La sonrisa detrás del fútbol del siempre atacar

Algo está cambiando en Marcelo Bielsa, un hombre poco afecto a exponer sentimientos.

Gonzalo Rodríguez, notero de CQC, cayó en el mismo error que la mayoría de la prensa argentina en Lima: creía que el cumpleaños 49 de Marcelo Bielsa era el martes 20, horas después del gran triunfo ante Colombia. Por eso, en medio de la conferencia de prensa posterior al partido, se levantó de su asiento y, micrófono en mano, tomó la palabra. Marcelo Bielsa, que hasta entonces escudriñaba el panorama con la misma mirada severa pero imprecisa que de costumbre, sufrió una transformación en su cara. Como un manto de hule, una mueca envolvió su rostro desde su amplia frente hasta su ampulosa quijada. Siguió mirando hacia abajo, pero ya no con el gesto obsesivo y concentrado de costumbre, sino con una mezcla de verguenza, simpatía y gusto. En seguida, sonriente y amable, Bielsa corrigió al cronista: «Le agradezco, pero hoy no es mi cumpleaños. Es mañana».

Antes y después, el técnico continuó con su elocución acostumbrada, con ese tono doctoral que utiliza para explicar el fútbol como si se tratara de una materia académica. Sin embargo, también en su discurso -como en sus modos- se adivina un cambio, o al menos la intención de ello. Cuando días atrás intentó desentrañar parte del funcionamiento defensivo argentino, algo confuso con el hilo de su relato, volvió sobre sus palabras para explicarlo de nuevo. Cuando lo hizo, de inmediato se dio cuenta que su repetición era más enredada aún. Se produjo, entonces, unos segundos de silencio. Bielsa levantó su mirada y sonrió. «Fui más confuso, no? Ni yo entiendo». Todos rieron.

Bielsa no abandona la seriedad, pero así como se permite algunas licencias en su dogma futbolístico -que jueguen juntos Saviola, Tevez y Figueroa, por ejemplo-, también se permite ser algo más flexible en las largas charlas de las conferencias de prensa. Bielsa sigue sin dar entrevistas individuales -no lo hizo nunca desde que dirige a la selección-, ni tampoco acepta tener charlas informales con los periodistas (las denominadas «off the record»). La última vez que se reunió con cronistas sin grabadores de por medio fue en la Copa América 1999. Allí, antes de que Argentina quedara eliminada con Colombia, el rosarino dejó espiar, un poco, su insondable pensamiento íntimo, ese mundo misterioso que desvela a la prensa televisiva. En aquella charla se convino que nadie haría público el contenido del encuentro. Pero un periodista contó por radio algunas de las infidencias y Bielsa descartó para siempre esas reuniones.

Ese ostracismo, cercano a la descortesía, sumado al gran fra

caso del 2002, dejó a Bielsa en una posición antipática ante la opinión pública. Como sí lo hacen otros, Bielsa no utilizó los medios para defender su causa ante ciertos periodistas que ensañados con él hasta el absurdo

El técnico sabe que esa relación maltrecha será difícil de reencausar. Ayer, en conferencia de prensa, se refirió a ello. «Esa es una relación que se construye partido a partido, tampoco hay demasiadas concesiones de tolerancia, cada partido tiene mucho peso. Si sumamos actuaciones positivas contaremos con el favoritismo popular y lo dejaremos de tener inmediatamente una vez que dejemos de obtener resultados. Eso es casi una ley». Bielsa, está claro, sabe que, la de la gente, es una caricia oscilante e histérica.

 

Ganar jugando bien, ésa es la idea

«Vamos a atacar con seis jugadores, como siempre. Esa será una prueba del protagonismo y la convicción respecto del estilo de juego que tiene este equipo». Así explicó Marcelo Bielsa en su último contacto con la prensa antes de la definición de la copa, cómo jugará Argentina la final del domingo, ante Brasil.

Dispuesto al diálogo, en una estrecha sala de conferencias del Inca Golf Hotel, el entrenador puntualizó su estrategia defensiva: «Trataremos de defender compatibilizando las características defensivas de nuestros jugadores con la de los delanteros de Brasil y, también, con un hombre más que la cantidad que el rival disponga en ataque», sintetizó.

Bielsa evitó suposiciones sobre el planteo de su colega Carlos Parreira y no eludió la presión que significa ganar la Copa América después de once años sin títulos oficiales para el fútbol argentino. «Por supuesto que quiero ganarla porque me gusta ganar como a todo el mundo. Pero al mismo tiempo sé que es muy difícil ganar sin jugar bien. Esto último es lo que autoriza al triunfo, porque no es común que se gane jugando mal», dijo el rosarino, quien hoy cumplió 49 años.

El técnico admitió que el partido con Brasil le genera «muchas expectativas» y negó que su equipo tenga mayor responsabilidad por el hecho de que su rival compita sin sus estrellas. «El tema del favoritismo se ha vuelto un juego que apunta a sobrecargar presiones sobre un equipo y a quitárselas a otro. No existe para mí ninguna razón para decir que Argentina tiene más presión o Brasil menos que perder», afirmó.

Sobre los posibles retornos de los lesionados Javier Saviola y Andrés D'Alessandro, expresó que «continúan sus recuperaciones y sus posibilidades físicas serán medidas al día del partido». (Télam)

 

Argentina domina la historia americana

Argentina tiene un saldo netamente favorable en sus enfrentamientos con Brasil por la Copa América. El conjunto argentino es el «patrón» del superclásico en los torneos sudamericanos, especialmente por su buena racha en la primera mitad del siglo XX. En total se midieron en 30 ocasiones, con 15 victorias argentinas y ocho del «scratch». Además se produjeron siete empates, dos de ellos definidos por penales, una vez a favor de cada equipo.

El último antecedente data de 45 años atrás, en Argentina '59, certamen en el que el anfitrión sacó en el partido de cierre el empate que necesitaba (1-1) para terminar por encima del equipo que contó en sus filas con Pelé.

Salvo el play off de desempate animado en Argentina '37, cuando los locales se impusieron por 2-0 tras igualar en puntos con Brasil, los restantes choques por el título sudamericano se dieron bajo el sistema de disputa de «todos contra todos», y no en una final-final.

Así sucedió en Argentina '25, cuando los «albicelestes» dieron la vuelta olímpica tras igualar 2-2 con sus vecinos, que quedaron como escoltas a dos puntos. También en el Sudamericano de Argentina '46, los anfitriones se impusieron al «scratch» por 2-0, y con ello sacaron tres puntos de ventaja sobre su clásico rival.

Y en Perú '57, Argentina llegó igualada en puntos con Brasil a la penúltima fecha. Goleó por 3-0 y se aseguró el título de forma anticipada, en el mismo estadio «Nacional» que será escenario este domingo del partido entre los equipos de Marcelo Bielsa y Carlos Parreira.

El último cotejo por Copa América entre los gigantes sudamericanos se remonta a Paraguay 99, cuando en Ciudad del Este Brasil se impuso a Argentina por 2-1, en cuartos de final, y posteriormente se coronó campeón. (DPA)

Nota asociada: Un Brasil alternativo alcanzó para llegar arriba  

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