron la información de computadoras que guardaban datos de ocho días atrás. Durante ese tiempo, el total de apuestas clandestinas ascendía a 279.543,51 pesos, lo que hace un promedio diario de 34.942,94 pesos. O sea un millón de dólares mensuales para un solo capitalista. En Argentina operan decenas de ellos.

Cuando fue detenido, Parasuco intentó sobornar al juez con 300.000 pesos y un auto último modelo y terminó pidiendo clemencia casi de rodillas.

Por su parte, en una de las propiedades de Angelo que fueron allanadas se encontró una docena de faxes, un par de oficinas súper montadas y un mapa que tenía entre 16 y 18 puntos de la provincia señalados. Eran los pueblos interrelacionados que tenían bajo su jurisdicción. Las fuentes consultadas por este diario indicaron que Angelo sería uno de los capitalistas que operan a través de intermediarios en Cipolletti.

Hoy, todo el trabajo de Melazo y sus hombres está «congelado» tras la reforma judicial en Buenos Aires. El doctor Nardo se hizo a cargo del Juzgado de Transición y sobreseyó a los imputados, al interpretar que cometieron sólo una infracción a la Ley de Juegos y no el delito de Defraudación a la Administración Pública, tal la calificación de Melazo. La causa está ahora en grado de apelación ante la Cámara de la sala II de La Plata, luego de las presentaciones del fiscal del Estado, que representa los intereses económicos de la provincia de Buenos Aires y de las cámaras de agencieros del país. Y Melazo prefiere sintetizar todo con una moraleja: «No existe la Justicia, existen los jueces».


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