Las escuelas privadas: ¿Una mejor educación?

Los padres quieren lo mejor y apuestan por las escuelas privadas pero ¿es la mejor opción?

ESPECIAL EDUCACION

Cuando se trata de elegir la escuela para los hijos, los padres quieren lo mejor, y a veces apuestan por las escuelas privadas porque piensan que allí estarán más pendientes de ellos y se les exigirá más. Pero no siempre es así, según muestran algunos estudios.

Hasta los últimos años no hay notas y los niños nunca repiten. En vez de libros de texto, los alumnos trabajan con cuadernos de etapas y aprenden materias como “euritmia” (la forma de moverse de manera armónica): éstos son algunos de los pilares de la pedagogía Waldorf, un sistema educativo que sigue la filosofía del profesor Rudolf Steiner y que se diferencia mucho de las escuelas tradicionales.

Los colegios Waldorf, como los Montessori, que también defienden una pedagogía alternativa, se cuentan entre las instituciones de enseñanza privada. A ellas se suman las religiosas, muy extendidas en los países latinoamericanos y en España, donde tienen una larga tradición, y algunas con bachillerato internacional o bilingües.

Los padres que eligen estas escuelas apuestan por la buena fama que las acompaña. Por ejemplo clases con menos alumnos, más exigencia y una mejor educación. Pero los estudios realizados demuestran que privado no es necesariamente sinónimo de mejor, pues depende de los criterios aplicados para evaluar la escuela y lo que esperan los padres.

Hay familias que en países como Alemania o España, con una alta tasa de inmigrantes, eligen las instituciones privadas porque allí el porcentaje de extranjeros es menor. Una decisión similar se produce en otros países para diferenciar clases sociales; en ellos gran parte de la clase media y alta se ha retirado de la escuela pública.

Para Sascha Eilmann, lo principal fue la comunidad educativa. En la primaria a la que asistió, su hijo Luis no estaba contento. Por eso, a partir de este mes de septiembre, cuando empiezan las clases en Alemania, el niño de nueve años se pasará al colegio privado jesuita Canisius de Berlín.

“Pese a los escándalos por los abusos en la iglesia católica, la escuela tiene buena fama. Creo que Luis se va a sentir bien allí”, señala Eilmann, quien tomó la decisión después de hablar con los directivos y mandar un día al niño de prueba a una clase.

Muchos padres asocian con las escuelas privadas otro clima de aprendizaje, afirma Florian Becker, de la Asociación de Escuelas Privadas Alemanas (VDP). “Llegan con una insatisfacción experimentada en otras escuelas y esperan un trato más individual y directo”.

Un punto a favor suele ser también que las escuelas privadas (a menudo subvencionadas por el Estado), tienen un horario más extenso de todo el día o una mayor oferta de idiomas, música o deporte. “Muchos padres creen que es bueno que la escuela ofrezca todo eso de forma paralela a la enseñanza básica”.

Pero ya se trate de fomentar el aprendizaje de la música, los idiomas o una formación religiosa, los padres tienen que tener en cuenta en primer término los intereses de sus hijos. Y a veces no es fácil distinguir entre los propios y los de los pequeños.

“Ahí no siempre encajan las cosas”, señala el profesor Manfred Weiss, del Instituto Alemán de Investigación Pedagógica Internacional. Algunos padres quieren una enseñanza con más contenidos que los obligatorios, “pero los niños a veces sienten frustración y tienen conflictos si son los únicos de sus amigos que tienen que ir a una escuela determinada porque allí se ofrece latín como la principal lengua extranjera”.

En un estudio realizado en 2011 por encargo de la Fundación Friedrich Ebert, Weiss analizó hasta qué punto los alumnos de las escuelas privadas obtenían mejores notas. Y el resultado fue que no había diferencia en el rendimiento entre colegios públicos y privados.

En el examen internacional Pisa sin embargo sí que se ven resultados distintos, pero Weiss no cree que se deba realmente a que los estudiantes aprendan más en las escuelas de pago, sino que tiene que ver con la procedencia social. En las privadas hay menos alumnos inmigrantes o de hogares pobres y los alumnos proceden de familias con un mayor nivel educativo.

Además de esforzarse por encontrar una escuela que encaje con los intereses del niño, los padres tienen que preguntarse también hasta qué punto quieren estar activos en el proceso, algo que varía mucho de una escuela a otra.

Y en un segundo paso todos deberían visitar la escuela y hablar con los profesores, quizás incluso asistir a una clase si es posible, recomienda Becker. También ayuda mucho la opinión de otros padres.

En teoría, si al final al niño le va mal en la escuela privada, puede cambiarse a la pública, pero no siempre es fácil, porque no hay vacantes y porque aunque los contenidos se fijen por ley y sean los mismos, los métodos y los tiempos de enseñanza pueden variar bastante.

Otra cuestión a tener en cuenta es que las escuelas privadas pueden elegir a quién aceptan, por lo general a través de charlas con los padres y el alumno o exámenes de nivel.

dpa


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