La vista gorda

– En un tramo del libro, bajo el subtítulo “El franeleo: deseo y temores”, usted coloca una caricatura donde los novios, detrás de un cortinado, se están-digamos- dando con todo, y más allá de esa cortina el padre le dice a la esposa: “¡Están callados… deben haberse peleado!”. ¿Cómo se asumía desde los padres la intimidad física de los novios?

– Esa caricatura es de “Rico Tipo”. Demuestra lo que yo defino como el peso de las reglas, pero también la institucionalización de su evasión. Es decir, las madres, por ejemplo, de cara a la institución del “franeleo”, hacían la vista gorda. Es decir, el franeleo es una figura muy central en la cultura de la doble moral sexual que primaba en la época porque de hecho, por un lado, detrás de la cortina, estaba habilitado en los novios el contacto físico, pero por el otro había un condicionamiento…

– ¿Sexo concreto?

– Efectivamente. Detrás de las bambalinas, era una cosa mientras no hubiese penetración, que era otra cosa. Yo señalo en el libro que escena de “Rico Tipo” – un medio masivo que trabajó mucho estos temas -, solía recrearse en dos variantes: una, los padres simulando manejar la situación; otra, que intervinieran directamente para evitar… bueno…

– ¿Entusiasmos?

– Entusiasmos.

– Pero la “franela”, tal cual usted la desmenuza en el libro, tiene su propia dialéctica, ¿no?

– ¿En qué sentido?

– En que tiene muchos ámbitos. En línea a su libro, para los ´60, el zaguán como espacio para la intimidad entre los novios está superado…

– Sí, por el banco de la plaza, por ejemplo. En esta cuestión, el banco también emerge como toda una institución en tanto expresa la aceptación de que los novios podían salir solos. Y también estaba el cine.

– La matiné. ¿Ahí el entrevero era a todo o nada?

– Digamos que el cine tenía una ventaja sobre el banco de plaza: la oscuridad hacía a un clima más íntimo que tornaba más audaces a los varones y las chicas -como señalo en el libro-; abandonaban timideces. Por otra parte estaba la trama de las películas, que muchas veces alentaban el clima.

(Isabella Cosse es egresada en Historia de la Universidad de la República –Uruguay- y doctora por la Universidad de San Andrés –Argentina-. Investigadora del Conicet, ejerce sus cátedras en Flacso y en la Universidad Nacional de General San Martín)


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