LA SEMANA EN ROCA: Para qué sirve la imagen

Es importante tener capital, pero mucho más saber dónde invertir para reproducirlo.

El intendente Carlos Soria se siente por estos días a mitad de ese camino. No desorientado, pero con más de una pregunta sin respuesta. Y eso, para el gusto de alguien que hizo de su poder de decisión un rasgo distintivo, es sinónimo de intranquilidad.

No fue una novedad que lo tomó por sorpresa, pero los números que le mostraron esta semana sobre una encuesta realizada por el Ministerio del Interior significaron un aliento importante para su ego.

La imagen positiva de Soria en su ciudad se ubica en el 77,9%. Un 5% de sus vecinos cree que su intendente no merece más que un regular y apenas el 3,1% expuso su visión negativa.

Desmenuzando las copias del informe que elaboraron a pedido de Aníbal Fernández, el mandatario sumó regocijo.

Casi el 85% de la clase media roquense, esa que en 2001 lo ubicaba entre los primeros en la lista del «que se vayan todos», se expresa hoy a favor de su gestión. Un contraste notable con aquellos que -dentro de este segmento socioeconómico- todavía lo resisten: sólo representan el 0,8% en la encuesta del gobierno nacional.

En tanto, la medición entre la clase alta concluye con una imagen positiva neta para Soria del 76,2%.

Completo en el cruce de datos, el trabajo también permite saber en qué rango de edad están los que aprueban mayoritariamente al jefe comunal. No es causal que sean aquellos que tienen entre 49 y 59 años. Son los mismos que palparon de cerca todos los cambios desde que retornaron los gobiernos democráticos y pueden comparar porque se mantienen en la misma franja de ocupación activa.

Pueden decir qué oportunidades y hostilidades ofrecía Roca para el desarrollo de sus comercios, profesiones o empleos en 1983 y, desde el mismo lugar, contar cómo se relacionan hoy con la ciudad y advertir cuánto tuvo que ver cada gobierno municipal en las transformaciones.

Aunque con variantes mínimas, la calificación positiva es menor para Soria a medida que los consultados son más jóvenes.

Ahora bien, ¿de qué le sirven al intendente estos datos surgidos desde despachos cercanos a la Casa Rosada si no sabe qué pretende la Casa Rosada de él ni del resto de la cúpula del PJ rionegrino?

Como hacía tiempo no pasaba, el mandatario local viajó esta semana a Buenos Aires con necesidades político partidarias por encima de los pedidos de fondos para obras públicas.

Aníbal Fernández no lo atendió y volvió con más incertidumbre que antes de partir. Prometieron verse en diez días, pero a 1.200 kilómetros y para alguien que después de la película de Enrique Piñeyro prefiere más que nunca el colectivo antes que el avión, esos acuerdos verbales son volátiles.

Acostumbrado al protagonismo, esperar señales pone incómodo al intendente. Sobre todo cuando las mismas encuestas ofrecen nuevas lecturas, por caso, que Miguel Pichetto y Julio Arriaga tengan la posibilidad de vencer al radicalismo en el 2007 si él pone todo su caudal electoral en Roca a favor de la fórmula, para consolidar una eventual ventaja en Cipolletti y Bariloche.

Tal vez con una nitidez hasta ahora inexistente, Soria empezó a emitir mensajes de comunión hacia adentro del Frente para la Victoria.

Pero, claro está, reclama garantías. Y en este momento, el único que firma avales vive en la quinta de Olivos, que para colmo parece entusiasmado con el juego de gestos hacia el oficialismo y la oposición en Río Negro.

Presente de sensaciones ambiguas para el intendente de Roca.

Se sabe dueño de un prestigio y un poder envidiable en cualquier punto del país, pero nadie le quita de los oídos ese zumbido que le recuerda que el agua bendita también se escurre entre las manos.

HUGO ALONSO

halonso@rionegro.com.ar

 


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