LA SINFÓNICA DE SALTA EN LA XVII SEMANA MUSICAL DE LLAO LLAO: Cuando «política» es buena palabra

La sinfónica se convirtió en la favorita. Se presentó por segunda vez, con la sala repleta.

Todo Dvorak fue la programación elegida por la Sinfónica de Salta para el cuarto concierto de abono y segunda presentación de la agrupación en la XVII Semana Musical Llao Llao. La orquesta se ha vuelto favorita del público barilochense a juzgar por la gran cantidad de espectadores que antenoche se dio cita otra vez en el salón mayor del histórico hotel.

«Fans» salteños, en buen número, acompañaron a los músicos, quienes dirigidos por el maestro Luis Gorelik, parecen haberse convertido en el supremo orgullo cultural del norteño Estado argentino. No es casual que una provincia donde la música folklórica se oye desde la cuna y hace sonar al menos una guitarra y una voz en cada hogar, haya encarado un proyecto de la envergadura artística que reclama el mantenimiento de una orquesta sinfónica.

Como toda realización humana, tiene sus detractores que la consideran una empresa faraónica que distrae cuantiosos recursos económicos en una Salta que no es ajena a la situación de pobreza común al Noroeste argentino.

Sin embargo, poco a poco, la Sinfónica va ganando el corazón de los salteños más reacios, a fuerza del sostenido crecimiento en calidad, no solo por los músicos individualmente considerados sino también gracias a la batuta de Gorelik quien, vale recordar, obtuvo el premio Konex al mérito como director de orquesta destacado de la década.

En nuestra región se está gestando una nueva orquesta, la Sinfónica de la Universidad Nacional de Río Negro. Cómo no desearles a sus impulsores la misma perseverancia y decisión política para que cristalice en frutos como los que hoy llenan de satisfacción a los salteños.

 

El concierto

 

El programa, con dos obras del compositor checo Antonin Dvorak (1841-1904), «noche de Bohemia», la definieron, vino a ser como la completud y una demostración de la versatilidad de repertorio que este año trajo la Sinfónica salteña ya que su primera presentación, el domingo, estuvo dedicada a Mozart.

En la primera parte, el concierto para violonchelo en Si menor Op. 104 de Dvorak, contó con la actuación solista de la joven artista serbia Maja Bogdanovic. Una combinación riesgosa la del delicado sonido del violonchelo frente a la potencia y variedad de toda una orquesta -como bien lo subrayó el comentarista Marcelo Arce-. Sin embargo, los finos, blancos, pero vigorosos dedos de la violochelista centroeuropea supieron imponer la diferencia a su favor que la partitura le exigía. Fuerza y sutileza de un instrumento que por momentos era madera pulida acariciada y en otros, voz profunda y emocionada.

El aplauso y ovaciones llegaron con naturalidad y como para demostrar que lo de «delicado sonido del violonchelo» puede ser una entre las varias opciones, Maja Bogdanovic se despidió del público a puro virtuosismo, con el electrizante segundo movimiento de la Sonata para chelo solo, del rumano György Sándor Ligeti, que le hizo sudar profuso la frente bajo el rubio flequillo juvenil.

Para los que no tuvieron la oportunidad de escuchar a la artista, todavía pueden hacerlo mañana porque se presentará nuevamente, integrando un trío de violonchelo, violín y piano para obras de Haydn, Schubert y Mendelssohn.

Tras el intervalo, fue como ir al campo tomados de la mano del director Luis Gorelik con la Sinfonía Nº 6 en Re mayor Op. 60 de Dvorak, equivalente por sus significados a la «pastoral» de Beethoven -que ostenta también el Nº 6-. Aunque con sonidos, el recorrido empezó a toda orquesta «por el alto andamio de las flores…» -parafraseando la imagen poética de Serrat- y la naturaleza desbordada en el canto de los pájaros dio al espíritu de la audiencia la dimensión de lo que puede el lenguaje musical para recrear enriquecida la percepción del mundo real.

«Allegro con spirito» fue el broche ideal para la despedida de la Sinfónica de Salta del escenario barilochense, circunstancia aprovechada por Gorelik para agradecer, porque ésta fue la tercera actuación de la agrupación en una Semana Musical (en 2003 y 2007).

El señorial salón Llao Llao que estaba repleto estalló en aplausos, los que fueron premiados con un fuera de programa exquisito, el segundo movimiento del Cuarteto de Cuerdas Nº 1 Op. 11 de Piotr Tchaicovsky, en formato para orquesta de cuerdas. Una «joyita de 6 minutos», presentó Gorelik, que transportó al público a las orillas del río Volga.

 

MONICA JOFRÉ

mjofre@rionegro.com.ar


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