Las hermanas gomeras

Juntas lograron que la gomería creciera.

La unión hace la fuerza, dice el dicho… y la fuerza se consume en el esfuerzo mancomunado de quien persigue el porvenir “de un futuro mejor”, dicen Romina (24), Vanesa (21) y Karen (16), tres hermanas que llegaron a Catriel hace ocho años. Si bien son pampeanas, llegaron desde Los Menucos, lugar al que no pudieron adaptarse y del que guardan recuerdos con sinsabores. Allí descansa el recuerdo de las noches que dormían juntas en una cama para cobijarse; y llenaban una bolsa con agua caliente para que les dé calor. En aquel entonces su papá tenía una gomería y su mamá realizaba tareas en el Plan Trabajar. “No nos alcanzaba para calefaccionarnos y no podíamos darnos ningún gusto si no trabajábamos duro para conseguirlo, pero nunca nos importó trabajar en lo que sea, porque sabíamos hasta dónde podían mamá y papá que trabajaban todo el día”. Sin embargo, todo fue diferente apenas llegaron a esta ciudad que les dio refugio. Por eso Romina hoy relata uno de sus mejores momentos: “Me acuerdo que los primeros días queríamos bañarnos a cada rato, aunque sea nos lavábamos las manos; pero no podíamos creer que tuviéramos agua caliente”, expresa. Al poco tiempo de estar en la localidad su padre montó la nueva gomería, pero casi de inmediato consiguió trabajo en una empresa petrolera que demandaba mucho tiempo fuera. Si bien esto alegró a la familia, no concibieron la idea de cerrar lo que siempre había sido su principal fuente de trabajo, por eso Romina –quien entonces tenía 16 años y vasta experiencia en el rubro– decidió ponerse al frente sabiendo que contaría con el respaldo de su mamá y con la ayuda de Vanesa, quien después de 5 años tomó la posta. Hoy también realiza cambios de aceite, filtro y engrase. Con el tiempo Karen se sumó al emprendimiento y se encarga del lavado de autos. Juan pasó el legado a sus hijas y, con el correr de los años, Romina, Vanesa y Karen se convirtieron en figuras de admiración, en una ciudad donde muchas mujeres han impuesto su sello.

en la gomería


La unión hace la fuerza, dice el dicho... y la fuerza se consume en el esfuerzo mancomunado de quien persigue el porvenir “de un futuro mejor”, dicen Romina (24), Vanesa (21) y Karen (16), tres hermanas que llegaron a Catriel hace ocho años. Si bien son pampeanas, llegaron desde Los Menucos, lugar al que no pudieron adaptarse y del que guardan recuerdos con sinsabores. Allí descansa el recuerdo de las noches que dormían juntas en una cama para cobijarse; y llenaban una bolsa con agua caliente para que les dé calor. En aquel entonces su papá tenía una gomería y su mamá realizaba tareas en el Plan Trabajar. “No nos alcanzaba para calefaccionarnos y no podíamos darnos ningún gusto si no trabajábamos duro para conseguirlo, pero nunca nos importó trabajar en lo que sea, porque sabíamos hasta dónde podían mamá y papá que trabajaban todo el día”. Sin embargo, todo fue diferente apenas llegaron a esta ciudad que les dio refugio. Por eso Romina hoy relata uno de sus mejores momentos: “Me acuerdo que los primeros días queríamos bañarnos a cada rato, aunque sea nos lavábamos las manos; pero no podíamos creer que tuviéramos agua caliente”, expresa. Al poco tiempo de estar en la localidad su padre montó la nueva gomería, pero casi de inmediato consiguió trabajo en una empresa petrolera que demandaba mucho tiempo fuera. Si bien esto alegró a la familia, no concibieron la idea de cerrar lo que siempre había sido su principal fuente de trabajo, por eso Romina –quien entonces tenía 16 años y vasta experiencia en el rubro– decidió ponerse al frente sabiendo que contaría con el respaldo de su mamá y con la ayuda de Vanesa, quien después de 5 años tomó la posta. Hoy también realiza cambios de aceite, filtro y engrase. Con el tiempo Karen se sumó al emprendimiento y se encarga del lavado de autos. Juan pasó el legado a sus hijas y, con el correr de los años, Romina, Vanesa y Karen se convirtieron en figuras de admiración, en una ciudad donde muchas mujeres han impuesto su sello.

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