Lanzan en Roca la réplica del Banco para Pobres

Se prevé dar 100 microcréditos luego de obtener un fondo inicial de 25.000 pesos.

Esta semana, miembros de la Fundación Paideia culminaron la capacitación del sistema Grameen de microcréditos dirigidos a los sectores más pobres de la población.

La Fundación Grameen Argentina funciona desde 1999 como representante local del proyecto ideado por Muhammad Yunus, conocido como el «Banco de los Pobres», y se encarga de diseminar la metodología ideada por el economista bengalí entre Organizaciones No Gubernamentales de distintos puntos del país para implementar las «réplicas Grameen» en el mundo. Se utiliza el término «réplica» porque la metodología se aplica en todos los países y en todas las culturas de igual modo. «La pobreza tiene los mismos problemas en todas partes, por lo tanto la solución es igual para todos», aclara uno de los capacitadores que visitó el Valle.

La Fundación Paideia fue seleccionada para la implementación local del sistema y prevé lanzar en Roca 100 microcréditos, luego de obtener los fondos iniciales para ello, previstos en 25.000 dólares. Este importe provendrá de aportes solidarios que permitan formar el capital inicial para poner en funcionamiento los 100 microcréditos, los que prometen, unas 100 vidas nuevas.

Prestamista de esperanzas

En Argentina, no hace muchos años que se conoce a Muhammad Yunus. Quizás haya llegado a su tiempo, como lo ha hecho durante más de 25 años, dando pasos pequeños pero seguros, avanzando sólo cuando está demostrada la efectividad del paso dado; como lo ha hecho desde aquel día en que decidió dejar de ser un teórico de la Economía para fundar su Banco para Pobres. Un acto revolucionario en su disciplina, un salto revolucionario en su vida y en la de más de 12 millones de personas.

Yunus, nacido Bangladesh, se formó en los EE.UU. pero volvió para dar clases allí donde había nacido, donde el analfabetismo y la hambruna eran el único capital de la mayoría de la población. Pero un buen día tomó una decisión que a muchos recuerda a la de la hermana Teresa cuando se percató, recorriendo los barrios de Calcuta, que poco sentido tenía estar frente a un curso de niñas dando clases de geografía cuando su ciudad era poco más que un leprosario.

Observó la realidad y vio con ojos nuevos. Donde la economía veía números y, en el mejor de los casos, los efectos no deseados del triunfante capitalismo, él vio personas. Donde el político veía caudal electoral, él vio dignidad; donde el Estado paternalista veía hijos incapaces, él vio adultos con talentos para forjar su propio destino; donde el sector financiero veía lucro, él vio sentimientos. «Soy prestamista de esperanzas», se definió el bengalí alguna vez. Y esta definición es, sin duda, el alma de su obra.

Cuando se creó el Banco para pobres, el Grameen Bank, a comienzos de los 70, nadie apostó un peso por su éxito. El riesgo de prestar plata a los pobres era una alternativa inexistente en el mundo de las finanzas convencionales. Pero Yunus pensó en dar confianza sin pedir garantías, prestando a tasas vigentes en el mercado. Otorgó sumas mínimas ( 50, 100, 200 dólares), que quien recibió devolvió en cuotas semanales que obtenía de sus ganancias. El 97 % de los beneficiarios devolvieron lo prestado.

«Vimos qué hacían los bancos e hicimos todo lo contrario», responde cuando se le pregunta cómo ideó su metodología de trabajo. «Fuimos a la gente, la gente no vino a nosotros». A la par de su obra , el sueño creció. Hoy Yunus aspira a llegar a 100 millones de personas en el 2005, y su apuesta de máxima, llegar al 2025 sin pobreza extrema en el mundo, que hoy representa casi la mitad de la humanidad.

El bengalí se atrevió a pensar en medio de un país devastado por la hambruna, y así desarrolló un sistema de microcréditos sin garantías materiales que produjo un mejoramiento humano y social para millones de pobres. El sistema, bautizado Grameen (aldeano, en bengalí) permite la reivindicación del ser humano, mediante la independencia económica, producto de su creatividad y sus talentos.

Durante años, siendo profesor universitario, Yunus se preguntó cómo hacer para que los indigentes pudiesen salir de su estado de pobreza, que opera como un círculo vicioso del que no pueden salir. Vio que se les hacía imposible salir de ese estado, bien porque estaban sujetos a la explotación o porque no recibían la ayuda adecuada de parte del Estado.

Un pequeño crédito, pensó, podría permitir que se rompa ese círculo vicioso.

Empezó hace 25 años prestando 27 dólares a una joven que hacía sillas de bambú, cuyas ganancias desaparecían en las manos de un prestamista que le otorgaba dinero para conseguir la materia prima.

Repitió lo mismo con casi medio centenar de personas. Y fue un éxito.

Hoy el sistema Grameen se aplica en más de 60 países, con un 98 % de recupero, dirigido en un 94 % de los casos a las mujeres.

Un tercio de las personas a las que les prestó dinero salieron de la pobreza y otro tercio pudo ubicarse en un eslabón superior, mejorando su situación.

Tenacidad, el principal requisito

Una de las capacitadoras que visitó el valle, una italiana que participa de la diseminación Grameen en varias partes del mundo, cuenta algunas experiencias llevadas a cabo en Argentina. «Un joven trabajaba de árbitro de fútbol, por cada partido ganaba 30 pesos, pero compartía el equipo, la ropa que necesitaba, con su hermano, entonces se perdía la mitad de los partidos. Pidió un crédito para comprarse el equipo y los botines y ahora gana el doble».

«Otro caso- recuerda entusiasta- es el de una mujer que pidió un crédito para comprar colchonetas para dar clases de gimnasia; o aquella de Posadas, que se hizo un horno de pan; o la otra que compró una vaca para vender su leche». «Una pequeña ayuda que pudo cambiar la vida de muchos», resume.

Microcréditos para microemprendimientos, destinados a generar actividades productivas individuales, generadoras de ingresos. No beneficencia, no caridad, una lógica ajena a la explotada por la política criolla.

A quien accede a un crédito no se le dice lo que tiene que hacer. «El único requisito para tener un crédito es no haber perdido las esperanzas», explica a «Río Negro» Norberto Kleiman, miembro de la fundación Grameen Argentina y capacitador de Paideia. «No indicamos qué tienen que hacer, ellos saben mejor que uno. Sólo damos posibilidades para que lo hagan. Quien obtiene el crédito Grameen es el más tenaz, el que realmente lo necesita, sabe qué hacer con ese dinero y pone todo su esfuerzo en conseguirlo». «Los pobres -explican- se sienten expuestos a todo tipo de peligros, por eso Yunus ideó como parte de su metodología de trabajo, que cada individuo sea parte de un grupo de 5, eso da una suerte de seguridad y fortalece los vínculos, así todos responden, periódicamente, por el dinero recibido. «No es fácil formar un grupo. Sólo los más perseverantes y esforzados forman parte de Grameen.

«Grameen es mucho más que dinero, es una suerte de pasaporte para el desarrollo personal, la autoestima y la dignidad. El participante comienza a explorar sus potencialidades y a descubrir su oculta creatividad y capacidades», resume una de los jóvenes capacitadoras que diseminan a lo largo del país la metodología del «autoempleo».

«Lo que yo propongo- explica Yunus- es permitir mediante un crédito que el individuo cree su propio trabajo, algo que no está contemplado en la literatura económica: el autoempleo».

De Yunus

«Estoy en contra del Estado de bienestar porque trata a la gente como animales de zoo, alimentándolo sin darle la oportunidad de crear» .

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«No enseñamos a pescar, ni damos el pescado, damos la red»

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» Soy un prestamista de esperanzas»

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«Soy un economista que cree en el sistema de libre mercado. Ese sistema es el mejor para los pobres, porque pueden buscar su propio camino para salir de la pobreza y no tener que depender de las decisiones gubernamentales»

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«Yo era considerado una especie de loco. No me veían como un catedrático tradicional en la Universidad, yo iba a los pueblos y al resto del profesorado no le gustaba que profesores se sentaran a charlar con los pobres»

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«Yo estaba allí en la universidad enseñando esas grandes teorías y sin embargo no veía que nada mejorase a mi país»

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«Todos los estudios que han hecho sobre Grameen indican que el nivel de nutrición de las familias de nuestros clientes es mucho mejor que el nivel de nutrición en las demás familias, que el nivel de planificación familiar es el doble…»

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«Trabajar para otros es perder el control de la vida».

Nota: Para cualquier información dirigirse a www.paideia.edu.ar o bien www.grameenarg.org.ar


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