La segunda vida de Matisse en París
Una muestra que descubre el proceso creativo de sus últimos años
PARíS, (DPA).- Matisse esperaba vivir todavía entre tres y cuatro años más, pero los médicos sólo le daban seis meses. «Matisse, una segunda vida» se llama la exposición que el Musée Luxembourg de París dedica a los últimos años del artista tras la operación de cáncer de intestino a la que fue sometido en 1941. Pasaron trece años hasta su muerte el 3 de noviembre de 1954. Años que Matisse veía como una oportunidad inesperada de culminar su obra tardía, que se diferencia esencialmente de sus creaciones anteriores, según queda reflejado en la exposición que abre sus puertas hasta el 17 de julio.
Entre las alrededor de cien obras expuestas figuran préstamos exhibidos muy ocasionalmente de grandes museos extranjeros como «Arbol de la vida», del Museo del Vaticano, o «El ramo de flores», que se ve ahora por primera vez en más de 50 años en Francia.
«¡Que viva la alegría! ¡Y las patatas fritas! Con esta vida adicional, puedo crear lo que quise diseñar durante todos estos años», escribió Matisse tras su operación en Lyon. A pesar de su debilidad corporal, el artista nacido en 1869 nunca estuvo tan creativo como en esos años. Realizó numerosas obras y descubrió la técnica del «gouache».
Su búsqueda de armonía, equilibrio, pureza y tranquilidad encontró su clímax en la decoración de la capilla del Rosario de Vence, en Niza, cuya expresividad puede admirarse en la exposición. En esa época surgió una extraordinaria amistad entre Matisse y el escritor y caricaturista francés André Rouveyre, que fue decisiva para el trabajo de Matisse.
Los dos artistas se habían conocido en el taller de Gustave Moreau y hasta 1941 sólo habían tenido contacto ocasionalmente. Desde ese año ambos intercambiaron unos 1.200 cartas y telegramas. Esta correspondencia permite seguir de cerca el proceso creativo de Matisse durante sus últimos años.
De estas cartas se desprende por ejemplo cuáles eran las dificultades de Matisse en su búsqueda de líneas sencillas, fuertemente expresivas y al mismo tiempo diversas. «Desde hace un año inicié grandes esfuerzos, los mayores de mi vida. Hice dibujos y logré un sorprendente progreso en lo que a destreza y sensibilidad totalmente espontánea se refiere, que se expresan a través de las diversas sensaciones y un mínimo de medios. Ese es uno de los motivos por los que quiero seguir viviendo», escribió en 1943.
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