Las aguas frustraron el banquete de Roca
La inundación complicó el estreno de la línea del F.C. Sud al Neuquén: el 1° de junio de 1899 el desborde del río Negro impidió la llegada de los trenes inaugurales y obligó al presidente y su comitiva a quedarse en Chimpay.
La extensión del F.C. Sud hacia la cordillera pareció más una estrategia militar que el plan progresista (en General Roca había cuarteles y 160 guardias nacionales) a punto de concretarse: Roca pretendía que el ferrocarril cruzara los Andes. Así pasaba a ser una progresista novedad geopolítica a inaugurase el día de la Patria -25 de mayo- 20 años que Roca llegara a las aguas del río Negro, buenos datos incluidos en el cuidadoso discurso que preparaba para la ocasión.
Tres trenes listos
El plan de inaugurar la línea hasta el río Neuquén significaban 550 kilómetros de camino de hierro desde Bahía Blanca, a tiro de cruzar el río con un puente de 230 metros -se estrenaría en 1902- para marchar unos cinco kilómetros, plantar una sólida estación y crecer con la que sería la nueva capital neuquina. Los festejos los diseñó el inglés del ferrocarril Guillermo White; asistiría el presidente de la República y comitiva del Poder Ejecutivo, no pocos diplomáticos, desde Constitución.
Los diarios capitalinos habían dado frecuentes informaciones de la construcción de la línea y la escalonada inauguración de las estaciones. Se había creado una gran expectativa porque la inauguración significaba hacer en 30 horas lo que normalmente costaba quince días de tortuoso viaje.
En diciembre del año anterior (1888) ya se habían insinuado inundaciones y para abril, cuando el cowboy norteamericano Jarred A. Jones viajó al Norte y dio aviso de las intensas lluvias había hecho crecer los arroyos cordilleranos y puso el nivel del lago Nahuel Huapi a pocos centímetros de su nivel máximo conocido, el temor a una nueva creciente cíclica se instaló en los más expertos lugareños. Tres miembros de la Comisión de Límites que permanecían en la región de los lagos desde el verano, aseguraron que en abril llovió durante 27 días continuos y algo parecido sucedía en mayo. Fue el tema obligado de las tertulias patagónicas y el temor susurrado frente a los fogones.
La tradición oral rescataba inundaciones apocalípticas y la más fuerte de los últimos años la experimentó el propio Roca durante su llamada Campaña al Desierto de 1879, cuando sus tropas acantonadas en Choele Choel fueron jaqueadas por los torrentes.
El señor White y todos los que intervendrían en los preparativos de la inauguración, siguieron con los planes. Los tres trenes con las comitivas viajarían hasta la punta de rieles donde los ilustres viajeros avistarían el río Neuquén y se preveían algunos trabajos que simulaban la traza por islotes que sustentarían al futuro puente. Pero en mayo, los islotes del río fueron arrasados.
Diluvio fin de siglo
Los más optimistas esperaban que las lluvias cordilleranas cedieran y que, de alguna manera, el plan pudiera cumplirse: los trenes volverían hasta Roca donde se serviría el banquete de la inauguración oficial.
Hasta allí habían llegado el 11 de mayo los generales Campos -el comandante-, Rudecindo Roca y Francisco Reynolds, además de algunos coroneles, como Rohde y otros oficiales. La inspección programada por la comitiva militar cerca del río Neuquén se suspendió por la creciente y en Roca sus componentes visitaron los cuarteles viejos, la construcción de los nuevos y una sesión de tiros del 2 de artillería de montaña. Retornarían para detenerse y visitar, entre Chimpay y Choele Choel, la estanzuela y vergel del coronel Belisle. En Buenos Aires informaron a Roca.
Ya el 18 de mayo -en momentos que los últimos rieles se colocaban a orillas del río Neuquén -cuyas aguas corrían con enloquecida furia- los diarios de Buenos Aires anunciaban que la postergación del estreno de la línea al Neuquén corrida al 28 de mayo, ahora pasaba al 31. En realidad ésa era la fecha de la partida de los trenes. La inauguración y banquete de gala en Roca se fijó para el 1° de junio. Los cálculos señalaban que los invitados pasaban de 450. Todavía se tenía esperanzas sobre el esperado descenso de la creciente y por eso se siguió adelante con el armado del galpón de hierro galvanizado. Destinado al gran banquete en sus 56 metros por 10 a un paso de la estación de la Villa Roca, sólo podrían sentarse 270 comensales. Tenía además dos cuartos: uno destinado a vestuario y el otro para «la orquesta del señor Furlotti». La cocina y los comestibles que anticipadamente arribaron el 28 de mayo en vagones refrigerados, tenían dependencias por fuera del salón.
Para antes de la fecha prevista, el salón estaba enarbolado de colores patrios -el techo era azul y blanco- y con banderas inglesas, el alfombrado lucía granate y había tres larguísimos cuerpos de mesa que unificaban contacto con una cabecera destinada al presidente y principales autoridades. Las luminarias sumaban 140 lamparillas eléctricas. Con algunas de ellas se diseñó un luminoso sol para la mesa principal.
Tello marcha a vapor
Pero todo ese preparativo sería inútil. Ya principios de mayo se sabía en Viedma que la línea telegráfica a Chos Malal quedó interrumpida, arrasada por la corriente furiosa del río Neuquén. Una noticia alentadora la publicaron los diarios del 21 de mayo y daba cuenta de haberse reconstruido la línea telegráfica abatida; pero el camino desde allí a Roca «fue destruido a diez kilómetros de ésta llevándose calle y carril que, faldeando los cerros, pasaba a ocho metros sobre el nivel de las aguas».
La inundación bajaba bajaba, entre tanto, hacia Viedma y allí se alistaba el vaporcito Limay donde en pocos días más se embarcaría el gobernador -el jujeño José Eugenio Tello- hacia Roca para participar de los festejos inaugurales del F.C. Sud y saludar al amigo presidente. El plan del gobernador también era auxiliar a los inundados y partir, como lo hizo el 24 de mayo, aguas arriba.
La muerte de un jinete, ahogado al vadear el río Neuquén, fue la noticia publicada el 27 de mayo y despachada el 26 desde Chos Malal. También dio cuenta de más lluvias torrenciales en la región. Pero Modesto Lahite, que pidió socorro durante tres días en el paraje Negro Muerto donde quedó aislado por cortaderas, fue salvado y recogido por el vapor Río Negro.
El 30 el agua entró en Villa General Roca donde se temió por sus pobladores.
Los comisarios tomaron carros y botes para los salvatajes y el 31 llegaron a Choele Choel los vapores Limay y Río Negro que siguieron hacia Roca donde se despachaba un telegrama a Buenos Aires dando cuenta que cinco kilómetros de vías fueron destrozados por las aguas «a cinco leguas de ésta». Un corresponsal en Roca decía que las aguas corrían por el pueblo y en Chichinales otras corrientes amenazaban destruir terraplenes y vías. Ese día tres trenes inaugurales partieron para los festejos pero los detuvo la corriente en Chimpay, ya inundado (foto de esta página). Finalmente, el general Roca no tendría su banquete en el pueblo que homenajeaba su nombre.
(Continuará)
fnjuarez@interlink.com.ar
Curiosidades
* Inicialmente, la fecha estipulada para la inauguración de la línea de F.C. Sud al Neuquén fijada para el 25 de mayo de 1899 intentaba la coincidencia con los festejos de la fecha Patria. Pero el cambio para tres días después pareció acercarse al 80° cumpleaños de la Reina Victoria y transformarse más en un festejo inglés. Cuando ya se aprestaban en Constitución los trenes y disponibilidades para el viaje de inauguración, vino la segunda postergación y ya, en voz baja, se habló de la mufa que rodeaba este asunto. Esos vulgares presentimientos consiguieron, sin embargo, un nuevo asidero cuando el presidente Julio Argentino Roca no pudo festejar el acontecimiento en la localidad que había sido bautizada con su nombre.
* Los ríos crecían desde abril, y pequeñas inundaciones se anticiparon al desastre mayor. En alta cordillera las aguas habían atacado a la entonces capital neuquina (Chos Malal). Pero no todo andaba mal. Cuando el 10 de mayo en Viedma se registró una suba del nivel del río Negro de 4 pulgadas, se capturaba nuevamente al evadido de la vieja cárcel Orovich Alvarez.
* Los diarios porteños del 22 de mayo de 1899, que ya denunciaban desde varias semanas atrás el caos climático que envolvía al país y detallaba pormenores del desastre provocado en el lejano Sur por los desmadrados ríos Limay y Neuquén, y, consecuentemente del río Negro «crecido violentamente». Tanto, que «se ha inundado el valle, las islas y se ha destruido una parte de la línea telegráfica entre Conesa y Pringles».
* También en ese día los diarios dieron cuenta de que el desborde del río Negro sorprendió a un convoy de carros con víveres y vestuario en marcha para el Nahuel Huapi a fin de proveer al regimiento 9 de caballería. Se detuvieron «al sur del río Negro por haberse interpuesto entre ellos y las barrancas, un río de más de noventa metros de ancho y no poder moverse por estar rodeados de agua».
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