La universidad inauguró un rincón contra el olvido

Plantaron 60 árboles en memoria de los desaparecidos de la región. Participaron el rector de la UNC y organismos de derechos humanos.

NEUQUEN- La Universidad Nacional del Comahue cuenta, desde ayer, con un rincón contra el olvido. Son 60 árboles que fueron plantados para recordar, para rescatar la memoria de otros tantos desaparecidos en la violenta y oscura dictadura militar que gobernó el país desde marzo de 1976 hasta diciembre de 1983.

Ahora esos árboles que adornan las calles internas de la sede universitaria regional tienen nombre y apellido. Y están allí para dar testimonio de la violencia ejercida por un Estado que estuvo bajo el control de un gobierno que intentó legitimar el poder con el uso de las armas.

Junto a fresnos, tilos y abedules se plantaron dos ejemplares de gingko bilova, un árbol que los orientales bautizaron «de la vida» porque fueron capaces de resistir catástrofes naturales y mantenerse en pie.

Uno de estos árboles fue colocado en su sitio por Jorge Rabassa. El rector recordó a uno de sus amigos, uno de los 30.000 desaparecidos. Era su compañero de estudio en La Plata y en el 75 se lo llevaron.

Ayer Rabassa lo recordó y su voz se quebró, como la de muchos otros que estuvieron presentes en la inauguración de este bosque.

«Los arbolitos van a ser el dedo acusador de los que en estos 20 años estuvieron diciendo que con la dictadura estábamos mejor y que si desaparecieron por algo será», dijo Oscar Ragni al hablar ayer en el predio, llamado ahora «Bosque de la vida», un lugar ubicado entre la biblioteca de la UNC y la facultad de Economía.

Mucha gente se reunió ayer a las 16 para inaugurar este monumento natural contra el olvido. Por cada árbol había cinco personas, en su mayorías familiares de las víctimas de la dictadura.

Presencia de pañuelos blancos

Allí, en el predio, estaban los pañuelos blancos de las Madres de Plaza Mayo, los representantes de los organismos de defensores de derechos humanos, autoridades de la universidad, funcionarios del gobierno provincial y un par de diputados provinciales, los del Frepaso.

Los árboles ya no son anónimos. Son los de Carlos Shedam, Cecilia Vechi, Jorge Asenjo, Arlene Seguel, Alberto Coy, Celestino Aigo, Miguel Pincheira, Javier Seminario, Raúl Metz, Oscar Ragni, Carmen Delard Cabezas, Juan Carlos Arrazola, Jorge Domínguez, Ricardo Alfredo Raby, Carlos Oscar Peralta, Roberto Rigoni, José Luis Albanessi, Oscar Luis Hodola, Aníbal Martínez, Leticia Veraldi, María Luisa Salto, Enzo Lauroni, Rodolfo Marinoni, Roxana Rudel, Carlos Surraco, Marta Olga Frañol, Carlos Alberto Nakandakare, Ernesto Cabezas, Susana Mujica, Alicia Pifarre, Mirta Tronelli, Carlos Chávez, José Pichulman, Ana María Perdighue, José Delineo Méndez, Orlando Cancio, Victorio Perdighue, José Luis Apel de la Cruz, Juan Pichulman, G. Saguez de Perdighue, Patricio Dilón, Jorge del Cármen Fonseca, Horacio García Martegani, Rodolfo Tuberna, Sirena Acuña de Hodola, Jorge Candeloro, Ricardo Omar Sapag, Juan Hermann, Mónica Almirón de Lauroni, Horacio Giraldello, Enrique Sapag, Julio César Schwartz, Carlos Magariños, Juan Nieto y Fernando Jara.

Esta lista es la de las personas que desaparecieron en algún lugar de Neuquén, Cinco Saltos, Cutral Co, Junín de los Andes, Cipolletti, Ingeniero Huergo, Covunco, Bariloche, Ingeniero Jacobacci, El Bolsón, General Roca y otras localidades de la región a partir de 1976.


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