La vejez y el apego a la vida en “No quiero morir desnudo”

Cuatro ancianos transitan sus últimos días en un geriátrico y reviven los dramas y secretos de sus vidas, que confluyen en un inexorable destino. Se trata del último trabajo del grupo de Atacados por el Arte y se presentará hasta fines de junio en La Caja Mágica, todos los sábados.

Cuatro ancianos yacen en sus lechos de muerte, emblanquecidos por el reflejo de la sala de un centro de salud, arropados con sábanas inertes y en una frialdad de quirófano. Esperan que la muerte los venga a buscar, arrugados y olvidados por un mundo que mira para otro lado, ocupado con la belleza y el dinero, ya no tiene tiempo de regalarles un mejor final.

¿Cómo sería el escenario en el que desearía morir un adulto mayor? ¿Abandonado en una institución, rodeado del personal y confinado a una camilla? ¿Habrá resuelto sus dramas, ausencias y traumas antes de abandonar su cuerpo? ¿Cómo será aquella última función de su vida? Esos y muchísimos más fueron los cuestionamientos que intrigaron a Jorge Onofri y César Brie, para crear “No quiero morir desnudo”, el último trabajo del grupo Atacados por el Arte.

La obra se puso en escena por primera vez el año pasado, en el teatro La Caja Mágica. Acompañados por un generoso equipo de actores, artistas plásticos, iluminación y fotografía, la función volvió al ruedo y se viene presentando desde el mes pasado, extendiéndose hasta el último sábado de junio. A las 22.

La modalidad sigue siendo novedosa, y la interacción entre títere y titiritero resulta desconcertante, obligando al espectador a relacionar todo y a desentrañar una trama intrincada y emocionante.

La historia se sitúa en lo que pareciera ser la sala de un hospital o geriátrico, el lugar en que sospechan estos cuatro ancianos, transcurrirán sus últimos días.

Un ambiente con muchos contrastes, en el que predomina un blanco que connota pulcritud, una neutralidad que invita al espectador a vivir la obra de manera relajada y con una constancia que permite una observación atenta y precisa, pero sin grandes sobresaltos. Los objetos y elementos perfectamente ordenados dan una perspectiva clara y simétrica, facilitando la sensación de equilibrio que requiere la trama.

Sus camas de pabellón, con suero y bata blanca acompañan ese halo de antisepsia que emana olor a alcohol, gasa y desinfectantes y se puede sentir en la atiborrada sala. Allí se cruzan las vidas de estos moribundos personajes con quienes manipulan sus gastados y avejentados cuerpos, y son además, abordados por otros personajes. Interpelado por unos realistas y logrados títeres, sus titiriteros interactúan con ellos y además encarnan a familiares, médicos y enfermeras.

Estos ancianos están alejados por kilómetros de aquellos tiernos y románticos abuelos que se pueden imaginar. Onofri los describió como “cascarrabias, chinchudos, zarpados, mal educados y puteadores”, y lo cierto es que se quedó corto. En su estadía en este geriátrico viven el día a día recordando con nostalgia sus años de juventud, añorando el pasado de una vida que se les escurre entre los dedos.

El actor Dardo Sánchez destacó que en cada actor se superponen “varias capas de actuación”, destacando la relación que se genera entre el muñeco y su manipulador. Allí se evidencia una multiplicidad de realidades, la del títere moribundo, del hijo, hija, enfermera, médico o la del actor mismo.

Dos inmigrantes yugoeslavas, un mujeriego de una libido peligrosamente exacerbada y un padre trabajador que de tanto buscar ser querido olvido quererse, dialogan y conviven en esta sala blanca que los pone en escena. A su vez, los titiriteros, familiares, médicos y enfermeras también dejan entrever sus vidas y sus problemas existenciales, logrando cristalizar la sensación de una mayor cantidad de actores.

Emotiva y directa, está función sabe alcanzar su objetivo: transformar, resignificar y movilizar lo interior.

El apego a la vida y el miedo a la muerte se vuelven carne de estos actores, y perturban a un público que no podrá evitar verse afectado los sentimientos que se abordarán.

Datos

La obra es de autoría de César Brie y Jorge Onofri. Actúan Liliana Godoy, Jorge Onofri, Dardo Sánchez y Silvina Vega. La dirección es de César Brie.
“Cuando nos hayamos ido no habrá quién el teatro abra. Vacíos los escenarios, el público sin memoria. Los artistas se marcharon y aquí se acaba la historia”.

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios