LA SEMANA EN BARILOCHE: Un paso atrás

Las convocatorias de los últimos años a participar en la elaboración del presupuesto municipal fueron un aporte modesto pero valioso en la ardua tarea de acercar a los vecinos con sus representantes y construir una democracia de mayor calidad.

Aun con sus tropiezos y omisiones, el proceso avanzó con logros considerables y generó expectativas que el gobierno anterior y el actual desbarataron sin mayores complejos.

Luego de un primer ensayo realizado en los barrios Arrayanes, Eva Perón y Progreso, durante 2007 la mecánica de presupuesto participativo fue puesta en marcha en la delegación Lago Moreno, con una asignación de 3 millones de pesos.

Al año siguiente la experiencia abarcó también la delegación cerro Otto y la partida de dinero comprometida fue de 5,53 millones. En ambas oportunidades los vecinos se reunieron en asambleas, discutieron y elaboraron proyectos de interés para sus barrios, los expusieron en una feria y organizaron una elección secreta y voluntaria para definir las prioridades, de las que participaron -en cada caso- unos 600 votantes.

La grilla de obras y emprendimientos a ejecutar incluyó la construcción de un centro de interpretación ambiental, redes de gas, microcréditos reintegrables para mejora de viviendas, plantas de tratamiento cloacal, mejoramiento de cruces viales y la compra de una chipeadora de residuos forestales.

Esos proyectos relegaron a varios otros y quedaron seleccionados porque tenían detrás un número importante de personas que los consideraron impostergables. Pero tanto la gestión anterior de Darío Barriga, como la actual de Marcelo Cascón postergaron sin fecha la ejecución de las obras y apenas cumplieron -corrido el tiempo- con menos de un 10% de lo comprometido.

Ahora, el gobierno promete buscar un incierto «financiamiento externo» para atender los emprendimientos que debían ser afrontados con el presupuesto ordinario. Y para no acumular más promesas defraudadas, ya tiene decidido suspender por este año la ampliación del programa. De modo que hasta nuevo aviso no habrá elaboración y selección de nuevos proyectos.

El problema es que el Presupuesto Participativo ya no es una opción, ni la derivación de una promesa electoral que puede ser archivada como tantas otras desde que los convencionales, en un desborde de optimismo, lo incluyeron en la última actualización de la Carta Orgánica. El artículo 118 de la COM establece «el carácter participativo del presupuesto» y lo define como una herramienta de «planeamiento» que canaliza «la intervención directa, voluntaria y universal de la población» en el destino de los dineros públicos «y el control de la gestión de gobierno».

Para mayor desventura de quienes les toca administrar, existe también una ordenanza reglamentaria que obliga a canalizar cada año a través del presupuesto participativo no menos del 7% de los ingresos corrientes del municipio.

Abundan a esta altura las sospechas de que la incorporación del PP en la legislación municipal tuvo mucho de demagogia y que los tímidos avances registrados hasta ahora en ese rumbo fueron otra puesta en escena de poca o ninguna sinceridad.

Los referentes barriales que integran el Consejo del Presupuesto Participativo confiesan su frustración ante las postergaciones y señalan que «lo poco conseguido hasta ahora fue por la presión continua» sobre las autoridades.

El asesor letrado municipal, Daniel Balduini, busca la forma de comprar sin dinero el terreno destinado al centro ambiental del barrio Casa de Piedra, comprometido en el PP de 2007.

Penosa es la excusa que eligió el funcionario para justificar la degradación del programa. Dijo que si los proyectos elegidos por los vecinos siguen en espera «es porque la gente no paga las tasas». La indisciplina fiscal es sin duda una conducta reprochable. Pero si el pago masivo de las tasas era condición para ejecutar el presupuesto participativo, el gobierno debió aclararlo desde el principio. Es posible que la recaudación esté por debajo de lo esperado e impida cumplir con la totalidad del presupuesto, pero el porcentaje de ejecución del PP es sustancialmente menor que la caída de ingresos.

Aun con limitaciones, en los dos últimos períodos el municipio realizó obra pública y pequeñas inversiones, pero la prioridad se la llevaron los proyectos decididos en el cenáculo del gabinete y no las votadas por los vecinos.

El disgusto subterráneo que acumula ese «ninguneo» no hace más que agravar la crisis de representatividad.

Como trasfondo del cortocircuito aparece una relación hostil, en la cual los gobernantes se molestan con quienes les recuerdan sus incumplimientos y encuadran a los demandantes como «desubicados que no entienden la gravedad del momento».

Malas señales y peores perspectivas.

DANIEL MARZAL

dmarzal@rionegro.com.ar


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