La reforma laboral en Francia moviliza a cientos de miles

Actualizado a las 20:04

París (dpa) – Cientos de miles de personas participaron hoy en las manifestaciones organizadas en toda Francia contra la nueva ley laboral, en una demostración de fuerza contra el primer ministro Dominique de Villepin. Bernard Thibault, líder del sindicato CGT, afirmó que las protestas reunieron a tres millones de personas y que se trató de una convocatoria «histórica». Thibault basó sus estimaciones en las informaciones acerca de que la asistencia fue el doble de la registrada el pasado 18 de marzo contra el Contrato de Primer Empleo (CPE). El Ministerio del Interior calculó que los manifestantes fueron 1,055 millones.

La diferencia fue extrema en las grandes ciudades: En París los sindicatos calcularon 700.000 personas y la policía 92.000, mientras que en Marsella los sindicatos hablaron de 250.000 personas y la policía contó sólo 28.000. Pese a las protestas, Villepin continuó sin ceder a las demandas. «República quiere decir: sin ultimátums», declaró en la Asamblea Nacional, donde se produjo además un altercado porque se negó a responder personalmente a las preguntas que no fueran de su propio partido. El presidente, Jacques Chirac, canceló sus encuentros fuera de París para esta semana a causa de la tensa situación. El jefe de la oposición François Hollande instó a Chirac a actuar rápidamente para poner fin a la crisis. El ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, explicó: «La pelota está ahora con Dominique de Villepin. El debe jugar. Los sindicatos lograron demostrar su poder». La huelga afectó sobre todo a los transportes, las empresas de abastecimiento, la educación y a grandes empresas industriales como Alcatel, SNECMA y Peugeot.

En la automotriz Renault se sumó a la medida de fuerza uno de cada dos empleados, según el sindicato. Un 60 por ciento de los trenes regionales y un 30 por ciento de los vuelos fueron cancelados. En París dejaron de funcionar cuatro de cada diez trenes de metro y los monumentos como la Torre Eiffel estuvieron cerrados. También hizo huelga el 43 por ciento de los maestros. Con una presencia masiva de la policía, el gobierno intentó ahogar disturbios protagonizados por bandas de jóvenes de los suburbios. En París, donde según los organizadores hubo 700.000 personas en la calle, un centenar de «casseurs» (vándalos) intentaron saquear un supermercado. Los 4.000 agentes arrestaron a numerosos de ellos, mientras que los equipos de seguridad de los sindicatos se enfrentaron a otros que querían robar a los manifestantes. Hubo episodios de este tipo en muchas ciudades y también en las afueras de París.

La policía detuvo en todo el país a unos 800 manifestantes. Sólo en París, fueron detenidas unas 500 personas. Por la noche, se registraron disturbios en la Plaza de la República. La policía usó carros hidrantes para dispersar a los manifestantes. Durante los enfrentamientos resultaron heridas unas 50 personas, entre ellas cinco policías. Un policía fue alcanzado por un cohete en la cabeza y tuvo que ser internado en el hospital. La policía cifró el número de los que provocaron disturbios en 1.500, entre ellos 1.200 jóvenes de los suburbios y 300 llamados «autónomos». El ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, felicitó a la policía por su accionar. En el Parlamento de Francia se produjo un fuerte altercado durante la comparecencia de Villepin. La fracción del partido de centro UDF abandonó en pleno la sala porque Villepin sólo respondió a una pregunta de su propia agrupación, UMP.

En cambio, hizo que sus compañeros del gabinete respondieran a los cuestionamientos de UDF, los socialistas y comunistas. «Uno no dirige ningún país mostrándose terco. Sobre todo cuando hay cientos de miles en las calles», afirmó el portavoz de UDF, François Sauvadet. Villepin sólo acepta las negociaciones «bajo sus condiciones y en un diálogo exclusivo con UMP», criticó. Villepin volvió a tender una mano a los sindicatos para negociar los puntos que consideran más negativos de la ley. «Si quieren reducir el período de prueba; si quieren dialogar sobre la disolución de los contratos: yo estoy dispuesto», dijo. El CPE establece un período de prueba de dos años para los menores de 26 años que inicien su carrera laboral, durante el cual pueden ser despedidos sin justificación.

Los sindicatos y las asociaciones estudiantiles de izquierda rechazan estas negociaciones. «El primer ministro pone una condición: se acepta primero el CPE y después se habla de él. Eso es inaceptable», declaró el líder del gremio CFDT, François Chérèque. «Nosotros podemos seguir con las protestas cualquier día». La única posibilidad de que se movilicen un poco los frentes parece ser el Consejo Constitucional, que el jueves por la tarde debe decidir sobre la legalidad del CPE. Si rechaza la ley, ésta deberá volver a la Asamblea Nacional y toda opción queda abierta.

La fracción UMP está a favor de negociaciones con los sindicatos en las dos semanas entre la decisión del Consejo y la firma de la ley por parte del presidente Chirac. Este también puede volver a enviar la ley al Parlamento. El ministro Sarkozy propuso suspender la ley durante el período de conversaciones con los sindicatos. En tanto, las cinco confederaciones sindicales llamaron a Chirac por la noche a trasladar de forma urgente el paquete de leyes sin la reforma laboral nuevamente a la Asamblea Nacional, dada la postura inamovible de Villepin. Según dijeron, el gobierno no está en condiciones de entender la crisis social que ya lleva dos meses.


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