La situación económica perjudica las perspectivas demócratas

CONTEXTO

LIZ SIDOTI Agencia AP

COLUMBUS, Ohio, EE. UU.- Frustradas, decepcionadas o furiosas, muchas personas que han perdido empleos –o allegadas a alguien que los ha perdido– ahora quieren ver los nombres de los demócratas en la nómina de los despedidos. Esa situación pone en peligro las posibilidades del partido en Ohio y a lo largo y ancho del país en las elecciones de noviembre. Sólo en este importante estado que no está identificado fuertemente con ninguno de los dos partidos, el gobernador demócrata Ted Strickland libra una ardua lucha por su reelección. El candidato a senador Lee Fisher podría estar todavía en peor situación. Hasta seis demócratas en la Cámara de Representantes podrían perder sus puestos en el otoño. La animosidad suscitada por la recesión está dominando todas las campañas políticas y dando a los republicanos la esperanza de pingües ganancias. En Ohio, al igual que en casi todo el resto del país, los votantes no son muy afectos a Washington, Wall Street o nada que se asemeje al sistema. Se quejan de todo político, incluso el presidente Barack Obama, en cuyo triunfo los votantes de Ohio cumplieron un papel decisivo. “No creo que hayamos visto todavía lo peor’’, dice Jarrod Davis, un republicano de 26 años. Y el independiente Dan Sharpe, de 41, comenta que “hasta ahora, nada ha mejorado con los demócratas’’. Estos dos trabajadores de la construcción apoyaron antes a Obama y su partido, pero dicen que los demócratas no pueden contar con sus votos nuevamente, si acaso voten. A nivel nacional está en juego el equilibrio de poder en Washington, el tono que asumirá el resto del primer período presidencial de Obama y sus posibilidades de reelección en el 2012. Todas las 435 bancas en la cámara baja y 37 del Senado están en juego. Los votantes de la nación también elegirán a 37 gobernadores. Los republicanos confían en capitalizar la desilusión de los votantes por la economía, la frustración con Obama y el entusiasmo generado por el movimiento del “Tea Party’’. Por su parte los demócratas dependen de una ventaja financiera, una enérgica campaña para movilizar a la gente a votar y, principalmente, el fantasma de George W. Bush para impedir un desastre el 2 de noviembre. “Mi adversario tenía las dos manos en el volante cuando él y el presidente Bush arruinaron esta economía’’, dice Fisher, ex vicegobernador que trata desesperadamente de contrarrestar el desafío del republicano Rob Portman, un ex legislador que fue director de presupuesto de Bush y su representante de comercio. En Ohio y en otros sitios, el partido que ganó control del Congreso y de la Casa Blanca en las dos últimas elecciones enfrenta la posibilidad real de perder el poder. No es que los demócratas de Ohio reconozcan públicamente su situación precaria a ocho semanas de las elecciones.


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