La sensibilidad de las derrotas
El invicto que dejó en Rosario dolió más
Hasta la semana pasada -con medio torneo por delante-, era todo color de rosa en el arrollador puntero del Apertura. Nadie hablaba del título, pero se respiraba clima de campeón. Ninguno se negaba a hablar porque no había reproches de la prensa, mucho menos de la gente. Pero todo cambia. Resulta que ahora, aquel Boca seguro y convencido de su juego, ese que se 'comía a los chicos crudos', parece no asimilar los golpes y reacciona como si viniera a los tumbos.
A siete fechas del final del torneo y a tres puntos de distancia de su escolta, el campeón de América sangra por la herida. El miércoles, en la tarde-noche rosarina Newell's puso en órbita al único candidato que tenía el Apertura en las primeras fechas.
Carlos Bianchi, practicante de los buenos modales y el bajo perfil, dejó una sensación totalmente opuesta en la cancha del Parque de la Independencia. No fue a la sala de prensa especialmente armada por la dirigencia rojinegra. Por si fuera poco, su colaborador Carlos Veglio fue denunciado por golpear a un cronista y terminó en la comisaría; y Raúl Cascini maltrató verbalmente a una periodista primero en la cancha y luego desde el micro. Conclusión: Boca no sabe perder, algo que había experimentado la semana anterior en la Bombonera ante Atlético Nacional de Medellín por la Copa Sudamericana.
Boca dejó el invicto en un partido que tal vez no mereció perder, a juzgar por las reiteradas pelotas de gol que sacó Luciano Palos (apellido de arquero, si los hay).
Esta vez no hubo línea directa de Bianchi con el famoso «celular de Dios» para salvarse, ni llegó el imponderable providencial que rescatara al equipo de las brasas.
También hay un juego de ironías: calavera no chilla, porque muchas veces había ganado sin convencer, incluso sin merecer, o derrota por demás inoportuna si se piensa que simultáneamente ganaron los del lote perseguidor, excepto Central. Es como si en cada fecha, se turnaran para ocupar el segundo lugar. Ahora es el momento del increíble Quilmes, que en el primer semestre del año pugnaba por subir a Primera y ahora se frota las manos esperando el cruce en la Bombonera de la decimoquinta fecha.
El hermetismo de Boca que dominó el día posterior a la derrota tuvo como causa el malestar del cuerpo técnico con el «desorden» con el que, a su criterio, la prensa abordó a los futbolistas luego del partido.
Pero eso ya es historia, aunque no se deberá pasar por alto. No es la primera vez que este equipo reacciona mal ante resultados inesperados. También había pasado en Córdoba, con un empate ante Talleres.
¿Será que la costumbre de ganar les hizo perder la sensibilidad? (AR)
Carlos Bianchi pretende que Boca ofrezca «un perfil más ofensivo» en el enfrentamiento ante Independiente, el domingo en la 'Bombonera', por lo que estudia introducir variantes en ese sentido.
Con el afán de fortalecer el circuito ofensivo, el técnico evalúa integrar a José María Calvo al equipo, ya que el lateral tiene mayor proyección que el colombiano Luis Pereda, quien ocupó esa posición en la derrota (1-0) ante Newell's.
Habrá, además, un cambio obligado: Alfredo Cascini no podrá jugar por acumulación de amarillas. Bianchi se debate con una alternativa para esa modificación: Javier Villarreal o el colombiano Fabián Vargas.
En consecuencia, Boca alineará a Abbondanzieri; Calvo o Perea, Schiavi, Burdisso, Rodríguez; Battaglia, Villarreal o Vargas, Cagna, Donnet; Iarley y Tévez. (Télam)
Hasta la semana pasada -con medio torneo por delante-, era todo color de rosa en el arrollador puntero del Apertura. Nadie hablaba del título, pero se respiraba clima de campeón. Ninguno se negaba a hablar porque no había reproches de la prensa, mucho menos de la gente. Pero todo cambia. Resulta que ahora, aquel Boca seguro y convencido de su juego, ese que se 'comía a los chicos crudos', parece no asimilar los golpes y reacciona como si viniera a los tumbos.
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