La zafra confirma uno de los peores pronósticos

años de sequía y meses de cenizas generan pérdidas que llevará años recuperar.

crítico panorama ovino

José mellado jmellado@rionegro.com.ar

La zafra 2011/12 está dejando al descubierto un desolador panorama que pone en riesgo la principal fuente productiva de la zona. A una intensa sequía de más de seis años se le sumó la caída de ceniza volcánica tras la erupción del volcán Puyehue. Entre ambas devastan los campos. Hasta el año pasado un relevamiento realizado por los principales organismos vinculados con la producción confirmaban pérdidas que alcanzaban las 700.000 cabezas, entre ovejas muertas y corderos no logrados; es decir, casi el 50% del stock ovino de la región. Si bien la presente zafra está promediando, los primeros muestreos que arrojan las esquilas y las pocas juntas de animales que permiten realizar a los campesinos el viento y la ceniza hablan, en promedio, de más del 40% de mortandad de animales y un porcentaje de parición que no supera el 30%. La incidencia adversa de la naturaleza también repercute fuertemente en la cantidad y en la calidad de la lana, que este año están muy por dejado de los valores históricos. Claro que estas cifras varían en virtud de cómo las diferentes zonas hayan sido afectadas por los factores antes mencionados. La zona oeste ha tenido un mayor registro pluvial en relación con el resto de la región, por eso allí la sequía no incide tanto como en el centro y en el este. Pero desde el 4 de junio los campesinos viven un verdadero calvario. La erupción del volcán Puyehue-cordón Caulle fue un mazazo duro de asimilar. La zona entre Pilcaniyeu y Maquinchao se cubrió de un grueso manto de ceniza que por efecto de los fuertes vientos afecta las vías respiratorias e impide a los animales alimentarse adecuadamente. “El viento genera nubes densas de ceniza que impiden ver a los animales, entonces se rodean como pueden y no comen. Encima el pasto quedó cubierto de ceniza. Las ovejas comenzaron a morirse sin que podamos hacer nada. Durante un largo tiempo prácticamente no pudieron alimentarse ni tomar agua, y el poco pasto natural que lograron ingerir lo hicieron cargado de ceniza. Además, cuando comenzaron a parir, los corderos se iban muriendo a medida que salían del vientre y los que no pudieron salir porque la madre estaba muy debilitada fallecían junto con ella”, apuntaron los campesinos de Pilcaniyeu y Comallo. Algunos campesinos decidieron vender parte de las majadas y otros se quedaron con unas pocas ovejas que comenzaron a alimentar con forraje comprado con fondos nacionales. Al respecto, para minimizar el efecto de la ceniza el gobierno nacional envió diez millones de pesos que fueron distribuidos entre los municipios de Maquinchao, Jacobacci, Comallo, Pilcaniyeu y Bariloche. Esos fondos alcanzaron para comprar alimento para 45 días de suplementación. Jacobacci fue la más afectada por la ceniza volcánica. La zona se cubrió de unos diez centímetros en promedio. Además, en lo que va del año se llevan registrados sólo 36 milímetros de lluvia y dos nevadas que apenas alcanzaron los tres centímetros. Técnicos de distintos organismos que trabajan en terreno y productores califican el panorama de “desolador”, no sólo por la gran mortandad de animales sino por la calidad de la lana, cuyos rindes son casi un 25% más bajos. “Algunas ovejas han dado vellones de hasta nueve kilos, cuando en años normales pesan entre 4,5 y cinco kilos”, explicaron. Desde el centro hacia el oeste la zona ha sido muy castigada por la sequía, aunque las consecuencias de la ceniza también causan complicaciones. Aquí es donde se concentra la mayor cantidad de pequeños y medianos productores. La ingeniera agrónoma Miryam López trabaja en el Programa Regional Ganadero del Ente de Desarrollo de la Región Sur, en la zona de Valcheta. En el departamento homónimo el promedio de precipitaciones en condiciones climáticas normales es de 180 milímetros anuales. Sin embargo, desde el 2006 hasta la fecha los registros no han superado el 50% de la media histórica. “La zona tuvo un período de 14 meses sin lluvias. Esto ha ocasionado pérdidas irreparables en el sector, más en aquellos productores que no reaccionaron rápidamente para tomar la decisión de sacar animales o suplementar en momentos críticos. En algunos casos la mortandad de animales llegó al 80%. Además, por la sequía, durante tres años los productores no dieron servicio, es decir que no se pudo cubrir la reposición de madres, que es del 12 al 20% anual. A raíz de esto nos encontramos con una majada envejecida, con ovejas todas de boca llena, diente medio o gastado. Esto es lo más preocupante”, detalló la profesional. MENOR CALIDAD, MENOR RENTABILIDAD La esquila es una actividad esperada por el productor y su familia; es la cosecha anual, en la cual la familia ganadera ovina busca procurarse de los recursos con los cuales sobrevivir hasta la próxima zafra. Miryam López señaló que en la zafra que se desarrolla en el departamento Valcheta la situación es muy preocupante. Además de haberse registrado una merma en los kilos de lana, la fibra ofrece una menor resistencia a la tracción y es más corta y débil, con rindes al peine que bajaron entre el 6 y el 10 % en la mayoría de los casos analizados. Además, gran parte de la lana está impregnada de ceniza. “Esto para el productor significa perder plata. Sólo en el departamento de Valcheta se estima una pérdida de quince millones de pesos en el sector ovino por efecto de la ceniza, considerando un stock de 140.000 cabezas y sin tener en cuenta pérdida de animales”. Por ejemplo, un productor que el año pasado obtenía 2.130 kilos de una lana de 19,5 micrones, un 58% de rinde y resistencia a la tracción de 30 N/kt, este año tiene 1.430 kilos, con una finura de 19 micrones y un 49% de rinde con una resistencia del 14 N/kt. “Esto se traduce en un precio más bajo por su lana. Y, si tenemos en cuenta que un pequeño campesino produce entre 500 y 2.000 kilos de lana, significa una pérdida muy importante para su economía familiar”. UN ASPECTO POSITIVO A pesar de sus efectos negativos, la intensa y prolongada sequía también muestra un costado positivo: obligó a los técnicos que trabajan a campo junto a los productores a esforzarse en la búsqueda de soluciones posibles y a los campesinos, a cambiar el manejo tradicional de la hacienda por uno estratégico. También a las instituciones vinculadas con el sector, a gestionar los recursos necesarios para paliar la difícil situación, aunque muchas veces a pesar de los esfuerzos no llegaron en tiempo y forma. Hoy aquellos productores que se animaron a alimentar de otra forma a sus animales, con alimentos balanceados, granos (avena, maíz, trigo), pasto en fardos o pellets de alfalfa saben que cuentan con una herramienta muy importante: el conocimiento para implementar un manejo diferente de sus majadas ante una situación climática crítica como la provocada por la sequía y la ceniza. “Las situaciones extremas pueden producir dos reacciones en la gente: no hacer nada o tratar de salir adelante juntándose, capacitándose y gestionando recursos para trabajar mejor el establecimiento. Gran parte de los productores que asistimos desde el Programa Ganadero optó por lo último: organizarse en cooperativas, asociaciones y grupos de productores”, sentenció la profesional. Resulta más que claro que para poder superar la difícil situación que afecta la principal actividad productiva de la Región Sur rionegrina se necesitará algo más que ayuda de la naturaleza: se requerirán políticas de Estado concretas que perduren en el tiempo y permitan a los productores recuperar sus majadas y hacer de la producción ovina lo que siempre ha representado en la historia de la Región Sur, el principal sostén económico. Éste es, quizás, el desafío más importante que enfrentan los productores y los distintos niveles de gobierno.

La zona tuvo un período de 14 meses sin lluvias. Esto ha ocasionado pérdidas irreparables en el sector

Las situaciones extremas pueden producir dos reacciones en la gente: no hacer nada o tratar de salir adelante juntándose


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