Las grandes del petróleo

Por Aleardo F. Laría

Son las «ten top», las diez más importantes compañías de petróleo, las grandes beneficiadas por el aumento espectacular del crudo. En la lista están Exxon-Mobil, Shell, Amoco-BP, Royal Dutsch, Total Fina-ELF y ahora también Repsol, desde que absorbiera a YPF. Estas compañías, tras haberse visto privadas de los recursos disponibles en Oriente Medio – a consecuencia de la ola nacionalizadora que diera origen a la OPEP – han convencido a los gobiernos más débiles de los países emergentes para que cedieran su subsuelo. Ahora controlan la cuota más importante de la producción mundial de hidrocarburos, mientras que los diez países de la OPEP, quienes a menudo son presentados como los malos de la película, en realidad sólo controlan la tercera parte de la producción mundial de petróleo (26 millones de barriles diarios sobre un total de 76 millones).

El incremento del precio del barril es consecuencia de que en el mercado mundial hacen falta actualmente más de un millón de barriles diarios para cubrir la demanda de petróleo y que casi todos los países están produciendo al 100 %, excepto Irak y Arabia Saudita. Según algunos analistas, serían los jeques conservadores de Arabia Saudita los que estarían detrás del aumento del crudo. Intentarían así favorecer al candidato republicano George Bush, hijo de quien en 1991 lanzara la operación Tormenta del Desierto que impidió a Irak culminar su intento de anexionarse Kuwait. Sin embargo, la opinión más extendida es que el precio del barril ya no descenderá de un nivel cercano a los 30 dólares en los próximos años.

Está claro que el oro negro, como cualquier otro recurso no renovable, no fluirá eternamente. Según algunos cálculos, si la producción continúa al ritmo actual, y sin nuevos descubrimientos, en el año 2040 no habrá más petróleo. Claro que esto es muy difícil de predecir, puesto que las nuevas y sofisticadas técnicas de prospección y extracción permitirían encontrar nuevos yacimientos en el mar. Desde el lado de la oferta también hay que tener en cuenta la posibilidad de que avancen las técnicas que permitan rentabilizar el uso de energías renovables alternativas (eólica, solar, biomasa, fusión, etc.) Por el lado de la demanda hay que considerar que se producirá un espectacular aumento del consumo cuando los países de Asia y sobretodo China se aproximen a las pautas occidentales (actualmente sólo el 8 % de la población mundial usa el automóvil). Según la Agencia Internacional de la Energía, el consumo de petróleo en el mundo sufrirá un incremento del 35 % en los próximos 10 años. En definitiva, es muy difícil hacer pronósticos, pero todo apunta a que nos tendremos que adaptar a un elevado precio del crudo en los próximos años.

Los excepcionales beneficios de las gigantes del petróleo han generado gran irritación en Europa. Los ciudadanos europeos contemplan azorados como se incrementan los precios de los hidrocarburos mientras las empresas petroleras cuadruplican sus utilidades. Con sus manifestaciones de protestas intentan reducir también una fiscalidad indirecta excesiva (impuestos especiales e IVA) que ronda el 55 % del precio final del producto, y en ocasiones, como en Inglaterra, llega al 70 %. Los gobiernos, por su parte, justifican la elevada imposición por la necesidad de disuadir la utilización de los derivados del petróleo y favorecer el uso de energías alternativas. Pero finalmente algunos gobiernos europeos -en las antípodas de las propuestas del de Neuquén – se han planteado la posibilidad de gravar esos superbeneficios. El gobierno francés ya lo ha hecho. Dispuso aplicar un impuesto temporal sobre las plusvalías obtenidas por las petroleras por la revalorización de sus existencias y espera recaudar 3.500 millones de francos por este motivo. El Partido Socialista Obrero Español ha presentado una propuesta similar en el parlamento español y desea que se aplique una tasa sobre los superbeneficios de Repsol-YPF y Cepsa.

La vigente Ley de Hidrocarburos argentina data del año 1967, cuando el barril de petróleo estaba a 3 dólares. Contempla el pago por el concesionario de unas regalías del 12 % sobre el valor de los hidrocarburos extraídos en boca de pozo. Pero además esa ley establecía originariamente, en su artículo 56, el pago de un impuesto especial a la renta, consistente en una tasa del 55 % sobre la utilidad fiscal neta. De manera que el eventual superbeneficio de las compañías petroleras quedaba en su mayoría en el país, por el doble efecto de las regalías y la fiscalidad. Esa disposición ha sido posteriormente modificada, de manera que actualmente las compañías petroleras tributan por el régimen general del Impuesto a las Ganancias, es decir el 35 % sobre sus utilidades netas. Es evidente que la situación actual, con un precio del barril superior a los 30 dólares, nos instala ante una realidad completamente diferente, que requiere un tratamiento fiscal más equitativo de la sobre-renta petrolera. Sería una paradoja que los consumidores europeos vieran subvencionado el consumo de sus carburantes mediante una mayor imposición al beneficio de sus compañías petroleras, mientras que en los países productores como la Argentina, se continúe entregando un recurso no renovable a precio de saldo. La Ley de Hidrocarburos está actualmente en trámite de reformas, en una comisión del Senado presidida por el locuaz senador Cantarero.

Resulta oportuno recordar ahora que con motivo de la privatización de YPF el senador Luis Saadi formuló en su momento una denuncia sobre la existencia de sobornos para conseguir su aprobación. La cuestión fue rápidamente apagada, pero ahora recupera actualidad. En consecuencia, parece indispensable un replanteamiento y actualización a fondo de la legislación petrolera, que limite los superbeneficios de las petroleras. Por otra parte, esta situación descalifica el intento apresurado de adelantar en 17 años la prórroga de unas concesiones, cuando todavía hay que definir las nuevas reglas de juego.


Son las "ten top", las diez más importantes compañías de petróleo, las grandes beneficiadas por el aumento espectacular del crudo. En la lista están Exxon-Mobil, Shell, Amoco-BP, Royal Dutsch, Total Fina-ELF y ahora también Repsol, desde que absorbiera a YPF. Estas compañías, tras haberse visto privadas de los recursos disponibles en Oriente Medio - a consecuencia de la ola nacionalizadora que diera origen a la OPEP - han convencido a los gobiernos más débiles de los países emergentes para que cedieran su subsuelo. Ahora controlan la cuota más importante de la producción mundial de hidrocarburos, mientras que los diez países de la OPEP, quienes a menudo son presentados como los malos de la película, en realidad sólo controlan la tercera parte de la producción mundial de petróleo (26 millones de barriles diarios sobre un total de 76 millones).

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite desde $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios