La responsabilidad de mirar el rostro del otro

«¿Desde dónde se discrimina? ¿Desde qué lugar de la mente, de la inteligencia, de los sentimientos, se discrimina? ¿Se discrimina desde lo racional o desde lo emocional? ¿Se construyen categorías especiales de exclusión o se usan las ya existentes? ¿Qué nos lleva a excluir: la necesidad o el simple desconocimiento de la alteridad?». En busca de una explicación más honda en el fenómeno de la discriminación, Josefina Juste, profesora de Historia y miembro de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (Redi), formuló estos interrogantes.

«Pienso en las formas más ancestrales de exclusión y me remonto a los espartanos despeñando a los recién nacidos deformes desde la cima del monte Taigeto, o a la Inquisición medieval quemando vivos a los que aparecían desafiando la universalidad del conocimiento y la fe católica», dice Juste.

«Dijo el filósofo -continúa- «Otros tiempos, otras costumbres». Es cierto, ya no se depeña a los deformes ni se quema a los disidentes. Hoy las formas de discriminación no tienen ese grado de barbarie ni esa forma clara de presentación. Son otros los tiempos que vivimos, otras las costumbres que la educación, la convivencia y la política permiten».

Juste remarca la importancia del respeto hacia lo diferente, y puntualizó que «la diferencia se ha convertido en una categoría de pensamiento que se cultiva tanto para intentar no discriminar como para hacerlo».

Al remitirse a la definición de «diferente» como «lo diverso o desigual»y a la de «diferencia» como «la falta de similitud o semejanza, plantea que «no hay ningún matiz, ni gramatical, ni filosófico, ni conceptual que permita pensar que ser diferente o tener alguna diferencia mejore o empeore nuestra humana presencia en el mundo».

La especialista señala que la discriminación «se presenta tanto en sectores sociales acomodados como en los más pobres, lo cual nos habla de otras cosas más profundas aun, que la construcción cultural de lo social».

A su vez, subraya que «pareciera que el consenso social se construye no con lo diverso ni con lo desigual, sino que todo debe cumplir con los estándares de la calidad dictados por el consumo, y en estos estándares no cuentan ni los feos ni los simplemente demandantes».

Juste precisa que «construir la pluralidad supone algo más que una decisión política; supone, además, una decisión colectiva de ser de determinada forma. La responsabilidad individual existe, es un hecho, pero también existe la responsabilidad colectiva y esa se construye».

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La imagen prejuiciosa contra el inmigrante, esa xenofobia que se basa en el prejuicio negativo hacia el extranjero, que en la Argentina se expresa fundamentalmete hacia los bolivianos, paraguayos o chilenos, se sustenta en diferentes argumentaciones de índole económica, social y cultural.

«Entre las argumentaciones más populares está: el del vaciamiento económico, el de la competencia desleal, el del aprovechamiento de los servicios sociales, el de la invasión pasiva, el de la resistencia a la integración y el de la inseguridad», destaca Lelio Mármora en su trabajo «Las políticas de migraciones internacionales».

El sociólogo Mármora, doctorado en l»Ecole des Hautes Etudes de la Universidad francesa de La Sorbone y actual director de la Oficina Subregional para el Cono Sur de la Organización Internacional para las Migraciones, patrocinada por la OEA, expresa que la xenofobia adquiere las formas del «prejuicio latente, de la discriminación institucionalizada y de la lucha tribal».

«El prejuicio latente -dice- es la forma de xenofobia que está instalada en forma larvada en las subculturas de una sociedad, y subsiste en el interior de sociedades supuestamente integradas; y se expresa evitando el contacto social, laboral o político, o bien en algunos casos, en forma de actos violentos aislados».

Mármora destaca que «su existencia es condenada formalmente por el conjunto de la sociedad, pero tolerada e incluso practicada en la vida cotidiana, como parte normal de las manifestaciones culturales de los diferentes grupos, sectores, clases y colectividades».

A su vez, acota que la discriminación institucionalizada «es abierta y pública, y la transgresión a las normas es penada muchas veces violentamente, no sólo por los aparatos legales, sino también por los portadores del prejuicio con la impunidad de aquel que está haciendo cumplir la ley».

En este sentido, afirma que «la ideología de este prejuicio forma parte de la cultura global de una sociedad y se puede manifestar contra el extranjero, aún cuando éste no esté en el país, prohibiendo su entrada. En el caso del migrante, puede darse a través de legislaciones especiales de tipo laboral, o de no libertad de cultos».

A la lucha tribal, Mármora la define como la «forma extrema en que se manifiesta la xenofobia, y toma características violentas con el objetivo de suprimir o desplazar al otro de un área territorial en litigio».

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En estos tiempos que corren, mirar el rostro del otro es una obligación ciudadana. Porque los rostros hablan, dice el filósofo Emmanuel Lévinas, llaman a prestar auxilio, a ser considerados. Nos revelan al huérfano, al pobre, al extranjero, a la viuda, al gay, al musulmán, al desprotegido, al desesperanzado, al desempleado…

Contemplar el rostro del semejante no pertenece pues a la categoría de la sola percepción, sino que trae consigo la responsabilidad. Hoy, pareciera que más que nunca, los rostros que vemos -al lado de nuestras casas, al caminar por la vereda, al estar en nuestros trabajos- expresan la precariedad de la existencia de todo hombre, hablan de cada uno de ellos. Y a esta altura de la historia, a quién le puede ser totalmente ajeno un destino «triste, solitario y final» de tan solo una persona.

Horacio Lara

hlara@rionegro.com.ar

Fuente: «El desafío moral: vías para el cambio», de Aída Kogan, Biblos, 2001


"¿Desde dónde se discrimina? ¿Desde qué lugar de la mente, de la inteligencia, de los sentimientos, se discrimina? ¿Se discrimina desde lo racional o desde lo emocional? ¿Se construyen categorías especiales de exclusión o se usan las ya existentes? ¿Qué nos lleva a excluir: la necesidad o el simple desconocimiento de la alteridad?". En busca de una explicación más honda en el fenómeno de la discriminación, Josefina Juste, profesora de Historia y miembro de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (Redi), formuló estos interrogantes.

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