Las cuñas
Son cuñas, por cierto de muy distinto palo y acaso alguna lo es sin saberlo. Pero incluso sin proponérselo, una cuña es una cuña y siempre sirve para dividir, romper o ajustar un cuerpo sólido. En política también hay cuñas… El vecinalista Alberto Bruno es un inefable de la política sanmartinense. Ha sabido construirse y reconstruirse más allá de las escasas chances que le adjudicaban sus detractores. Sin perjuicio de reconocerle otras capacidades, es su perseverancia la que merece los mayores elogios, incluso cuando sus métodos políticos sean un poco previsibles y un tanto reprochables. Bruno ha mudado varias veces de ropaje, aunque se dice básicamente “peronista de Perón”. Pero a pesar de esas inconsistencias, que sus adversarios le condenan, no sólo ha alcanzado una banca inventando un partido vecinalista, sino que a poco estuvo de ganar la intendencia en la última compulsa electoral. Bruno sacó largamente más votos que el triunfante y kirchnerista Juan Fernández, si se lo mide candidato contra candidato, prescindiendo de los frentes electorales que a la postre le dieron la intendencia al “Acuerdo Político (FpV, Libres del Sur, Une y Frente Grande)”. Ahora, acaso experimentando cierta orfandad de aquellos que hasta no hace mucho le apostaban todo, incluso el financiamiento de campaña, Bruno se reconvierte hacia el “quiroguismo”. Pero Quiroga, debe decirse, es hoy un confeso objetor de conciencias kirchneristas, y Bruno, en sus maromas, hasta le quiso poner “Presidente Néstor Kirchner” a la avenida Costanera de San Martín de los Andes. El caso es que este acercamiento de Bruno al intendente de la capital provincial y fundador de “Nuevo Compromiso Neuquino”, es un cuña para otro hombre con aspiraciones, que dejó el MPN supuestamente cansado de sus miserias internas –eso ha dado a entender–, para acercarse a Quiroga con vistas a las municipales de 2015. Se trata del empresario local Juan Querejeta, que viene tejiendo con paciencia un proyecto de gobierno y mantuvo contactos con Quiroga para coincidir en las líneas programáticas. Aun cuando puedan encontrar coincidencias, Bruno y Querejeta no se parecen en mucho, si se tiene en cuenta que el primero es fuertemente personalista y el segundo hace profesión de fe en trabajar en equipo y decidir desde la horizontalidad. Bruno, por lo pronto, desliza que las candidaturas surgirán de las encuestas, con lo que da por hecho una interna virtual con el empresario. ¿Y Quiroga? Presumiblemente, a Quiroga le van bien ambas vertientes, si se asume que debe hacer pie en toda la provincia para construir un proyecto a la gobernación. En el parque Otra cuña, muy distinta, es la designación del nuevo intendente del Parque Nacional Lanín, Ricardo Rúa. Nadie, ni aquellos que se quejaron por su nombramiento sin comunicar al personal del Parque hasta dos horas antes de la asunción, ponen en duda los pergaminos de Rúa, quien lleva 28 años en el sistema de áreas protegidas y tiene prestigio bien ganado. Pero Rúa es también un hombre consustanciado con el proyecto del kirchnerismo, y será el intendente de un parque en el que hay fuerte presencia de ATE y de la CTA contestataria al gobierno. ¿También pesó esa condición en su designación? El Lanín es un parque en el que hay clara politización y una experiencia inédita con el comanejo mapuche. Rúa sabe de este escenario y también lo conocen, en ocasiones a su pesar, los conductores de la Administración Nacional de Parques. En el andar se verá si Rúa, además de un buen intendente, es un cuña casual o buscada.
La semana en San Martín de los Andes
Fernando Bravo rionegro@smandes.com.ar
Son cuñas, por cierto de muy distinto palo y acaso alguna lo es sin saberlo. Pero incluso sin proponérselo, una cuña es una cuña y siempre sirve para dividir, romper o ajustar un cuerpo sólido. En política también hay cuñas... El vecinalista Alberto Bruno es un inefable de la política sanmartinense. Ha sabido construirse y reconstruirse más allá de las escasas chances que le adjudicaban sus detractores. Sin perjuicio de reconocerle otras capacidades, es su perseverancia la que merece los mayores elogios, incluso cuando sus métodos políticos sean un poco previsibles y un tanto reprochables. Bruno ha mudado varias veces de ropaje, aunque se dice básicamente “peronista de Perón”. Pero a pesar de esas inconsistencias, que sus adversarios le condenan, no sólo ha alcanzado una banca inventando un partido vecinalista, sino que a poco estuvo de ganar la intendencia en la última compulsa electoral. Bruno sacó largamente más votos que el triunfante y kirchnerista Juan Fernández, si se lo mide candidato contra candidato, prescindiendo de los frentes electorales que a la postre le dieron la intendencia al “Acuerdo Político (FpV, Libres del Sur, Une y Frente Grande)”. Ahora, acaso experimentando cierta orfandad de aquellos que hasta no hace mucho le apostaban todo, incluso el financiamiento de campaña, Bruno se reconvierte hacia el “quiroguismo”. Pero Quiroga, debe decirse, es hoy un confeso objetor de conciencias kirchneristas, y Bruno, en sus maromas, hasta le quiso poner “Presidente Néstor Kirchner” a la avenida Costanera de San Martín de los Andes. El caso es que este acercamiento de Bruno al intendente de la capital provincial y fundador de “Nuevo Compromiso Neuquino”, es un cuña para otro hombre con aspiraciones, que dejó el MPN supuestamente cansado de sus miserias internas –eso ha dado a entender–, para acercarse a Quiroga con vistas a las municipales de 2015. Se trata del empresario local Juan Querejeta, que viene tejiendo con paciencia un proyecto de gobierno y mantuvo contactos con Quiroga para coincidir en las líneas programáticas. Aun cuando puedan encontrar coincidencias, Bruno y Querejeta no se parecen en mucho, si se tiene en cuenta que el primero es fuertemente personalista y el segundo hace profesión de fe en trabajar en equipo y decidir desde la horizontalidad. Bruno, por lo pronto, desliza que las candidaturas surgirán de las encuestas, con lo que da por hecho una interna virtual con el empresario. ¿Y Quiroga? Presumiblemente, a Quiroga le van bien ambas vertientes, si se asume que debe hacer pie en toda la provincia para construir un proyecto a la gobernación. En el parque Otra cuña, muy distinta, es la designación del nuevo intendente del Parque Nacional Lanín, Ricardo Rúa. Nadie, ni aquellos que se quejaron por su nombramiento sin comunicar al personal del Parque hasta dos horas antes de la asunción, ponen en duda los pergaminos de Rúa, quien lleva 28 años en el sistema de áreas protegidas y tiene prestigio bien ganado. Pero Rúa es también un hombre consustanciado con el proyecto del kirchnerismo, y será el intendente de un parque en el que hay fuerte presencia de ATE y de la CTA contestataria al gobierno. ¿También pesó esa condición en su designación? El Lanín es un parque en el que hay clara politización y una experiencia inédita con el comanejo mapuche. Rúa sabe de este escenario y también lo conocen, en ocasiones a su pesar, los conductores de la Administración Nacional de Parques. En el andar se verá si Rúa, además de un buen intendente, es un cuña casual o buscada.
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