La vuelta al mundo en 140 minutos

La convicción de un grupo de hombres para llevar adelante una idea, para empuñarla con abnegación aún en desventaja. Con la certeza de que cumpliendo lo que tanto pregonó el gran ideólogo, el triunfo llegará solo. Boca volvió a ubicar al fútbol argentino en lo más alto del mapa del fútbol internacional. Como lo hiciera en el 2000, y tras largos años de dominio europeo durantes los años ‘90, el equipo de Bianchi le recuerda al mundo que al sur del cono sur una nación es una super potencia y aún tiene mucho para dar. Con la selección en el exilio del éxito, con ausencias de grandes figuras o cracks en los grandes equipos del mundo, Boca le hace señas grandes al planeta fútbol. Como dijo Bianchi tras el partido, “es un triunfo de todo el fútbol argentino”. Otra vez el hombre común diciendo cosas importantes.

Estuvo en desventaja, aguantó el aguacero, empató, se repuso, metió a su estrella recién en el segundo tiempo, aguantó el final de los noventa minutos, fue algo más -no mucho- que el Milan en el alargue, tuvo un par de chances a través de Iarley y Tevez, fue a los penales con la fe de los iluminados, y festejó. Todo eso en 140 minutos en los que el estado de ánimo de un país viajó atado a lo que 22 piernas y dos brazos pudieran ofrecer. Pero fueron más que eso: Boca fue un equipo que ofreció el corazón, que jugó con la tremenda actitud que tienen los fanáticos, los que creen con prisa y sin vacilaciones en su causa, los que saben que para dibujar el cielo con los dedos hace falta rasparse los pies en la tierra. (AR)

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Una batalla épica que quedará en la historia

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