Las bases para alcanzar una alimentación saludable

Comer sano no implica privarnos de un gusto.

La base de una alimentación adecuada no es sinónimo de incorporar una mayor cantidad de nutrientes que los necesarios. Los nutricionistas destierran el mito popular que sostiene que para crecer fuertes y sanos, hay que comer más. Tampoco estos micronutrientes pueden faltar de la mesa cotidiana.

La licenciada Sandra Blasi, jefa del área de Alimentación del hospital de Pediatría «Prof. J. P. Garrahan», propone un plan nutricional saludable, sin sufrimientos ni privaciones, apto para toda la familia; con particular énfasis en los más pequeños.

La realidad marca que el exceso de nutrientes en la población argentina, en especial la pediátrica, es tan dañino como la carencia de los mismos. La desnutrición, la anemia, el sobrepeso y la obesidad se han incrementado en los últimos años, producto de una mala alimentación. Desde el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil vienen advirtiendo que «los niños argentinos no se alimentan adecuadamente». Y no se están refiriendo sólo a la cantidad, sino también a la calidad. De ahí que para la licenciada Blasi, el para qué y el qué comer sean tanto o más importantes que el cuánto. Por lo tanto, los cambios de hábitos alimentarios en el seno familiar, resultan imprescindibles y urgentes.

Con el destete, el niño se suma paulatinamente a la mesa familiar. Sin embargo, muchos de ellos ya vienen ingiriendo otros alimentos; lo cual es un error. El porqué tiene una respuesta simple. «El bebé no los necesita ni su organismo está preparado para tolerarlos», explica la nutricionista del Garrahan. Hasta los primeros seis meses de

vida, la lactancia es por demás suficiente. Luego la calidad de sus nutrientes decae y debe ser reemplazada por otra alimentación.

Líquida, como la leche de vaca -fortificada- y las fórmulas infantiles que abundan en el mercado. Y sólida, desde las papillas convencionales a los platos más complejos que compartirá con sus padres. La clave está en una adecuada selección de los alimentos; tomando en consideración que cuando de nutrición se trata, nada está prohibido. Sí algunas comidas resultan más saludables que otras.

A la hora de elegir…

Comer sano no implica privarnos de un gusto; mucho menos recurrir siempre a lo mismo. Para que este ritual cotidiano sea una rutina placentera y saludable, «es importante que generemos en la gente el concepto de variedad», apunta la especialista. Cada alimento sirve para algo; son el combustible del organismo. Por lo tanto, no podemos eliminarlos al azar.

La licenciada Blasi elaboró el siguiente plan nutricional, según la disponibilidad de alimentos en el país y los hábitos alimentarios de la población argentina. Propone a la familia, en general:

• Aumentar la ingesta de cereales, granos, vegetales, verduras, hortalizas y lácteos.

• Consumir todo tipo de carnes -vacuna, ave y pescado- hasta tres veces por semana.

• Moderar los aceites, las grasas, los aderezos y embutidos, la sal y el azúcar.

• Beber abundante agua.

Pensando en los niños, aconseja a las madres:

• Las verduras y las frutas aportan los nutrientes indispensables, tales como las vitaminas, los minerales, las fibras y el agua. Pero la aceptación, por parte de los chicos, se vuelve un desafío.

• Los lácteos están especialmente indicados en la etapa del crecimiento. En el período escolar, favorecen en el rendimiento físico y mental. Evite los productos descremados en los niños menores de dos años. Opte por la leche de vaca y las fórmulas infantiles debidamente fortificadas.

• Las grasas tienen ventajas en los primeros años de vida. «Proveen energía y facilitan la absorción de las vitaminas A, D, E y K. Elíjalas cuidadosamente. Las grasas trans, presentes en aceites vegetales hidrogenados, como margarina, galletitas y algunos panificados, son perjudiciales para las arterias coronarias.

• La carne picada, ideal para la elaboración de hamburguesas, es la que mayor porcentaje de grasa contiene. Elija cortes magros. Agregue, a la comida de su hijo, pequeñas porciones de carne, para aumentar las concentraciones de hierro y zinc.

• Si bien nada está prohibido, no se aconseja gaseosas, golosinas, tortas, galletitas. Caramelos, helados ni postres. Sus nutrientes son escasos y, consumidos en exceso, llevan al sobrepeso y a la diabetes. «Esto no significa que la alimentación del niño deba ser dietética -enfatiza la nutricionista-, pero es importante moderar la ingesta». Y propone el agua como nutriente.

• La miel está acusada de causar botulismo en el primer año de vida.

• El niño debe comer alimentos con consistencia semiblanda y bien cocidos, para no atragantarse. Evite arroz, arvejas, nueces, semillas, manzana, zanahorias y las uvas enteras.

• El puré amarillo clásico, a base de zapallo y zanahoria, es habitual en nuestra población, pero contiene una baja densidad nutricional. Para enriquecerlo, agréguele cereales, carne, huevo o fórmulas fortificadas.

• Recuerde que es el pediatra o un nutricionista quien mejor la asesorará.

Para llevar una vida sana no se requiere de recetas mágicas. Simplemente, disfrutar de un plato rico, nutritivo y adecuado.

Rita A. Barratt

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