Las Lajas volvió a la realidad tras la ilusión de la inversión china

La estación espacial asiática se terminó de construir y la demanda de mano de obra y servicios tuvo su punto final. Cómo vivieron los comerciantes el boom y la caída. La versión oficial.

“El que no se adapta, se extingue” es la frase que condensa buena parte de lo que ocurre hoy en Las Lajas. La eligió la intendenta María Angélica Espinoza para relatar lo que ocurrió en el pueblo cuando se hicieron las 00 y el pueblo volvió a convertirse en calabaza. El boom que había generado la construcción de la estación china terminó y los vecinos tuvieron que “volver a la realidad”, dicen.

La salida de la constructora Esuco dejó mano de obra desocupada y el fin de la convivencia con los chinos desinfló la burbuja de los alquileres a precios exorbitantes. Quedó la informalidad y la queja de los empresarios hoteleros, que hoy ven peligrar su fuente de trabajo.

“A mí me ha pegado muy fuerte y, económicamente, me han destruido”, lamentó Alberto Amarilla, dueño del alojamiento El Maitén. “Fue el boom inmobiliario. De repente, un alquiler que salía 4.000 pesos lo ofrecieron a 15.000, 18.000 pesos y los chinos lo pagaban. El problema fue cuando se fueron. A raíz de eso, se permitió que la gente dé el servicio de alojamiento en sus casas, con permiso del municipio”, cuestionó. En la temporada de verano no llegó al 30% de ocupación y el cierre de su establecimiento es inminente. Amarilla dijo que le sacan la gente de la vereda y ya no puede competir.

“Quedó el caos. Las casas se alquilaban a 10.000 o 12.000 pesos cuando costaban 3.000 y la gente quiso mantener esos precios, pero nadie podía pagar lo que pagaba la empresa. Volvimos a la realidad. Se cayó el comercio, muchos se fueron. No hubo beneficios”, relató el director de la radio local, Carlos Zapata.

Las Lajas es un municipio de segunda categoría con poco más de 5.000 habitantes. Su empleo depende, principalmente, de las instituciones del Estado por lo que la llegada de la agencia china CLTC y la contratista CHEC le significó un espaldarazo en el sector privado. El problema es que fue temporal. Cuando la construcción terminó, muchos de los obreros fueron enviados a Fortín de Piedra y los tomó Techint.

“Las obras grandes, en definitiva, son pan para hoy y hambre para mañana porque te solucionan tres o cuatro años”, evaluó la intendenta Espinoza. Le agregó al escenario que llega gente de otras localidades cuando la mano de obra local no alcanza “y después se forman parejas que vienen a que les solucionemos su fuente de trabajo y vivienda”. “Ojalá tuviéramos una fuente de trabajo genuina, no la tenemos. Es lo que le sucede a todos los municipios de segunda y de tercera categoría”, lamentó.

En el restaurante Don Pedro, al lado de la YPF de ingreso al pueblo, ya no se ven las camionetas de Esuco estacionadas ni los hombres de mameluco almorzando. La minirrevolución también pasó por aquí, aunque no todas las consecuencias fueron malas.

“En el arranque fue algo bueno y una movida muy linda. Están quienes lo supieron aprovechar y quienes no. Para nosotros fue un espaldarazo muy grande”, contó su dueño, Javier Pérez. El local fue el encargado de proveer “de lunes a lunes” las viandas de más de 150 obreros, entre otros servicios vinculados. En pleno auge, ampliaron las instalaciones y contrataron más personal. Llegaron a ser 25, pero ahora son ocho.

“Hoy quedamos armados para el día de mañana, si se hiciera otra obra grande como Chihuido, por ejemplo”, planteó Pérez, pero aclaró: “ahora volvemos a la realidad, principalmente con el servicio a quienes pasan por la ruta”.

El desafío de Las Lajas es ahora promover el turismo echando mano de aquella antena a 50 kilómetros que le trajo su prosperidad pasajera. Para la intendenta, eso estaba claro desde el principio: “No era para toda la vida”.

 

Una antena gigante y la paradoja de internet

Atravesar el arco que da la bienvenida a Las Lajas trae consigo una pequeña resignación: el teléfono celular porfiará buscando una señal débil de 3G, pero los resultados serán magros. El pueblo reniega la paradoja de tener a 50 kilómetros una estación con tecnología para mirar al espacio, mientras Las Lajas apenas accede a un internet caro y escaso.

En la localidad, la conexión la provee Arsat a través de la fibra óptica y la vende a empresas locales que la comercializan.

“Hay cuatro o cinco empresas que están trabajando. Ahora tenemos El Gran Portal, que también vende el cable, que es carísimo pero es bueno”, dijo Carlos Zapata , el director de la FM Pehuén, la radio local que ya cumplió 27 años en el pueblo.

Los costos de instalación promedian los 4.000 pesos y las opciones de servicio (básico, intermedio o premium) arrancan en los 700 pesos mensuales. Las empresas grandes como Fibertel no llegan con cobertura.

“Internet fue otro tema, estaba muy complicado porque ellos contrataron todo. No se fijaban si el baño o la cocina estaban bien, no les importaba si había luz, gas, sólo preguntaban por internet. Era la condición que tenían. Si tenías, te alquilaban. Si no, no”, recordó Zapata sobre los ingenieros chinos.

Pese a que el servicio aún no es óptimo, el director de la radio aseguró que internet les “cambió la vida”. No sólo ayudó a las escuelas, sino que acercó a los vecinos a servicios que en ciudades más grandes pueden parecer cotidianos, como comprar un remedio en la farmacia.

“Antes demorábamos una semana. Hoy con un internet mediano, la farmacia la pide ahora y mañana sí o sí lo traen de Neuquén. Antes se llamaba por teléfono y, como todas las del interior se comunicaban con la misma droguería, dejaban puesto el altavoz y nadie atendía. Estaban todo el día así. Ahora hacen el pedido y ya”, señaló.

 

 

“Así como nos adaptamos a la cantidad de gente que ingresó en su momento, nos tuvimos que adaptar cuando se fueron”,

resumió la situación la intendenta de Las Lajas, María Angélica Espinoza.

 

Datos

5.180
habitantes hay en Las Lajas, según la proyección para el 2018 de la Dirección provincial de Estadística y Censos.
324
empleados tiene el Municipio que conduce María Angélica Espinoza.
74
plazas hoteleras en cuatro establecimientos son las que están autorizadas por el Ministerio de Turismo para la localidad.
“Así como nos adaptamos a la cantidad de gente que ingresó en su momento, nos tuvimos que adaptar cuando se fueron”,

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