La tolerancia social les da luz verde a los jóvenes

Detrás de cada llamado informativo institucional que alerta que nuestros adolescentes son cada vez más presas fáciles de caer en adicciones se evidencia también un claro correlato con una sociedad que estimula, por muchísimos medios, el consumo sin sentido y desmesurado de todo lo que produce -aún lo peor- y cada vez ofrece menos espacios públicos y comunitarios de inclusión, que alienten a los jóvenes a construir un mínimo proyecto de vida.

Esta es una de las conclusiones que especialistas en prevención de adicciones en la Argentina arriban después de leer, que a nivel nacional, 7 de cada 10 adolescentes de 17 años «le da fuerte» al alcohol.

A diferencia de los `70, por ejemplo, la adicción hoy representa una hiperadaptación a un sistema que tiende más a rechazar que a incluir, agregan los especialistas. Concretamente, ¿qué dicen ellos?

* Alberto Calabrese, sociólogo y profesor titular en la Maestría de Posgrado sobre uso indebido de drogas de la UBA: «estamos en una sociedad de consumo aún en los momentos en que no consumimos, donde el consumo se vende como una circunstancia permanente y compulsiva, un estímulo a la necesidad de tener un resultado inmediato, típico de un adicto».

* María Elena Naddeo: «La crisis social es muy fuerte e impactó profundamente en los adolescentes que tienen muchas dificultades para canalizar sus preocupaciones y forjar proyectos. Esta angustia se hace visible, por ejemplo, en las cantidades de suicidios juveniles que registra el país».

* Jorge Garaventa, psicólogo especializado en adolescencia: «No creo que la publicidad invente un adicto o un alcohólico; en todo caso refuerza tendencias en las que entran en juego las estructuras de personalidad y el nivel de frustración que cada uno tiene. De todos modos cree que el alcoholismo en los chicos crece a la par de falta de expectativas y salidas creativas que permitan encontrarla un sentido a nuestro paso por este mundo». Es ahí, sostiene, donde la sustancia y/o el alcohol llenan el vacío existencial y la sensación de frustración, además de la generación de cierta pertenencia a un grupo y un rito.

* Hugo Míguez, psicólogo e investigador del Conicet: «Hay una tolerancia social alrededor del tema. A veces la insistencia más fuerte de los padres es sobre las drogas ilegales y aceptamos como si no pasara nada que un chico de 14 años se tome una cerveza en la puerta del colegio o en una esquina frente al quiosco que se la vendió».

Lo interesante de estas opiniones, cruzadas entre sí, es que remiten a pensar en cuáles son los vínculos familiares de estos chicos que se alcoholizan en niveles llamativos. Los especialistas mencionados reconocen que la mayoría de estos adolescentes son partícipes en sus hogares de situaciones en la que los adultos pierden el control ante una realidad inmanejable por momentos: se pelean, se alcoholizan, se agreden, se deprimen… El pudor no aparece. La violencia y la adicción, ven ellos, es la respuesta desesperada ante las situaciones desconocidas o que descolocan. Entonces, ante estas reacciones, vale preguntarse: ¿cómo pensar en una tarea de prevención de las adicciones cuando a los jóvenes les toca vivir estas situaciones desbordantes en forma cotidiana?

Horacio Lara

hlara@rionegro.com.ar

Nota asociada: Más chicos llegan alcoholizados al hospital Zatti

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