La veda que no suma
“El radicalismo tiene una gran cantidad de medios pagos, que son militantes de la causa radical”, aseguró ayer el candidato a vicegobernador del Frente para la Victoria, Alberto Weretilneck, para justificar por qué “seleccionan” a los periodistas para darles notas durante sus recorridas de campaña por la provincia. El diagnóstico del intendente de Cipolletti puede ser válido, pero el remedio elegido está entre los peores. Corta mirada demuestra la oposición al ratificar su “estrategia comunicacional”. Se detienen en los medios, en los periodistas, pero se olvidan del actor más importante: el público. Radicales por convicción, convertidos o silenciados por la billetera del gobierno, esos cuestionados comunicadores tienen audiencia. Y así sea uno solo el rionegrino que los escucha, lee o mira, tiene el mismo derecho que los seguidores de los medios masivos de conocer las propuestas y el pensamiento de los candidatos de la oposición. Que algunos hagan preguntas dirigidas, con mala intención o destinadas a incomodar no habilita el destierro de las conferencias de prensa. Es de suponer que si llegan al gobierno, Soria y Weretilneck deberán afrontar a diario situaciones mucho más complejas que esta y no es un buen augurio imaginarlos evadiendo la responsabilidad de informar sobre sus acciones a toda la provincia. Lo que tampoco aparece como método acertado es que la crítica periodística sea respondida con pedidos de información sobre la publicidad oficial que reciben esos medios. El PJ hizo un valioso aporte al revelar ante la Justicia los desvíos en el manejo de la pauta del gobierno rionegrino. Sería un error desvirtuar esos logros haciendo cruzar dos temas que corren por andariveles paralelos. Si hay irregularidades con la publicidad oficial deben investigarse para que los abusos cesen, pero jamás pueden ubicarse esas acciones como guillotina encima de la cabeza o las manos de un periodista.
opinión
HUGO ALONSO halonso@rionegro.com.ar
“El radicalismo tiene una gran cantidad de medios pagos, que son militantes de la causa radical”, aseguró ayer el candidato a vicegobernador del Frente para la Victoria, Alberto Weretilneck, para justificar por qué “seleccionan” a los periodistas para darles notas durante sus recorridas de campaña por la provincia. El diagnóstico del intendente de Cipolletti puede ser válido, pero el remedio elegido está entre los peores. Corta mirada demuestra la oposición al ratificar su “estrategia comunicacional”. Se detienen en los medios, en los periodistas, pero se olvidan del actor más importante: el público. Radicales por convicción, convertidos o silenciados por la billetera del gobierno, esos cuestionados comunicadores tienen audiencia. Y así sea uno solo el rionegrino que los escucha, lee o mira, tiene el mismo derecho que los seguidores de los medios masivos de conocer las propuestas y el pensamiento de los candidatos de la oposición. Que algunos hagan preguntas dirigidas, con mala intención o destinadas a incomodar no habilita el destierro de las conferencias de prensa. Es de suponer que si llegan al gobierno, Soria y Weretilneck deberán afrontar a diario situaciones mucho más complejas que esta y no es un buen augurio imaginarlos evadiendo la responsabilidad de informar sobre sus acciones a toda la provincia. Lo que tampoco aparece como método acertado es que la crítica periodística sea respondida con pedidos de información sobre la publicidad oficial que reciben esos medios. El PJ hizo un valioso aporte al revelar ante la Justicia los desvíos en el manejo de la pauta del gobierno rionegrino. Sería un error desvirtuar esos logros haciendo cruzar dos temas que corren por andariveles paralelos. Si hay irregularidades con la publicidad oficial deben investigarse para que los abusos cesen, pero jamás pueden ubicarse esas acciones como guillotina encima de la cabeza o las manos de un periodista.
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